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Bordecorex / Villasayas / Alcubilla de las Peñas / Yelo /Barahona

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Author

Trail stats

Distance
53.84 mi
Elevation gain
2,300 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
2,300 ft
Max elevation
3,978 ft
TrailRank 
32
Min elevation
3,186 ft
Trail type
Loop
Time
10 hours 16 minutes
Coordinates
12372
Uploaded
October 6, 2020
Recorded
September 2020
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near Bordecorex, Castilla y León (España)

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Itinerary description

Septiembre 2020
Parto en una nubosa mañana hacia una interesante ruta en bicicleta que atravesará pequeños pueblos al este de Bordecorex , campos de cereal en los altos castellanos , dehesas de encinas y parte del recorrido a través de la cañada real soriana.

Salgo de Bordecorex por el apacible Valle del Torete. A los pocos metros de pasar los restos de la atalaya de la Torremocha, me invade cierta tristeza al toparme con los destrozos que se están haciendo en el camino para ensancharlo. Justo después de la atalaya se encontraba la parte del recorrido más frondosa y embaucadora, donde las ramas de las encinas casi te tocaban al pasar y sentías que los corzos y aves te observaban desde el tupido bosque. Ahora en este punto se ha alineado el camino eliminado la curva, arrancando gran parte de los árboles para ello, y todo el borde se ensancha unos 5 metros desde aquí hasta Fuentegelmes. Quizá es más práctico para el paso de maquinaría agrícola pesada, pero el camino pierdo con ello parte de su melancolía y encanto. Afortunadamente las laderas del valle seguirán conservando sus frondosas encinas y quejigos.

Paro unos minutos en Villasayas a contemplar el interesante porticado románico de su iglesia.

Continuo hacia el este buscando el siguiente pueblo a unos 5 kms , Jodra de Cardos. El paisaje cambia . Sigo en un valle pero ya sin paredes laterales donde el cielo es más abierto. La loma norte ha sido colonizada por aerogeneradores. No ha tenido la suerte de ser ZEPA ( Zona de Especial Proteccion de Aves ) , como los aledaños Altos de Barahona.

Tras Jodra de Cardos dejó la carretera y ya me adentro en camino de concentración , pero tan solo durante 1 km, ya que me desvío a continuación hacia un pequeño camino muy bonito que asciende , a modo de casi alfombra de yerba que serpentea entre encinas.

Estropeo el retozar de varios corzos entre la maleza. Esta es una zona alta , de absoluto e inmenso espacio abierto. El cielo presenta nubes y claros en caprichoso desfile. En la lejanía diviso sólo Barahona hacia el oeste como punto habitado en kilómetros a la redonda.

Tras varios kilómetros atravesando algún campo de cultivo y este extenso páramo desolado diviso a lo lejos encaramado en una colina Alcubilla de la Peñas. No hay duda de a qué debe este pueblo su apellido. Se sitúa en lo alto de unos peñascos y sus casas se desparraman por la ladera sur .
Debe haber buenas vistas desde allí arriba , pienso , y decido serpentear ascendiendo las empinadas callejuelas del pueblo. Antes de subir visito el curioso lavadero semicircular y la fuente recientemente rehabilitados que se encuentran en la parte baja del pueblo. Hasta aquí tenían que venir sus habitantes , sobre todo las mujeres , a coger agua y lavar la ropa.
Ya arriba, efectivamente, las vistas son estupendas junto a la iglesia, que se sitúa en su punto más alto. Sin duda debió tener algún carácter defensivo o de vigilancia en la Edad Media cuando toda esta comarca constituyó frontera móvil entre los reinos cristianos y musulmanes.
Desde aquí me deleita un gran espacio abierto donde la vista alcanza varios kilómetros aunque no se llega a divisar ningún otro pueblo.
A la bajada entre la calles una mujer está pintando una bicicleta con colores en la puerta de su casa . Ya había visto en la subida varias bicis pintadas decorando algún rincón del pueblo. Entablo conversación y me indica que ha decidido pintar las bicis que la gente no va a usar más, a modo de reciclaje creativo. Varias de sus bicicletas decoran algunas esquinas de la localidad.

