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El Grao

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Trail stats

Distance
0.34 mi
Elevation gain
3 ft
Technical difficulty
Experts only
Elevation loss
3 ft
Max elevation
15 ft
TrailRank 
25
Min elevation
0 ft
Trail type
Loop
Time
14 minutes
Coordinates
102
Uploaded
August 21, 2023
Recorded
August 2023
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near El Grao, Valencia (España)

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Itinerary description

El Grao


En el mercado de la Cebada quedan pocos puestos abiertos. Solo los fines de semana hay movimiento, cuando algunas pescaderías venden bandejas de marisco ya cocido, latas de cerveza y botellas de sidra, y el bar que hay frente a la carnicería grande hace hamburguesas y pinchos y la gente va allí a comer de pie y a beber. Entre semana es un mercado a medio gas. Tanto en la planta de arriba como en la de abajo hay pasillos enteros con el cierre echado. Es un mercado demasiado grande ahora, y en invierno resulta frío, pero en verano es un buen refugio.
Oliva se para delante de la charcutería que hay nada más bajar las escaleras, en la primera esquina. El señor es simpático, siempre le da conversación, le agradece con los ojos que compre allí. No es su tienda preferida, es una charcutería por la que no ha pasado el tiempo: la mortadela conserva el rosa fucsia que tenía en su infancia, el salami brilla fosforescente, los salchichones sudan, prietos, junto a la sobrasada y los jamones apagados. Oliva debería evitar comer todo eso. Pero el hombre vende un queso viejo que está buenísimo, y cada vez que ella se lo pide él le cuenta de dónde viene, quién lo trae, cuánto tiempo lleva curándose en el secadero y por qué es más caro de lo normal. Oliva lo escucha y sonríe y le dice ponme un poquito más, y el charcutero limpia el cuchillo con mimo y envuelve el trozo de queso en un papel blanco y resbaladizo de principios del siglo pasado. Luego se queja. Se queja de que los lunes hay muchos puestos que no abren, y eso no es bueno. Los clientes no pueden llegar un lunes al mercado y encontrarse las dos pollerías cerradas, o con solo una pescadería abierta en la planta de abajo. No se ponen de acuerdo, dice el hombre, y nos tenemos que poner de acuerdo. Esto se está muriendo y hay que mantenerlo entre todos. Si cierra Daniel, por ejemplo, yo no puedo cerrar, no se puede dejar a la gente sin su chorizo. Y luego está lo de los fines de semana, con las fiestas. De eso no vivimos, vivimos de nuestros puestos. Tenemos que coordinarnos para librar, pero nada, aquí cada uno va a lo suyo. Cualquier día nos quedamos sin mercado. El charcutero tiene una barriga grande y redonda debajo del delantal, una calva que reluce bajo las bombillas desvaídas de su pequeño habitáculo y unos párpados de cera que cubren solo la mitad de sus tristes globos oculares. Cuando Oliva llegó al barrio siempre pasaba de largo por esa tienda, porque el charcutero, en las distancias largas, le parecía un hombre desagradable. Sin embargo ahora le provoca ternura. Lo imagina soltero; no puede evitar, cada vez que él desarrolla la situación, la cálida protesta de sindicato, imaginárselo llegando a casa, un pequeño piso en el barrio, de techos altos, con las cortinas que su propia madre colgó cuando vivía, con oscuros bodegones en las paredes y olor a puchero y a calefacción central, no puede imaginárselo de otra forma que sentado, solo, en un sillón orejero frente a la televisión, cenando pan con queso viejo y un huevo frito y unos rábanos picantes flotando en un cuenquito blanco que ni siquiera es de porcelana, sino de esos que regalaban con los yogures en 1983

Joëlette

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