2011-06-06 PIC Recorrido costero entre Silveira y Candelaria
near Campo Raso, Açores (Portugal)
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Itinerary description
6 de junio de 2011.
A TENER EN CUENTA
Recorrido
Marcha realizada sin GPS, por lo que sólo se indican los principales puntos de interés por los que discurrió su trazado.
Catálogos
Otras rutas por Las Azores.
CRÓNICA
El repAso del viajero.
No, no hay errata alguna en el título de la crónica de hoy. No me voy a tomar el día de repOso (pero... ¿eso no es lo que se queda en el fondo de una taza de café recalentado? Además, del café no quiero saber nada, después del insomnio que me produjo la otra noche) sino que he decidido dar un último repAso a mi queridísima Pico. Así que...
07:30 Haciendo caso del refrán, desayuno como un REY.
08:50 Como el día está muy nublado (lo que es ideal para dar un relajado paseo) sin prisa, pero sin pausa, comienzo a pasear (en plan cabotaje, intentando no perder de vista la línea costera, siempre hacia el oeste, sin tener que salvar grandes desniveles) procurando evitar, en la medida de lo posible, tanto la carretera general como las secundarias. Y de tal guisa voy deleitándome con los siguientes parajes:
09:30 Ponta Rasa y su molino de viento, a pie de carretera.
09:40 Zona de baño y de meriendas das Arinhas.
10:00 Visito la iglesia de São João.
10:10 Poço de maré do Verdelo. ¡Maré mía! Pues sí que es profundo este pozo de mar, sí.
10:25 Zona de baño y de meriendas Ponta do Admoiro.
Aunque lo parezca, a Las Azores no he venido ha establecer ninguna marca (sólo con las que se señalizan los senderos, como el hito volcánico que construí hace dos días en el Mistério de Prainha). Lo que ocurre es que casi todo es tan bonito y rezuma tanta paz y tranquilidad, que no me permite dejar de intentar el conocer hasta el último lugar. Y, en efecto, como nada es perfecto, durante mi recorrido he visto varios televisores, del tipo tubo de rayos catódicos, tirados junto a la cuneta de la carretera.
10:50 Poço de maré de Baía do Arruda, provisto de zona de meriendas y unos pocos y, todavía, pequeños dragos.
11:30 Atravesando el Mistério de São João.
11:50 Porto da Baixa.
12:10 Visito la iglesia de Terra do Pao.
Y te preguntarás, ¿no se cansa? Y te respondo: pero, ¿se fatiga alguien por respirar? Pues como eso, para mí, es el caminar.
12:30 Cuando no me queda más remedio que caminar a lo largo de un tramo de la carretera general, una señora detiene su vehículo junto a mí, me pregunta a dónde voy y se ofrece a llevarme. Le explico que no quiero LLEGAR a mi destino, sino IR HASTA él, rechazando amablemente su invitación. Y es que, estimado lector, hoy vuelvo a confirmar que, muchas veces, el camino es tan interesante, sino más, que el propio destino.
13:00 Junto a la iglesia de São Caetano (está cerrada).
13:10 Porto da Prainha do Galeão. Y aquí descubro OTRA playita de fina arena negra (al menos, cuando la marea está baja).
Llevo DIEZ días en Pico y... ¡no me ha sobrado ninguno!
13:50 Faro de Ponta da Faca. Al contemplar su gran y único foco no puedo dejar de pensar en Polifemo, hijo de Poseidón. ¿Por dónde andará, digo... nadará hoy esta esquiva deidad?
14:20 Zona de baño Porto de São Mateus.
14:50 Estoy caminando por otro tramo ineludible de la carretera general cuando un graciosillo, montado en un vetusto automóvil, me adelanta tocando (sin venir a cuento) el claxon. Me da un susto de muerte (siempre me pasa con los ruidos fuertes, aunque sepa que van a ocurrir, máxime éste, que ha sido completamente inesperado).
14:55 Entrando en el pueblo de Areeiro.
15:00 En la costa, contemplando un arco marino y el islote de las Mozas (pero hoy no han venido, pues está desierto... ¡lástima!).
