2011-06-14 SJO Velas; Ponta dos Rosais, Sete Fontes, Fajã do João Dias, Baía Entre-Morros, Velas

• Evita el largo trecho de carretera entre el parque florestal Sete Fontes y la pista de tierra que conduce hacia la Fajã do João Dias.
  
• La salida de la Fajã do João Dias se hace por la pista, con fuertes repechos, que discurre a lo largo de la pared del acantilado.
  

Catálogos
Otras rutas por Las Azores.

CRÓNICA
Introducción
Como ayer mi sino fue el de sufrir el pequeño CONTRATIEMPO de tener que demorar en un día mi llegada a São Jorge, hoy, para devolver ese favor, redactaré mi pequeña crónica a CONTRA-TIEMPO. Eso y que, como creo que mi crónica de ayer me salió bastante aburrida (me sentía melancólico, quizás hasta algo deprimido, paseando por lugares que tan inolvidables recuerdos me han traído; momentos que fueron y ya nunca volverán a ser ni parecidos), para remediarlo... la de hoy la voy a poner PATAS-ARRIBA.
Me explico. El relato de cada acontecimiento se presentará en el orden temporal INVERSO a cuando realmente ocurrió. Te ofrezco para hoy así, querido lector, dos opciones de lectura para el resto de este manuscrito: de abajo-arriba o de la forma "habitual", intentando predecir el cómo o el porqué dio lugar a que ocurra lo que entonces estés leyendo.

