Vuelta a Iberia 7ª Porto Covo-Aljezur

El inicio de esta etapa, parecía prometedor, aunque de entrada tuviésemos que salvar el impresionante rampón en que nos habíamos metido al tener que bajar al coqueto puerto de Porto Covo.
Pero en apenas 5km despertamos de nuestro sueño: nos volvimos a ver, nuevamente empantanados en un mar de arena, nada más sobrepasar el fuerte de Pesegueiro. Por mucho que buscamos, no nos quedó otra opción que volver a la carretera, eso si, apenas transitada, no sin antes tener que sortear un par de vallas, y alguna puerta, que afortunadamente encontramos abierta, y es que pedalear por esta zona de Portugal se estaba complicando bastante: la arena se hallaba por todas partes.
Así llegamos a Vilanova de Milfontes, donde atravesamos el río mira por un impresionante puente, para seguir pedaleando por asfalto, ante cualquier intento baldío de proseguir el camino proyectado.
Llegamos a Almograve y al llegar a la playa, en la Punta de los Azulejos, comprobamos la imposibilidad de continuar el camino trazado, más aún tras la advertencia de unos paisanos: de aquí a Cavaleiro solo íbamos a encontrar impresionantes dunas de arena.
Así que otra vez al asfalto, hasta Cavaleiro, donde pudimos retomar nuestro camino.
Afortunadamente, el espectacular tramo que siguió desde el cabo Sardao hasta el puerto de pescadores de Zambujeira, nos resarció de todo padecimiento: varios kilómetros de costa acantilada constituían todo un premio para la vista.
Pero de nuevo, al llegar a las inmediaciones del puerto, a escasos 100m de la otra orilla, un profundo tajo en el terreno, nos cortaba el paso, y nos tocó retroceder un par de kilómetros para buscar una alternativa, que por otro lado, estaba perfectamente indicada como ruta cicloturista.
Llegamos a Zambujeira do Mar, y nos recreamos en sus playas, aunque luego las maldijésemos al tener que salvar las duras rampas que nos encontramos para salir de ellas, que además estaban empedradas.
Desgraciadamente una impresionante charca se cruzó en nuestro camino, obligándonos a acudir nuevamente al asfalto, hasta que llegamos a Odeceixe, donde, debido a lo tarde que se estaba haciendo, decidimos acortar y no acercarnos a la costa. Aunque bien mirado casi hubiese sido mejor, pues subir las durísimas rampas (cercanas al 25%) callejeando por la Villa supusieron un esfuerzo rozando lo inhumano.
En Rogil, retomamos el camino, y de aquí a nuestro destino, pedalear por aquél altiplano, con el sol poniéndose fue toda una gozada, a pesar de algún que otro bando de arena por el camino. Y para descargar la adrenalina acumulada, nada mejor que un impresionante descenso hasta el río Aljezur, salvando unos 100m de desnivel, en apenas 900m.
Al final, nos merendamos 91,53km y 539m de desnivel.