15:45 Entrando en el pueblo de Mirateca.
15:50 Parece que mis pies quieren decirme "algo": a lo mejor es que estoy respirando oxígeno en exceso.
15:55 Ponta do Espartel. Y, milagro, veo llegar a una pareja de mochileros nómadas que, cómo no, caminan en sentido opuesto al mío. Son alemanes: él se llama Estéfano y ella ¿Virina? Me dicen que pretenden recorrer a pie toda la costa de Pico (en sentido contrario al de las agujas del reloj). Comenzaron en São Roque y la costa situada al oeste del aeropuerto les ha gustado mucho (¡vaya! pues va a ser que todavía habría necesitado de otro día en Pico, para ir a patear esa zona, digo). También van tomando anotaciones, como hago yo durante mis recorridos, pero ellos lo anotan junto a la línea de costa que figura impresa en el enorme mapa de Pico con el que están viajando. Yo les informo sobre cómo es el trayecto costero que tienen por delante; ellos, por su parte, me dicen que el tramo de costa que me quedaría por recorrer (hasta llegar a Candelaria) carece de sendero, que han venido caminando sobre la lava. Nos despedimos y, como hoy voy calzado con los playeros (que tienen suela de montaña, sí, pero no ofrecen la seguridad de las botas) y, además, el terreno que veo ante mí es un campo de fragmentos puntiagudos de lava, pues desisto de proseguir por la costa y tomo una pista de tierra que discurre en paralelo y próxima al litoral.
16:20 La pista (eso, y las bifurcaciones que yo he elegido tomar) me lleva de vuelta a la costa, donde finaliza su trazado. Por no regresar, intento caminar a lo largo de los muros volcánicos con los que los isleños delimitan sus viñedos. Pero la cosa no está clara, al final tengo que ir saltando sobre ellos sin una ruta evidente.
16:25 A mi izquierda aparecen unos peldaños de lava. Voy hacia ellos, los subo y... la suerte me sonríe. Al otro lado se adivina un senderillo que discurre entre los agudos trozos volcánicos.
16:30 La fortuna continúa de mi parte pues... cambia el tipo de lava y, ante mí, aparece un inmenso mar de la transitable pahoehoe. Sin pensarlo dos veces, salgo disparado a almorzarme estos bizcochos (aunque este almuerzo tenga que realizarlo como un PRÍNCIPE).
17:15 En la iglesia de Candelaria, donde doy por finalizado mi recorrido.
18:15 Me enrolo en un galeón de línea que, en tan sólo 40 minutos de singladura, me devuelve a mi puerto de origen, en Silveira.
Y, dentro de un rato, tras ducharme y ponerme "de bonito", a cenar como un MENDIGO... ¿mendigo? pero, entonces, ¿para qué narices (de cachalote, ballena azul o delfín) me voy a poner yo de bonito? Ya está, pienso ir a cenar vestido de krill.
7 de junio de 2011: un viaje azaroso provoca un reposo forzoso (cambio de isla).
Al igual que me ocurrió en Madrid aquel remoto (así me lo parece) día en el que di comienzo a este viaje, hoy he pasado una noche inquieta. Y es que, también entonces, iba a tener lugar un renacer: abandonaba mi hogar castizo para buscar otro nuevo, aquí, en Pico.
En el hotel me hacen el favor de abrir antes, para mí, la sala del desayuno. A las 07:45 me recogen para ir al aeropuerto y partir hacia Graciosa.
El trayecto es engorroso: debo ir hasta São Miguel, haciendo escala en Terceira, para luego continuar a Graciosa... volviendo a hacer escala en Terceira. Voy a sugerir en el aeropuerto la posibilidad de desembarcar en Terceira (evitando la ida y vuelta a São Miguel) y tomar desde allí el segundo de los vuelos. Veremos qué me dicen.
Un buen amigo, del que hasta ahora no te había hablado, es Fernando (el transportista con el que he viajado entre el aeropuerto y mi hotel).