Desde aquí mi siguiente destino es Yelo. No quiero pedalear por la carretera , prefiero buscar caminos de tierra , algo más dificultosos, quizá embarrados con las últimas lluvias, pero más naturales y solitarios.
No veo claro por donde seguir y pregunto a un hombre que está metiendo material en una nave a las afueras de Alcubilla . Amablemente me indica que estoy en la dirección correcta, y que prácticamente voy a inaugurar el flamante camino de concentración que acaban de construir. Tras un par de kilómetros el flamante camino se acaba y sigo por el camino tradicional , fácil , todo recto con campos de cultivo a ambos lados y algún conjunto de álamos.

A los pocos minutos distingo en la lejanía, entre unos árboles, la inconfundible silueta de dos de los palomares de Yelo.
Hace 20 años pasé por Yelo en un viaje de cicloturismo desde Madrid. Existía aquí una tiendecita muy pintoresca , casi del siglo XIX , bastante destartalada y descuidada atendida por un hombre muy mayor. Vendía de todo . Le compramos alguna latas y bebida.
Decido indagar que ha sido de esa tienda y su tendero. No recuerdo su emplazamiento ni el aspecto exterior de la casa. Pregunto a la primera mujer que sale de una vivienda. En nuestra conversación me indica que, deduciendo que el edificio es de su propiedad , precisamente ha salido ella de la casa que fue la tienda , y que el hombre que la atendía murió hace 10 años.

Callejeo un poco por Yelo : su iglesia sencilla en un extremo y sus casas parecen acogedoras y bien cuidadas, casi todas colocadas a lo largo de la clase principal .

Me llama la atención ver una pareja joven descargando un coche con una sillita de niño en un día laborable . Entablo conversación y me cuentan que solo llevan un año viviendo en Yelo .Vinieron huyendo de la penuria y la escasez desde Venezuela y se han podido acoger a un programa de repoblación en esta España vacía, reuniendo las condiciones requeridas : tener hijos pequeños y saber realizar todo tipo de trabajos.
El pueblo ha empleado al hombre para realizar el mantenimiento general de al localidad. A los pocos minutos llega el autobús escolar desde Medinaceli que trae a sus dos hijos, los únicos niños que viven aquí de modo permanente.

Con la cerveza fresquita y la manzana a las que amablemente me han invitado los venezolanos, decido retirarme un poco , sacar mis viandas de la alforja y comer en el pequeño parquecito a la entrada de Yelo, junto a la fuente.

Tras la comida y breve reposo prosigo camino. A la salida del pueblo se encuentran los peculiares palomares de Yelo , de planta cuadrada rematados con bolas en sus esquinas y con una cruz en la parte alta, por aquello de que pertenecieron a la Iglesia .
La cría de palomas fue un modo complementario de vida en estas zonas. Aunque en este caso leo que pertenecían a la Iglesia, que supongo arrendaría o pagaría en especie a los cuidadores de estos palomares.

