Vuelta a Iberia IX 8ª Vejer de la Frontera-Tarifa

El comienzo de la etapa era sencillito, pues a pesar del subidón inicial para salir de Véjer y regresar por donde llegamos la tarde anterior, enseguida cogíamos la pista que nos llevaría al Palomar de la Breña de Barbate, casi siempre en descenso.
Como nuestra intención era acercarnos a la Torre del Tajo, elevada sobre la costa acantilada, y las posibles entradas que vimos tenían mucha pinta de ser verdaderas encerronas, enfilamos la carretera hacia Barbate, hasta encontrar un acceso más cómodo, aunque ello significase retroceder. Pero bien que valió la pena rodar por una estupenda pista que a tramos picaba para arriba, pero que, casi, nos permitía sobrevolar el Mediterráneo.
Vuelta a la carretera y descenso rapidísimo hasta Barbate. Nos entretuvimos el tiempo justo y decidimos continuar la marcha, y a la salida pensamos que lo mejor para ir a Zahara de los Atunes, era hacerlo por carretera, pues no nos gustaba el aspecto de la pista que recorría el prado aledaño a la playa, amén de la cantidad de carteles anunciando que era zona militar y la presencia de reses bravas. Creo que nos equivocamos y podíamos haber ido tranquilamente por el prado. Pero en fin los errores de unos pueden ser aciertos para los demás.
Rápida visita a Zahara de los atunes y enseguida enfilamos, por asfalto, hacia Atlanterra, otra aberración turística en la que se observaba un alto nivel económico, que se ha apoderado de un precioso rincón de nuestras costas.
Seguimos por asfalto hasta el Faro de Caraminal, donde una pista algo deteriorada en sus comienzos se iba elevando paulatinamente. La vista era espectacular, pudiendo contemplar la duna de Bolonia, y uno de los pocos parajes salvajes que ya van quedando.
El descenso vertiginoso hasta el Centro de Interpretación de las Ruinas de Baelo Claudia, con una pequeña trampa a poco de llegar: una rampa de 500m donde bicicleta, músculos y articulaciones se retorcían para salvarla.
Después de comer, mientras los compañeros se dedicaron a visitar las ruinas de Baelo Claudia, me fui a investigar la alternativa que llevaba preparada para no tener que subir por la Sierra de San Bartolomé, que verdaderamente apabullaba: en 5km nos llevará a superar unos 200m de desnivel, con una pendiente media del 6% y tramos con un 17%.
Mi alternativa era menos dura, pero más complicada y espectacular (como siempre, todo la que está bueno, engorda) por Punta Paloma. La primera parte bien, hasta que me metí en un bancal de arena que para colmo debía de sortear un barranco. Así que cuando estaba a unos 600m de una supuesta pista, opté por dar la vuelta y elegir “mueete en lugar de tuto”.
Finalmente, la subida asfaltada, por la Sierra de San Bartolomé, no se hizo tan dura, de no ser por el sol abrasador que nos acompañaba, pero “chano chano” la fuimos haciendo, además sabedores que una vez que llegásemos todo lo que nos quedaba era dejarnos caer y llanear hasta Tarifa.
Al llegar a la carretera, para no ir cambiando de lado continuamente, y no exponerse al peligroso tráfico, se puede rodar por una senda que va pegadita al arcén, eso sí con mucha precaución, pues la senda salva varios arroyos, desagües y acequias, amén de ser un poco estrecha, pero mejor eso que te pasen al lado a 100km/h.
Finalmente, tras 80km y 1000m de desnivel, poníamos fin a nuestra aventura, además con la gran fortuna de no haber padecido los rigores del Dios Eolo, y era la primera vez que me pasaba, de las 3 o 4 veces que he estado en Tarifa, y que hubiese hecho de nuestra aventura, una odisea.
Por supuesto visita obligada a Punta Tarifa (extremo más meridional de Europa y, por ende, de nuestra Vuelta a Iberia), para así alcanzar el cuarto los cinco extremos de la Península Ibérica (el más Septentrional, la Estaca de Bares; el más Occidental, el Cabo de San Vicente; el más Meridional, Punta Tarifa; por supuesto el emblemático Finisterre; y ya sólo nos falta volver a nuestro origen, el más oriental, el Cabo de Creus) que nos propusimos alcanzar cuando empezamos nuestra aventura.