Con lo feliz que soy en Las Azores, cuando la tecnología entra a formar parte del juego las cosas se complican. Así es el ser humano moderno y sus modernas normas. Es imposible recortar mis vuelos, desembarcando (y volviendo a embarcar, posteriormente, con destino Graciosa) en Terceira porque mis pasajes aéreos, según parece, no los ha emitido ni la TAP ni la SATA. Y dígome yo, ¿pero qué más dará? Así que, me guste o no, voy a contemplar São Miguel a vista de pájaro. Además, el sistema no permite facturar mi equipaje hasta Graciosa: he de recogerlo en São Miguel y volverlo a facturar desde allí. La verdad sea dicha, esto me viene como anillo al dedo pues, aunque ha salido así por necesidades del guión (léase programa informático que no contempla tan rocambolesco itinerario) es precisamente lo que yo pensaba solicitar, en aras de minimizar las probabilidades de que se perdiera por el tortuoso camino.
El azaroso viaje.
Primer trayecto. Los asientos no están numerados y, aunque se dice que los extremos no son buenos, para el primer trayecto me coloco en el situado más hacia la cola: quiero ver cómo las ruedas pierden el contacto con el suelo en el momento del despegue, y cómo se estrellan contra él en el posterior aterrizaje.
Ya se divisa Terceira: Reconozco, de cuando estuve en esta isla hace ahora 3 años: Monte Brasil, Islote de las Cabras y el monumento que se yergue en la colina contigua a Praia da Vitória.
Primera escala. Aterrizados en Terceira, toca hacer tránsito. Ya sabes, abandonar el avión con todo tu equipaje de mano, pasar un tiempo en las dependencias del aeropuerto de turno, y volverte a montar (en este caso) en el mismo avión del que descendiste hace un rato.
Segundo trayecto. Tomo ahora posesión de un asiento primerizo (de la primera fila, no que vaya a tener su primer hijo: ese bultito que lo engorda por debajo es el chaleco salvavidas). Aquí tengo espacio extra para estirar completamente mis fieles y curtidas piernas. Resumiendo, que voy el PRIMERO aunque no esté viajando en PRIMERA (clase).
Segunda escala. Mi bolsa llega sin problemas a São Miguel. Tras volverla a facturar, y mientras hago tiempo para tomar el siguiente vuelo (sí, el que me llevará de vuelta a Terceira) busco un punto con Internet para contarte cómo va la cosa. Y haberlo lo hay pero, adivina qué... ¡apagón tecnológico! Así que mi gozo en un pozo... de maré, ¡mecachis en la mar! Para ahogar mis penas me dedico a planificar mis futuras caminatas por TODO lo largo (12,5 Km), ancho (8 Km) y alto (405 m) de Graciosa: ¡miedo me doy!
Tercer trayecto. Esta vez elijo un asiento situado frente a la hélice del motor (sí, para estos vuelos cortos utilizan aviones de hélice). Un océano de nubes cubre al verdadero océano que convierte a las islas en tales.
Tercera escala. De nuevo en Terceira y, de nuevo, hay tránsito. Pues va a ser que saben que me apasiona transitar por todos y cada uno de los sitios por los que viajo pero, caramba, que este mismo sendero lo acabo de recorrer hace un rato.
Cuarto trayecto. Repito uno de los asientos delanteros. Sorprendentemente, la gente no parece interesada en ellos. En el horizonte, rasgando el velo de nubes, surge imponente la oscura silueta piramidal del Volcán Pico Alto.
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Ir aLa primera de las crónicas de mis andanzas por la isla Pico: 28 de mayo de 2011.
Continuar con la crónica de hoy, tras aterrizar en la isla Graciosa.
A TENER EN CUENTA
Recorrido
Marcha realizada sin GPS, por lo que sólo se indican los principales puntos de interés por los que discurrió su trazado.
Catálogos
Otras rutas por Las Azores.
CRÓNICA
El repAso del viajero.
No, no hay errata alguna en el título de la crónica de hoy. No me voy a tomar el día de repOso (pero... ¿eso no es lo que se queda en el fondo de una taza de café recalentado? Además, del café no quiero saber nada, después del insomnio que me produjo la otra noche) sino que he decidido dar un último repAso a mi queridísima Pico. Así que...