Mi siguiente destino es una ermita y una cueva junto a unas peñas , poco antes de llegar a Conquezuela . Decido ir por la carretera porque no se intuye un camino claro de tierra .
Atravieso Miño , con su antigua estación de tren hoy reconvertida a estancia rural , y Miño de Medinaceli , y observó más adelante a mi izquierda lo que debió ser la laguna de de Conquezuela , desecada en la década de los 50 del siglo pasado para hacer cultivable esa superficie . Hoy día esa acción sería inimaginable por el daño ecológico que supone.
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“Cueva de la Santa Cruz” (Soria)
La Cueva de la Santa Cruz es un lugar mágico y misterioso datado en la edad de Bronce (del 2000 al 1600 ac) y situado a medio camino entre los pueblos de Miño de Medinaceli y Conquezuela, en la sierra de la Ministra en la provincia de Soria.
Delante de este lugar existía, hace unos 50 años, una laguna de grandes dimensiones, unos 50.000 m2, que atraía la presencia de numerosa fauna, y que luego fue desecada para convertirla en campos de cultivo.
La entrada de la Cueva de la Santa Cruz es una grieta abierta sobre unas formaciones rocosas, junto a la que se construyó una ermita del siglo XVIII en respuesta a la sacralización del cristianismo para ocultar los ritos paganos.
En su interior lo primero que nos encontramos a la altura del techo son los restos de una bóveda de cañón típicamente románica y al fondo, en el suelo, una pila por la que cae agua donde se hacían prácticas de rituales. En las paredes encontramos indicios de estos rituales sagrados asociados al culto a la Gran Diosa Madre que aquí se veneraba, unas 2300 cazoletas de diversos tamaños, entre 2 y 5 centímetros de diámetro y junto a ellas figuras humanas esquemáticas, tal vez danzantes u orantes.
Ya en el exterior de la cueva, al lado de la ermita, nos encontramos unas escaleras talladas en la piedra que recuerdan a los escalones de un antiguo Altar de Sacrificios, y en la parte superior por encima de la cueva se tallaron en la edad Media tumbas antropomorfas.
La cueva se encuentra detrás de la Ermita.
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Tras visitar la cueva y la ermita prosigo y atravieso Conquezuela , último pueblo de la provincia de Soria , antes de entran en la de Guadalajara.
Si estos últimos pueblos de Soria ya parecen olvidados y apartados ,la entrada en Guadalajara es desoladora . El firme de la carretera cambia de repente justo en el límite provincial y de Comunidad Autónoma a un estado descuidado y mal mantenido , y el primer y único pueblo de Guadalajara que me topo ya muestra su abandono en la distancia .
Se trata de Torrecilla del Ducado. Las casas, aunque erguidas y completas parecen abandonadas. Justo en la curva que da acceso al pueblo comprendo su estado. Un cartel anuncia que todo el pueblo es propiedad privada . Las calles son de tierra y crece en ellas vegetación. Están sin asfaltar. La mayoría de las casas se muestran cerradas y no mantenidas desde hace mucho tiempo , pero otras ( pocas) están reformadas. Deduzco que algún o algunos particulares han adquirido todo el pueblo y habitan alguna de sus casas como lugar de descanso.
Dejo atrás Torrecilla para en breve girar a la derecha y meterme de lleno en la Cañada Real Soriana. Este tramo de la ruta , de unos 10 kms , es absolutamente embaucador por su soledad , por su estupenda dehesa de encinas , por el espacio abierto y la rica fauna de corzos y aves que se cruzan en el camino. Esta fue ruta de trashumancia de ganado en su tiempo .
El firme es muy irregular con muchas piedras en el camino. No es el más placentero para ir montado en bici, pero el paisaje es sublime.
Así pedaleando, y empapándome de olores del campo y bonito paisaje me presento en Alpanseque . Me dirijo directamente a su iglesia a contemplar su magnifica portada románica , pequeña pero con unos capiteles y arcos muy ricos en decoración. Curiosamente su parte superior fue descubierta hace relativamente pocos años. Al emprender una reforma la encontraron escondida detrás de una cubierta de yeso.

Ya se va echando la tarde encima y debo proseguir hasta Barahona. No me detengo mucho aquí por lo avanzado de la tarde y por ya conocer de excursiones anteriores todos sus lugares interesantes.

Desde Barahona , por caminos de concentración por mitad de campos enfilo hacia Bordecorex . No cruzaré ningún otro pueblo hasta el destino. No resisto la tentación, sin embargo, de parar a mitad de trayecto y acercarme a pie a ver los restos de una atalaya islámica en mitad de un campo de cultivo.
Prosigo en dirección oeste con la vista hacia un espectacular cielo rojizo al atardecer.

El sol poniéndose en el horizonte entre nubes en total soledad , el sonido del viento y varios corzos cruzándose por delante en el camino espantados a mi paso , dan al instante una sensación de plenitud y gran belleza.

Ya llego al inicio de la cuesta que desciende hacia el Valle del Torete.
Bordecorex, con su iglesia ya iluminada, se deja ver allí abajo. Me queda una tenue luz crepuscular para realizar la bajada , que hago despacio a pesar de la premura por poca visibilidad . Me gusta siempre saborear esta bajada sintiendo como el valle me va abrazando poco a poco .

Llego a Bordecorex ya habiendo oscurecido , cansado pero con unas estupendas sensaciones por el recorrido, por lo aprendido en las conversaciones con las gentes que encontré , y por las bonitas estampas del paisaje soriano impresas en la retina .
Agradecido a esta comarca por otra gran ruta que me ha deparado .

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