A contra-tiempo
23:00 En mi hotel, iniciando la redacción de esta crónica.
22:00 Sentado en el restaurante Azores, junto a la iglesia matriz. Ceno: sopa, espagueti con salsa de tomate, flan casero, pan y Fanta de naranja.
21:57 Oigo una orquesta. La música sale del interior de una casa. Me acerco. A través de las ventanas descubro que se trata de un grupo de gente que está practicando música. Pido permiso y les saco una foto.
21:55 Ya en Velas, paso junto al supermercado.
21:40 En el mirador de Canavial.
21:25 Contemplando la IMPRESIONANTE baía Entre-Morros.
21:05 En el arcén de la carretera: un señor, junto a ¿su hijo? está alumbrando con una linterna el interior de los huecos que hay entre las rocas de un muro. Le pregunto qué pasa. Me responde que están buscando su pájaro, que ha escapado de la jaula. Deseándole suerte en su empresa, prosigo mi camino.
20:55 Alcanzamos el punto en el que nuestros caminos se separan: él se dirige a Rosais y yo a Velas. Nos despedimos cordialmente y proseguimos cada uno por su lado.
19:45 Justo cuando se inicia la "gran" cuesta me encuentro a dos paisanos. Uno, de 75 años, vive PERMANENTEMENTE en la fajã, sembrando y cultivando. El otro, de 57, se dispone a iniciar la remontada. Tras charlar los tres un rato, nos despedimos del más anciano y emprendemos juntos la escalada. Mi compañero me va explicando dónde, tiempo ha, existían otros caminos ahora invadidos por la vegetación. También me habla de los "descansaderos", grandes piedras situadas (de tarde en tarde) en la orilla del camino para que los porteadores de toneles de vino pudieran dejar sobre ellas su carga y, así, poder descansar un rato. Le pregunto yo, por mi parte, si conoce alguna leyenda sobre estas tierras, Las Azores, y... o bien no entiende mi pregunta, o no conoce ninguna. Más adelante, animada ya la conversación, me dice que todos los caminos de la isla, hoy en día, se pueden consultar en... Facebook. Yo le replico que... será en Google. Y, en efecto, reconoce su desliz.
18:17 Junto a la línea costera, en la Fajã do João Dias, que cuenta con una pequeña capilla. Deambulo hasta las siete a lo largo de la costa, en dirección noroeste. Y, dada esa hora, comienzo el regreso.
18:00 La pista se acaba al alcanzar la parte superior de la crestería, dando paso a... un serpenteante sendero que desciende por la VERTICAL pared norte de la isla.
17:45 Otro largo recorrido, esta vez por carretera, hasta alcanzar la pista de tierra que conduce hacia la Fajã do João Dias.
16:50 Junto a una casa totalmente recubierta por un manto vegetal, en medio de una inmensa arboleda salpicada por gran número de charcas interconectadas por arroyuelos. Estoy tan fascinado que... se me cae el bolígrafo y ni me entero. Cuando, al cabo de un rato, me doy cuenta de su falta, retrocedo sobre mis pasos y, afortunadamente, lo encuentro y recupero.
16:35 En un mirador desde el que, por vez primera desde tierra, contemplo la IMPRESIONANTE y ESCARPADÍSIMA costa norte de esta isla.
16:15 Tras una larga caminata por una rectilínea pista de tierra, entro en el parque forestal Sete Fontes. Tiene una pequeña capilla cuya gran pila bautismal presenta su líquido contenido totalmente cubierto por verdes ovas. También hay una barca ballenera, colocada sobre una gran piedra tallada en la forma de la propia isla São Jorge.
15:18 Subo al mirador Vigia de Baleia que, como su nombre indica, es el lugar donde se asienta una torre para avistamiento de ballenas.
15:15 El taxi me lleva hasta el Faro de Ponta dos Rosais, en el extremo noroeste de la isla. El faro es muy feo (y parece estar en ruinas) pero, en el mar, 200 metros por debajo de donde estoy, un gran peñasco aislado surge de las aguas del océano y me muestra un arco marino. Es una imagen ESPECTACULAR. También vislumbro, entre brumas, la isla Faial.
14:30 Mientras espero en la puerta del hotel la llegada de mi taxi, quien llega es un grupo de nuevos huéspedes: parecen senderistas alemanes.
13:30 De vuelta por el hotel, momento en el que te escribo para decirte que, finalmente, estoy en São Jorge.
13:05 En el supermercado, de compras... para esto había salido, ¿no te acuerdas? Agua, chocolate y fruta.
12:55 Paseando por el cementerio.
12:45 Junto a la iglesia de San Francisco y el Centro de Salud.
12:30 Entrando, tras preguntar, en una zona edificada donde un cartel reza... PARTICULAR. Se trata de un Centro de Día: espero que no sepan de mis locuras y pretendan ingresarme en este lugar. Inicio, ya te imaginas, otra empinada cuesta-arriba. ¡Guau! y que me den más. Pero, en seguida, el camino comienza a hacer zigzags y... ya no es para tanto, pues ha perdido para mí parte de su encanto. Llego así hasta un rústico techado provisto de un banco y que hace las veces de mirador sobre Velas. A partir de aquí, aunque veo que el camino prosigue la ascensión, está siendo invadido por la exultante vegetación: media vuelta.
12:00 Entrando en el Jardín Botánico para subir por el camino principal, cuyo trazado va haciendo amplios zigzags. En cada uno de sus recodos hay una casita: parecen antiguas jaulas, que albergarían qué sé yo qué animales, vacías hoy en día. Aunque este paraje no está mal, con todo lo que hasta ahora llevo visto no me consigue impresionar.
Parafraseando la conocida canción: hoy no sé si será un gran día pero sí, desde luego, imposible de olvidar. Tiene toda la pinta de que será São Jorge la que ponga a prueba mis fuerzas y mi resistencia... y no el Volcán, cuya imponente silueta, desde el horizonte, sigue el curso de mis pasos al otro lado del mar.
11:45 Junto a una ¿granja? de gallinas y de patos. Llego así a una carretera transversal "más horizontal". Doy por concluida mi trepada e inicio el descenso al corazón de una ciudad que me está robando el mío.
11:40 Contemplo la isla Pico completamente despejada, aunque la vista no es del todo clara: hay algo de calima o, quizá, bruma marina.
11:30 Salgo a una calle... ¡muy empinada! Creo que nunca he visto otra igual... como calle, digo. Me veo obligado a subirla de puntillas: Rua dos Degraus se llama. ¡Madre mía, qué ciudad! Me encanta este lugar.
11:25 Subiendo por los peldaños de una singular escalera que discurre a lo largo de un túnel vegetal.
11:10 En el paradisíaco Jardim da República: hay una gran jaula atestada de periquitos y algunas codornices, un templete central y muchos parterres con flores de casi todos los colores.
11:05 De paseo por la calle peatonal.
10:50 Franqueo el Portão do Mar, junto al puerto, una puerta de la ahora inexiste muralla. Y entonces, allí, encaramada a un tejado, encuentro una auténtica sirena que parece estar varada o a la espera de a quién cantar. Eso, o es una original escultura colocada allí, en las alturas.
10:45 En la oficina de turismo que, a pesar de los horarios de apertura que figuran en su puerta... está cerrada.
10:30 Frente a la iglesia matriz de São Jorge: frente a ella, en una plaza, hay... un dragón. Visitando el interior de la iglesia coincido con dos mochileras ¿montañeras? Me acerco a ellas y les pregunto por su experiencia con los caminos de esta isla: desgraciadamente hoy también es su primer día en São Jorge.
10:20 Junto al auditórium municipal. Unos paisanos están engalanando la Rua da Gruta, frente a uno de los mucho Imperios característicos de estas islas. Les pregunto por el motivo de los adornos y me responden que el próximo viernes, sábado y domingo, desde las seis de la tarde, van a estar allí de fiestas.
10:15 En la zona de baño Poça dos Frades.
10:05 Salgo a comprar agua, chocolate y fruta pero, durante el recorrido, paso por delante de un basáltico arco marino... y se me abre el apetito por descubrir otros encantos que tenga esta ciudad.
09:45 En el hotel São Jorge Garden, en la ciudad de Velas: desde mi habitación, allá a lo lejos, se ve el Volcán.
09:30 Llega la furgoneta del transportista, que aparca en el primer sitio que le parece. De inmediato aparece un coche de policía que se acerca al conductor y le "regaña" por aparcar donde no es debido. Los dos vehículos arrancan al tiempo, el coche de policía va delante y nosotros le vamos siguiendo. ¿Nos llevan arrestados? Pero no, porque al cabo de un rato la policía gira hacia un lado y nosotros continuamos de frente. Durante este trayecto puedo contemplar el volcán Pico Alto: su cima está cubierta por una capucha de nubes. Ya cerca del hotel, la baía de Entre-Morros sería un digno enclave para el mismísimo Coloso de Rodas.
09:10 Recojo mi bolsa y su herida no se ha agravado. Voy al mostrador de SATA y, por fin, se logra contactar con el transportista. Tras una larga conversación, pues parece que no tengan constancia de los servicios de traslados que con ellos tengo contratados, se consigue aclarar el entuerto y, aquí estoy, a la entrada del aeropuerto, esperando la llegada de mi chófer.
09:05 En el tan esperado suelo de São Jorge. ¡Por fin!
Isla São Jorge