07:30 Haciendo caso del refrán, desayuno como un REY.
08:50 Como el día está muy nublado (lo que es ideal para dar un relajado paseo) sin prisa, pero sin pausa, comienzo a pasear (en plan cabotaje, intentando no perder de vista la línea costera, siempre hacia el oeste, sin tener que salvar grandes desniveles) procurando evitar, en la medida de lo posible, tanto la carretera general como las secundarias. Y de tal guisa voy deleitándome con los siguientes parajes:
09:30 Ponta Rasa y su molino de viento, a pie de carretera.
09:40 Zona de baño y de meriendas das Arinhas.
10:00 Visito la iglesia de São João.
10:10 Poço de maré do Verdelo. ¡Maré mía! Pues sí que es profundo este pozo de mar, sí.
10:25 Zona de baño y de meriendas Ponta do Admoiro.
Aunque lo parezca, a Las Azores no he venido ha establecer ninguna marca (sólo con las que se señalizan los senderos, como el hito volcánico que construí hace dos días en el Mistério de Prainha). Lo que ocurre es que casi todo es tan bonito y rezuma tanta paz y tranquilidad, que no me permite dejar de intentar el conocer hasta el último lugar. Y, en efecto, como nada es perfecto, durante mi recorrido he visto varios televisores, del tipo tubo de rayos catódicos, tirados junto a la cuneta de la carretera.
10:50 Poço de maré de Baía do Arruda, provisto de zona de meriendas y unos pocos y, todavía, pequeños dragos.
11:30 Atravesando el Mistério de São João.
11:50 Porto da Baixa.
12:10 Visito la iglesia de Terra do Pao.
Y te preguntarás, ¿no se cansa? Y te respondo: pero, ¿se fatiga alguien por respirar? Pues como eso, para mí, es el caminar.
12:30 Cuando no me queda más remedio que caminar a lo largo de un tramo de la carretera general, una señora detiene su vehículo junto a mí, me pregunta a dónde voy y se ofrece a llevarme. Le explico que no quiero LLEGAR a mi destino, sino IR HASTA él, rechazando amablemente su invitación. Y es que, estimado lector, hoy vuelvo a confirmar que, muchas veces, el camino es tan interesante, sino más, que el propio destino.
13:00 Junto a la iglesia de São Caetano (está cerrada).
13:10 Porto da Prainha do Galeão. Y aquí descubro OTRA playita de fina arena negra (al menos, cuando la marea está baja).
Llevo DIEZ días en Pico y... ¡no me ha sobrado ninguno!
13:50 Faro de Ponta da Faca. Al contemplar su gran y único foco no puedo dejar de pensar en Polifemo, hijo de Poseidón. ¿Por dónde andará, digo... nadará hoy esta esquiva deidad?
14:20 Zona de baño Porto de São Mateus.
14:50 Estoy caminando por otro tramo ineludible de la carretera general cuando un graciosillo, montado en un vetusto automóvil, me adelanta tocando (sin venir a cuento) el claxon. Me da un susto de muerte (siempre me pasa con los ruidos fuertes, aunque sepa que van a ocurrir, máxime éste, que ha sido completamente inesperado).
14:55 Entrando en el pueblo de Areeiro.
15:00 En la costa, contemplando un arco marino y el islote de las Mozas (pero hoy no han venido, pues está desierto... ¡lástima!).
15:45 Entrando en el pueblo de Mirateca.
15:50 Parece que mis pies quieren decirme "algo": a lo mejor es que estoy respirando oxígeno en exceso.
