Camino de Santiago desde Valencia. 3ª etapa. Cella-Calamocha.
near Cella, Aragón (España)
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Trail photos
Itinerary description
Etapa 3. Cella-Calamocha. 70 km. (El track me hace unos rectos que no corresponden)
Me despierto a las siete menos cuarto. Desayuno en el bar que hay frente al albergue, y a las 7:30 ya estoy en la bici. Hace fresquete, se agradece.
La etapa de hoy la conozco muy bien porque la he hecho en bici de bajada un par de veces, y porque pasamos muy cerca del pueblo de mi madre, Ojos Negros. Sí, el que da nombre a la Vía Verde.
Después del gran susto, en esta jornada me propongo disfrutar, y lo hago. Es una etapa de larguísimas rectas y sin demasiado cambio de paisaje. Pero al ser toda de bajada y no demasiado larga, es ideal para recuperar sensaciones.
Me doy cuenta de la cantidad de pájaros que me acompañan.
Paso por pueblecitos por los que nunca había pasado. Pienso en la cantidad de Villafrancas que hay por toda España.
En Monreal del Campo, el pueblo más cercano a Ojos Negros, almuerzo. En la mesa de al lado hay una conversación sobre el COVID, uno de ellos es médico. Es muy mayor pero habla muy bien y con argumentos que comparto.
Me he confiado y me va a pillar el caloraco. Voy por los pueblos de interior. Torrijo del Campo, Caminreal, Fuentes Claras. Me topo por casualidad con una ermita que hay perdida por ahí, y en la que estuve en una boda hace 25 años. Qué cosas.
En el Poyo del Cid, me meto literalmente debajo de una fuente y busco la estatua del Cid. Esta chula, me hago las fotos de rigor y busco ya Calamocha, que se ve al fondo. Voy por una general por la que pasan pocos coches.
A las 13h. me hago la foto en el cartel de entrada.
Busco el hotel que está en la misma carretera general. Es un hotel de los de toda la vida. Son muy amables y me dejan subir la bici a la habitación. He comprado una bolsa de hielos y me la pongo en la tibia.
Me ducho, lavo la ropa y me bajo a comer al pueblo.
Doy una vuelta y decido comer en el Bar el Chato, en la rotonda principal del centro. Me como un plato combinado con dos hamburguesas que, con la Ambar de turno, entran muy bien. En la mesa de al lado comen unos abuelos con su nieto. Son de buen comer, los tres. No perdonan el postre. Yo tampoco.
Después en el Hotel, descanso y estudio de la siguiente etapa. Paseo vespertino, llamada a Carola y a los niños, ensalada de pasta del Dia y a dormir.
El dolor sigue ahí, me molesta al andar. Pero cada vez es más anecdótico.
Me despierto a las siete menos cuarto. Desayuno en el bar que hay frente al albergue, y a las 7:30 ya estoy en la bici. Hace fresquete, se agradece.
La etapa de hoy la conozco muy bien porque la he hecho en bici de bajada un par de veces, y porque pasamos muy cerca del pueblo de mi madre, Ojos Negros. Sí, el que da nombre a la Vía Verde.
Después del gran susto, en esta jornada me propongo disfrutar, y lo hago. Es una etapa de larguísimas rectas y sin demasiado cambio de paisaje. Pero al ser toda de bajada y no demasiado larga, es ideal para recuperar sensaciones.
Me doy cuenta de la cantidad de pájaros que me acompañan.
Paso por pueblecitos por los que nunca había pasado. Pienso en la cantidad de Villafrancas que hay por toda España.
En Monreal del Campo, el pueblo más cercano a Ojos Negros, almuerzo. En la mesa de al lado hay una conversación sobre el COVID, uno de ellos es médico. Es muy mayor pero habla muy bien y con argumentos que comparto.
Me he confiado y me va a pillar el caloraco. Voy por los pueblos de interior. Torrijo del Campo, Caminreal, Fuentes Claras. Me topo por casualidad con una ermita que hay perdida por ahí, y en la que estuve en una boda hace 25 años. Qué cosas.
En el Poyo del Cid, me meto literalmente debajo de una fuente y busco la estatua del Cid. Esta chula, me hago las fotos de rigor y busco ya Calamocha, que se ve al fondo. Voy por una general por la que pasan pocos coches.
A las 13h. me hago la foto en el cartel de entrada.
Busco el hotel que está en la misma carretera general. Es un hotel de los de toda la vida. Son muy amables y me dejan subir la bici a la habitación. He comprado una bolsa de hielos y me la pongo en la tibia.
Me ducho, lavo la ropa y me bajo a comer al pueblo.
Doy una vuelta y decido comer en el Bar el Chato, en la rotonda principal del centro. Me como un plato combinado con dos hamburguesas que, con la Ambar de turno, entran muy bien. En la mesa de al lado comen unos abuelos con su nieto. Son de buen comer, los tres. No perdonan el postre. Yo tampoco.
Después en el Hotel, descanso y estudio de la siguiente etapa. Paseo vespertino, llamada a Carola y a los niños, ensalada de pasta del Dia y a dormir.
El dolor sigue ahí, me molesta al andar. Pero cada vez es más anecdótico.
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