09:00 Miro por la ventanilla: no sé si veré algún dragón volando pero, esa isla de ahí abajo, desde luego que es São Jorge... ¡vaya costas ESCARPADAS!
08:45 Por fin ocupando un asiento del avión. Se repite la curiosa logística del balanceo: hoy son... OCHO las filas delanteras que están vedadas a toda presencia humana. Oteo hacia donde se encuentra la cabina del piloto pero, no, no veo que por allí hayan anidado las gaviotas.
08:30 Es la hora prevista para el despegue... y todavía estamos aguardando en la sala de embarque. A mi espalda escucho el peculiar chillido que es característico de una especie de gaviotas que fueron mis plumíferas, nocturnas y, al principio, escalofriantes vecinas de alojamiento mientras residí en Pico. Me giro, intrigado, y resulta ser... el sonido que ha elegido para su teléfono móvil otro de los pasajeros.
08:00 Veo aterrizar al que creo es mi avión y la agencia de viajes... cerrada. Así que, renunciando a esperar por su apertura, paso el control policial y tomo asiento en la sala de embarque. A mi lado, quienes creo son una abuela y su nieta (hablan entre ellas en inglés) están jugando a las cartas con una baraja francesa (ya sabes, la que está compuesta por corazones, tréboles, diamantes y picas). Pienso, por un instante, si invadir su intimidad y mostrarles algún efecto sorprendente empleando SU baraja. Pero, en el campo de la magia, me siento oxidado y con atrofia en mis manos. ¡Ay! Si ahora estuviera aquí el Sr. Ranz... otra sirena, digo gallo, cantaría.
Aquí los aeropuertos son distintos, por pequeños: para ir desde la terminal hasta tu avión (o viceversa) lo habitual es hacerlo... caminando por la pista.
07:20 Intento contactar con el transportista de São Jorge para avisarle de mi llegada... pero es muy temprano: sus oficinas deben estar aún vacías. En el aeropuerto hay una agencia de viajes que, ¡mira tú por donde! resulta que ES la que debe encargarse de mis traslados... pero, claro, todavía está cerrada.
07:00 Facturo mi ¿malherido? equipaje.
06:05 En el aeropuerto, a donde he ido en taxi (que pagará SATA). Observo que mi bolsa de viaje (la que facturo) presenta un, todavía, incipiente descosido en uno de sus costados. Pasa un policía: le pregunto si en el aeropuerto, desierto todavía, tienen cinta adhesiva para reparar el roto. No, parece que no tienen, pero me ofrece un par de pegatinas que, en un chillón color rojo, proclama FRÁGIL a los cuatro vientos. Y con estos endebles apósitos palío, por el momento, la herida de mi compañera de volajes.
06:00 Ayer noche llovió, me dice el taxista. Pero hoy ha amanecido completamente despejado y sin la más mínima presencia de nuestro buen amigo, el viento.
05:45 Resindencial Terezinha. Desayuno, más frugal que otros días, gracias al amable recepcionista del turno de noche (todavía no debería abrirse la zona de desayunos).
Isla Terceira
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Ir a la primera de las crónicas de:

• Este viaje por Las Azores: 28 de mayo de 2011, isla Pico.
  
• Mis andanzas por la isla Graciosa: 8 de junio de 2011.
  
• Mi andanza (inesperada) por la isla Terceira: 13 de junio de 2011.