15:55 Ponta do Espartel. Y, milagro, veo llegar a una pareja de mochileros nómadas que, cómo no, caminan en sentido opuesto al mío. Son alemanes: él se llama Estéfano y ella ¿Virina? Me dicen que pretenden recorrer a pie toda la costa de Pico (en sentido contrario al de las agujas del reloj). Comenzaron en São Roque y la costa situada al oeste del aeropuerto les ha gustado mucho (¡vaya! pues va a ser que todavía habría necesitado de otro día en Pico, para ir a patear esa zona, digo). También van tomando anotaciones, como hago yo durante mis recorridos, pero ellos lo anotan junto a la línea de costa que figura impresa en el enorme mapa de Pico con el que están viajando. Yo les informo sobre cómo es el trayecto costero que tienen por delante; ellos, por su parte, me dicen que el tramo de costa que me quedaría por recorrer (hasta llegar a Candelaria) carece de sendero, que han venido caminando sobre la lava. Nos despedimos y, como hoy voy calzado con los playeros (que tienen suela de montaña, sí, pero no ofrecen la seguridad de las botas) y, además, el terreno que veo ante mí es un campo de fragmentos puntiagudos de lava, pues desisto de proseguir por la costa y tomo una pista de tierra que discurre en paralelo y próxima al litoral.
16:20 La pista (eso, y las bifurcaciones que yo he elegido tomar) me lleva de vuelta a la costa, donde finaliza su trazado. Por no regresar, intento caminar a lo largo de los muros volcánicos con los que los isleños delimitan sus viñedos. Pero la cosa no está clara, al final tengo que ir saltando sobre ellos sin una ruta evidente.
16:25 A mi izquierda aparecen unos peldaños de lava. Voy hacia ellos, los subo y... la suerte me sonríe. Al otro lado se adivina un senderillo que discurre entre los agudos trozos volcánicos.
16:30 La fortuna continúa de mi parte pues... cambia el tipo de lava y, ante mí, aparece un inmenso mar de la transitable pahoehoe. Sin pensarlo dos veces, salgo disparado a almorzarme estos bizcochos (aunque este almuerzo tenga que realizarlo como un PRÍNCIPE).
17:15 En la iglesia de Candelaria, donde doy por finalizado mi recorrido.
18:15 Me enrolo en un galeón de línea que, en tan sólo 40 minutos de singladura, me devuelve a mi puerto de origen, en Silveira.
Y, dentro de un rato, tras ducharme y ponerme "de bonito", a cenar como un MENDIGO... ¿mendigo? pero, entonces, ¿para qué narices (de cachalote, ballena azul o delfín) me voy a poner yo de bonito? Ya está, pienso ir a cenar vestido de krill.
7 de junio de 2011: un viaje azaroso provoca un reposo forzoso (cambio de isla).
Al igual que me ocurrió en Madrid aquel remoto (así me lo parece) día en el que di comienzo a este viaje, hoy he pasado una noche inquieta. Y es que, también entonces, iba a tener lugar un renacer: abandonaba mi hogar castizo para buscar otro nuevo, aquí, en Pico.
En el hotel me hacen el favor de abrir antes, para mí, la sala del desayuno. A las 07:45 me recogen para ir al aeropuerto y partir hacia Graciosa.
El trayecto es engorroso: debo ir hasta São Miguel, haciendo escala en Terceira, para luego continuar a Graciosa... volviendo a hacer escala en Terceira. Voy a sugerir en el aeropuerto la posibilidad de desembarcar en Terceira (evitando la ida y vuelta a São Miguel) y tomar desde allí el segundo de los vuelos. Veremos qué me dicen.
Un buen amigo, del que hasta ahora no te había hablado, es Fernando (el transportista con el que he viajado entre el aeropuerto y mi hotel).
Con lo feliz que soy en Las Azores, cuando la tecnología entra a formar parte del juego las cosas se complican. Así es el ser humano moderno y sus modernas normas. Es imposible recortar mis vuelos, desembarcando (y volviendo a embarcar, posteriormente, con destino Graciosa) en Terceira porque mis pasajes aéreos, según parece, no los ha emitido ni la TAP ni la SATA. Y dígome yo, ¿pero qué más dará? Así que, me guste o no, voy a contemplar São Miguel a vista de pájaro. Además, el sistema no permite facturar mi equipaje hasta Graciosa: he de recogerlo en São Miguel y volverlo a facturar desde allí. La verdad sea dicha, esto me viene como anillo al dedo pues, aunque ha salido así por necesidades del guión (léase programa informático que no contempla tan rocambolesco itinerario) es precisamente lo que yo pensaba solicitar, en aras de minimizar las probabilidades de que se perdiera por el tortuoso camino.
