Sevilla - Córdoba

Ruta de dos días utilizando vías verdes y caminos fáciles.
Tras dejar el coche en la estación de Córdoba (ojo a los descuentos por fin de semana) tomamos el primer regional que nos deja en Santa Justa, donde empieza el viaje con un recorrido turístico. lo primero, por carril bici, llegamos a la ronda de Capuchinos, pasando por delante de la Macarena (aaaaaau) y de la torre de los perdigones, una torre desde la que se vertía plomo líquido gota a gota, y al caer se formaban los perdigones. Callejeo hasta "Las Setas", un curioso mirador que ocupa la plaza de la Encarnación, y más callejeo por las calles viejas de Sevilla hasta llegar a la catedral y los Reales Alcázares. Seguimos hacia el Guadalquivir, su torre del Oro (imprescindible foto desde el puente de San Telmo) y ya puestos, su réplica de la nao "Victoria".
La siguiente parada iba a ser la plaza de España en el parque de María Luisa, pero estaba la calle cortada por la salida de la media maratón de Sevilla y nos dimos un rodeo. Ya en el track vimos que nos alejábamos del parque, pero se nos estaba haciendo tarde. Otra vez será.
Salimos de Sevilla usando carriles bici, pasamos por un súper para pillar agua y desayunar algo, y al pasar por la Universidad Pablo de Olavide tomamos un camino de tierra: la puerta verde de Alcalá de Guadaira. Es una pista paralela al canal de Guadaira primero, y al propio Guadaira después. Se van pasando molinos y se alcanza Alcalá, con un parque fluvial donde está prohibido ir en bici. Parece ser que con poner un cartel ya vale para todo el parque y para todas las entradas... bueno, tocó un poco de callejeo hasta llegar al extremo del parque y la salida de Alcalá, cerca del castillo de Marchenilla. Un cacho de arcén más tarde, un poco de pisteo y, tras pasar bajo la A-92, la única subida digna de tal nombre, a la finca del Gandul. Apenas 1 Km que nos deja en la vía verde de Los Alcores.
Esta es una vía verde que te tienes que creer. No está kilometrada, apenas tiene cartelería, no tiene restos de estaciones, y el firme no se ha tratado; presenta baches por el paso de los tractores y otros vehículos agrícolas. No hay áreas de descansos más allá de algún banco de madera. Esta vía verde llega hasta Carmona, pero no la usamos entera. En El Viso del Alcor nos desviamos, pero no sin antes acercarnos al pueblo y, en el primer bar abierto, comernos un bocadillo. Bar sin plancha ni cocina ni cafetera. Un bocata de lata y a seguir camino.
Y el camino gira 90 grados a la derecha y busca Marchena, por caminos de labranza. Estábamos preocupados planeando esta ruta, porque habíamos visto un vídeo de un tipo metido en barro hasta las rodillas. Pero por la mañana cerca del Guadaira no había nada de barro, así que seguimos el plan previsto. Y barro no hubo, pero sí un vendaval de aire en contra, y arenales, y huellas de tractor de esas que traquetean cuerpo y máquina. Pidiendo un respiro a Eolo entramos a Marchena, donde nos tomamos el café que le debíamos al cuerpo.
Saliendo de Marchena por la estación de tren se toma la vía verde de la Campiña (sevillana). Esta vía verde tiene un camino paralelo para coches al lado, y entre medias, cientos de árboles plantados por los chavales en distintas campañas. Además, cuenta con áreas de descanso con fuente, aunque sólo puedo dar fe de la última antes de llegar a Fuentes de Andalucía, marcada como waypoint. Ya en Fuentes, un poco agua a las bicis (es importante lavar las bicis antes de llevarlas a dormir, nuestros hostaleros nos lo agradecerán) y al hotel-pensión Manolo. Aquí si había cocina y cafetera, pero no menú, sólo tapas y raciones. Ok. Tripa llena y a la cama.
Al día siguiente amanece con la temperatura más baja del invierno. Pero hace sol y menos viento; ponemos camino a La Luisiana, donde damos un rodeo para ver sus baños romanos, en un parque. A media mañana el sol parece que hace algo, menos mal, aun así podemos decir que fuimos a Écija y pasamos frío.
El camino a Écija es malo. La vía verde primero es una vía de servicio de tierra de la A-4, con el tráfico atronando al lado. Luego una pista de labranza. Y bajando a Écija es un sendero estrecho, dos metros por encima de la antigua N-IV, al que le falta la mitad de las barandillas de madera, pero a cambio le han crecido en medio de la trazada unos cuantos árboles. ¡Más mantenimiento, por favor!
En Écija, la ciudad de las doce torres, muchas reconstruidas desde el terremoto de Lisboa de 1755, nos dedicamos al noble arte del callejeo hasta dar con el parque fluvial del Genil. Allí cogemos agua y nos comemos una barrita al lado del puente metálico sobre el río.
A la salida de Écija han decorado la vía verde con puertas y ventanas en los árboles, como si estuvieran habitados por gnomos y duendes; lo llaman "La Senda Mágica". Curioso.
Tras una larga y tendida subida, toca llaneo, cruzar la vía del TAV Córdoba - Málaga, y empezar a bajar, ya por fin en la provincia de Córdoba. La vía verde de la Campiña Sevillana ahora es "camino natural de la campiña". Hay más carteles, empezando por los hitos kilométricos.
Va siendo hora de comer y al llegar a un parque con fuente nos desviamos a un poblado, buscando un bar. Aperitivo, bocata, café; energía y descanso para acabar la ruta. Los paisajes son clavados al fondo de escritorio del windows XP, el firme es aceptable, y el perfil es: bajar a un puente, cruzar un arroyo, subir una loma, repetir. Al pasar por el mirador de Almodóvar ya se nota que sí, que se baja hasta el Guadalquivir otra vez.
La vía verde, camino natural o como puñetas se quiera llamar acaba en una carretera y una estación sólo para mercancías. Y toca usar el mínimo arcén 5 Km. para entrar a Córdoba. Se llega a la orilla del río, donde hay pescadores, chabolas, drogados tirados, borrachos tambaleándose, felaciones entre los álamos, un cerdo vietnamita triscando, en fin, cosas veredes... hasta que no se alcanza el puente de San Rafael, y su carril bici, no parece que hayamos llegado a la civilización.
Para llegar a Córdoba la sultana tendremos que cruzar: un mercadillo medieval en pleno apogeo y el puente romano, muy modificado la verdad. Antes de llegar al final nos dimos el lujo de pasear por el patio de los naranjos de la Mezquita, y callejear por la judería. Y usando los carriles bici llegamos a la estación de Córdoba, poniendo fin a dos días de pedaleo.