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Etapa 4. Camino del Cid. Gormaz-Atienza

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Trail stats

Distance
29.29 mi
Elevation gain
2,602 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
1,952 ft
Max elevation
4,513 ft
TrailRank 
43
Min elevation
2,910 ft
Trail type
One Way
Moving time
3 hours 29 minutes
Time
4 hours 4 minutes
Coordinates
5662
Uploaded
June 8, 2023
Recorded
June 2023
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near Gormaz, Castilla y León (España)

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Itinerary description

El Desierto del Duero es un término historiográfico que hace referencia a un supuesto despoblamiento de la cuenca del Duero durante el siglo viii. Según esta tesis, mantenida fundamentalmente por Claudio Sánchez-Albornoz, se trataría de un despoblamiento estratégico llevado a cabo por el rey Alfonso I en sus campañas de defensa del Reino de Asturias. Otros historiadores, como Menéndez Pidal o Américo Castro, restaron importancia a este despoblamiento y sostenían que en el posterior avance cristiano no hubo un repoblamiento, sino una reorganización del territorio y de la población al incorporarse al reino. Los historiadores Abilio Barbero y Marcelo Vigil publicaron en 1978 La formación del feudalismo en la Península Ibérica, en el que criticaban la tesis de Sánchez Albornoz, pero el debate continuó a lo largo de las décadas siguientes.


En torno al año 740, tres décadas después de la conquista musulmana de la península ibérica, se produjo la revuelta bereber, protagonizada por los contingentes bereberes que habían formado parte del ejército árabe que había acabado con la monarquía visigoda en el año 711 y que tuvo su epicentro en el norte de África. Para sofocar la revuelta, el califa de Damasco envió un ejército compuesto por tropas sirias, denominadas yunds ('ejércitos'), que consiguió poner fin a la rebelión y, como recompensa, cada yund recibió una provincia de Al-Ándalus.

Una de las consecuencias de la revuelta bereber fue que la zona al norte del Sistema Central quedó indefensa porque las guarniciones árabes allí desplegadas se habían visto obligadas a replegarse hacia el sur ante los ataques de los rebeldes bereberes. Este vacío fue aprovechado por el rey astur Alfonso I, que desplegó una serie de campañas por el valle del Duero, que según las crónicas medievales, supusieron la conquista de un gran número de ciudades, cuyos habitantes fueron llevados al reino astur. Partiendo de estos hechos, muchos historiadores, y en especial Claudio Sánchez Albornoz, desarrollaron la teoría de que lo que pretendía Alfonso I era crear un «desierto estratégico» en el valle del Duero con el objetivo de proteger al reino astur de las incursiones musulmanas. Para Sánchez Albornoz, la «despoblación del valle del Duero» tuvo unas consecuencias aún más profundas para el futuro del reino de Asturias, porque al haber quedado «deshabitado», esa «tierra de nadie» sería ocupada en los dos siglos siguiente por los astures, extendiendo el reino por toda la meseta norte y forjándose en esa empresa una clase de pequeños propietarios libres que constituirían la columna vertebral del reino. Los argumentos aportados por Sánchez Albornoz fueron de tres tipos: documentales (las referencias al "desierto" que aparecen en las crónicas árabes y cristianas), toponímicos (la mayoría de nombres de los lugares proceden de la época de la repoblación) y sociales (en la cuenca del Duero apareció una sociedad nueva sin vínculos con el pasado).

La población que marchó al norte fue «la población dirigente —nobles y clérigos—», «lo que originaría de inmediato un empobrecimiento y ruralización radical de las muestras externas de habitación en la región, al mismo tiempo que un fundamental vacío político... Esto explicaría suficientemente que en las fuentes posteriores no se mencione la existencia de una población en dicha zona, al no existir allí ningún poder o estructura estable y reconocida».

En 2003 Julio Valdeón destacaba que «ha sido sobre todo la arqueología la que más ha criticado la hipótesis de la despoblación, para lo cual se basa en excavaciones que revelan, en determinados puntos, una continuidad poblacional». «De todos modos —continuaba Valdeón—, al margen de la mayor o menor despoblación de aquellas tierras, es indudable que la cuenca del Duero fue una "tierra de nadie", por cuanto desde mediados del siglo viii no estaba dominada ni por al-Ándalus ni por el incipiente reino astur. En cualquier caso hubo, sin la menor duda, un importante proceso repoblador, del cual eran protagonistas ante todo gentes procedentes del otro lado de la cordillera Cantábrica, a las que se sumaron, avanzado el siglo ix, mozárabes que abandonaban al-Andalus». Un año antes, Valdeón había aportado otra prueba de la continuidad poblacional en el valle del Duero: un documento del año 909 referido a la localidad de Alkamín, cercana a Tordesillas, en el que se alude a la presencia en el lugar de «gente barbárica» —¿en alusión a los bereberes?, se preguntaba el propio Valdeón—.

En 2010 Eduardo Manzano Moreno, haciendo un balance del debate, concluyó que «es exagerado decir que entre los siglos viii y x todo el valle del Duero se convirtió en un gran desierto estratégico. Sin embargo, sí que es cierto que después de la conquista del 711 núcleos que hasta entonces habían sido sedes episcopales, como Salamanca, Palencia, Osma o Ávila, así como numerosos enclaves de menor importancia se esfuman de las fuentes árabes y latinas. No cabe duda de que siguieron siendo habitados —doscientos o trescientos años más tarde volvieron a recobrar su antiguo protagonismo en el mismo emplazamiento que antaño habían tenido—, pero lo que ocurrió en ellas o lo que hicieron sus gentes durante este largo hiato es algo que nos resulta desconocido. Sin una estructura administrativa reconocible y sin centros de poder como monasterios o grandes dominios que centralizaran los recursos, toda esta región se presenta como una tierra de nadie, abandonada tanto por los reyes del norte como por los emires del sur... El valle del Duero se convirtió así en una zona evitada tanto por cristianos como por musulmanes. Ahora bien, y mientras que estos últimos, por razones que no alcanzamos a comprender del todo bien, dieron la espalda a la región, la expansión del reino astur a lo largo de los siglos ix y x se realizó sobre ella ayudando así a dotar a los reinos cristianos del norte de una base territorial más sólida».

El primero que comenzó a hablar del despoblamiento del valle del Duero fue el historiador portugués Alejandro Herculano en su obra La Historia de Portugal, publicada entre 1846 y 1850.


Cruzando la Sierra del Bulejo:

La sierra de Pela es la cadena montañosa más oriental y de menor altura del Sistema Central español, con vertientes a la cuenca del Duero, al norte, y a la cuenca del Tajo, al sur. Se extiende linealmente de oeste a este a lo largo de unos 35 km entre las provincias de Segovia, Soria y Guadalajara, desde Santibáñez de Ayllón hasta Romanillos de Atienza, componiéndose a su vez de tres subsierras, la de Grado al oeste, la de Pela en el centro y la del Bulejo al este. Linda al oeste con la sierra de Ayllón; al sur con los valles del río Pelagallinas, el Bornova y el Cañamares y con las sierras de Alto Rey y de la Bodera; al este con los altos de Barahona y la sierra Ministra, nexos entre los sistemas Central e Ibérico, y al norte con la comarca de Burgo de Osma.

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