El azaroso viaje.
Primer trayecto. Los asientos no están numerados y, aunque se dice que los extremos no son buenos, para el primer trayecto me coloco en el situado más hacia la cola: quiero ver cómo las ruedas pierden el contacto con el suelo en el momento del despegue, y cómo se estrellan contra él en el posterior aterrizaje.
Ya se divisa Terceira: Reconozco, de cuando estuve en esta isla hace ahora 3 años: Monte Brasil, Islote de las Cabras y el monumento que se yergue en la colina contigua a Praia da Vitória.
Primera escala. Aterrizados en Terceira, toca hacer tránsito. Ya sabes, abandonar el avión con todo tu equipaje de mano, pasar un tiempo en las dependencias del aeropuerto de turno, y volverte a montar (en este caso) en el mismo avión del que descendiste hace un rato.
Segundo trayecto. Tomo ahora posesión de un asiento primerizo (de la primera fila, no que vaya a tener su primer hijo: ese bultito que lo engorda por debajo es el chaleco salvavidas). Aquí tengo espacio extra para estirar completamente mis fieles y curtidas piernas. Resumiendo, que voy el PRIMERO aunque no esté viajando en PRIMERA (clase).
Segunda escala. Mi bolsa llega sin problemas a São Miguel. Tras volverla a facturar, y mientras hago tiempo para tomar el siguiente vuelo (sí, el que me llevará de vuelta a Terceira) busco un punto con Internet para contarte cómo va la cosa. Y haberlo lo hay pero, adivina qué... ¡apagón tecnológico! Así que mi gozo en un pozo... de maré, ¡mecachis en la mar! Para ahogar mis penas me dedico a planificar mis futuras caminatas por TODO lo largo (12,5 Km), ancho (8 Km) y alto (405 m) de Graciosa: ¡miedo me doy!
Tercer trayecto. Esta vez elijo un asiento situado frente a la hélice del motor (sí, para estos vuelos cortos utilizan aviones de hélice). Un océano de nubes cubre al verdadero océano que convierte a las islas en tales.
Tercera escala. De nuevo en Terceira y, de nuevo, hay tránsito. Pues va a ser que saben que me apasiona transitar por todos y cada uno de los sitios por los que viajo pero, caramba, que este mismo sendero lo acabo de recorrer hace un rato.
Cuarto trayecto. Repito uno de los asientos delanteros. Sorprendentemente, la gente no parece interesada en ellos. En el horizonte, rasgando el velo de nubes, surge imponente la oscura silueta piramidal del Volcán Pico Alto.
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Waypoints
Summit
7,598 ft
Montanha do Pico
Panorama
74 ft
Miradouro Pontinha
Fountain
228 ft
Fonte Candelária
Waypoint
37 ft
Poço maré 140604-01
Fountain
30 ft
Fonte da Silveira
Beach
36 ft
Zona balnear das Arinhas
Mooring point
16 ft
Porto de São João
Fountain
74 ft
Fonte 140604-01
Religious site
67 ft
Império Espírito Santo 140604-1
Waypoint
61 ft
São João Novo
Beach
-0 ft
Zona balnear Ponta do Admoiro
Park
260 ft
Reserva Florestal Mistério São João
Bridge
134 ft
Ribeira Laje, Terra do Pão
Religious site
122 ft
Império Espírito Santo, Terra do Pão
Bridge
134 ft
Ribeira 140604-01
Religious site
234 ft
São Caetano
Ruins
51 ft
Ruine Moinho do Redondo
Religious site
48 ft
Oratorio São Pedro 140604-01
Religious site
329 ft
Ermida, São Mateus
Religious site
267 ft
Igreja de São Mateus
Beach
43 ft
Piscina Oceanica São Mateus
Panorama
76 ft
Miradouro ilhéu y arco oceánico
Waypoint
39 ft
Poço maré 140604-02
Waypoint
13 ft
Portinho 140604-01
Ruins
33 ft
Moinho de Vento (ruinas) 140604-1
Religious site
169 ft
Império Espírito Santo, Mirateca
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