Vuelta a Iberia XI (2014) 05 Instinción-Cabo de Gata
near Instinción, Andalucía (España)
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Itinerary description
Después de haber pasado una noche de perros, y parte de nosotros haber sido atacados por no sabemos que tipo de plaga, o individu@ insaciable de nuestra sangre, hoy nos tocaba saltar definitivamente a la costa.
Nada más salir ya empezamos a ir reduciendo el ritmo, que se hizo mucho más pausado una vez abandonamos la carretera Y es que por delante teníamos una subida de las largas, de 15’5km en que debíamos salvar un desnivel de 1000m, dividida en dos partes, con un breve tramo de suave descenso entre medias.
Nos enfrentábamos ahora a un tramo de 7km en el que debíamos salvar unos 500m (7.3% de desnivel); pero cuyos dos primeros kilómetros superaban con creces este porcentaje. Poco a poco el terreno se iba volviendo cada vez más áspero, sin un atisbo de sombra, por lo pedaleábamos pegamos a la izquierda del camino para poder aprovechar la escasa sombra que proyectaba la ladera de la montaña, y lo que teníamos por delante no auguraba un futuro mejor.
Poco a poco fuimos progresando y alcanzamos el mirador sobre el barranco de Martín, quizás la última pincelada verde que presenciaríamos en muchos kilómetros.
Breve parada y a continuar. Aprovechamos los escasos 1700m de suave descenso que teníamos por delante para relajar un poco las piernas y espalda, acobardados por la presencia de una suave línea rectilínea allá en lo alto, por donde debíamos circular, y que en estos momentos nos parecía inalcanzable.
Terminó el descanso, y otra vez a marcar un ritmo tranquilito, para tratar de salir airosos en la batalla que teníamos por delante, otros 7km de los que nos separaban 500m (hasta ahora no había caído de la simetría de esta subida con la anterior).
Así que manos a la obra, y sorprendentemente íbamos viendo como por la zona habían proliferado varios chalets, milagrosamente, rodeados de huertos y algún que otro pino. Lo mismo que por el camino por donde rodábamos, donde de vez en cuando encontrábamos algún manojillo de pinos que nos proporcionaban algo de sombra, pues en esos momentos el sol estaba en todo lo alto y no había donde esconderse.
Tras algunas rampas duras en los primeros cuatro kilómetros, finalmente nos encontrábamos pedaleando por aquella línea que tanto miedo nos daba, y que marcaba el inicio de la parte más suave de la subida.
Espoleados por la presencia de la bolita roja en los GPS’s, y la presencia de un lugar donde salvaguardarnos unos minutos del sol, la ermita de San Saturnino, en el último kilómetro echamos el resto y soltamos toda la tensión acumulada durante la subida, olvidándonos del peso extra que llevábamos encima, como si alguno fuese a quedarse sin un trocito de sombra, o estuviesen repartiendo cerveza.
Todo alegría cuando llegamos allí, pues los teóricos cuatrocientos metros de desnivel que nos quedaban, nos daban risa después de lo que llevábamos encima, y en la creencia que casi todo lo que nos quedaba sería sencillito y “tooooó p’abajo”, que para eso estábamos en la parte más alta. Una gran mentira que por muchos años que lleves pedaleando, siempre acabas creyéndote y picando.
A todo esto aún no habíamos alcanzado la cota máxima de la subida, pero la teníamos a poca distancia y era un tramo de unos 2700m repartidos a pachas, mitad para arriba, mitad para abajo y con escaso desnivel.
Poco después de alcanzar la cota máxima, llegamos a la Charca de la Chanata, la cuál tenía curiosidad por ver, a ver si era verdad que no se secaba nunca, tal y como parecía deducirse de todas las fotos que había visto de ella. Pero como siempre, la realidad es la que hay: en medio de un secarral, con temperaturas mantenidas por encima de los 30º y con la única aportación del agua de la lluvia, que por aquí hacía mucho que no venía, ni se la esperaba, la charca estaba como tocaba, más que seca. Bobo de mí, aún me acerqué al aljibe a ver, por si acaso…..
Pues nada, ahora si que teníamos por delante una larga bajada, bordeando el Molinero y el Piorno, y pasando por delante del parque eólico, y agradeciendo la presencia de una masa boscosa generosa, teniendo en cuenta las condiciones que la rodeaban.
Salimos a la carretera, y ante la escasez de agua, alguno se las prometió muy feliz al ver un núcleo urbano donde poder repostar, pero se le quitaron las ganas al ver donde se encontraba y como se salía de el Marchal de Enix, además ya nos quedaba poco para llegar a Enix donde con casi total seguridad podríamos repostar agua, aunque fuera pagando por ella en algún comercio, que es lo que nos iba a tocar a partir de ahora.
Y aquí una muestra más de que no aprendemos. Y es que a la entrada de Enix estaban construyendo dos fases de unifamiliares con su pedazo de piscina, cada uno, que dan mucho en lo que pensar.
En fin, debe de ser como las mentiras de las cuestas abajo, y es que nunca aprenderemos.
Cojimos agua en la parte baja del pueblo, en un paraje reconfortante, con abundante sombra, al que sólo le faltaba un garito donde haber podido hacernos unas cervecitas.
Nos disponemos a partir, y se escucha alguna voz eufórica, anunciando que ya “sólo nos queda la subidita esta que vemos y a partir de ahí sí, toooo’ cuesta abajo”. Este debe de llevar poco tiempo pedaleando; y además no se había fijado que en el GPS había marcados cuatro puntitos rojos, correspondientes a otros tantos tramos de ascenso, siendo los dos últimos pelín toca narices, por el asfalto, el sofocón de sol y la ilusión perdida.
Pero bueno, lo malo también se acaba y alcanzamos el collado del Aljibe Alto y ya íbamos viendo la línea de costa y el mar de plástico que casi llegaba a juntaba con el de verdad.
Y nada, a partir de aquí, casi veinte kilómetros, y esta vez sí, casi todos hacia abajo, salvo el paso por algún barranquillo. Pero aquellos kilómetros se nos hicieron interminables.
Para empezar, el trazado coincidía con la antigua calzada romana, pero aquello más que una calzada romana, parecía una vía de tren desmantelada, en la que sólo habían dejado el balasto (la piedra). Así, hasta llegar al fondo del primer barranco había que tener muchísima precaución para ver por donde metíamos la bici, saltando por encima del pedregal aquél, para no irnos al suelo, o para no pinchar, que allí en medio, casi hubiese parecido una condena a muerte.
Aquí sí, hasta que no llegamos al puente de la autovía, ni un puñetero sombrajo, bueno sí, un olivo de metro y medio de altura, donde paré a esperar a un par de compañeros que se les atragantó este tramo, y en el que nos juntamos, como no podía ser de otra manera, varios especímenes de seres vivos buscando la sombra protectora. Y eso fue otra cosa que me sorprendió, y es que a pesar de la sequedad del terreno, aún pudimos contemplar varias casas diseminadas, y alguna que otra cabra salvaje.
De verdad, este tramo se nos hizo muy pesadito; por eso la llegada a la zona urbanizada de Almería nos supuso un respiro, sabedores que aquel infierno ya había terminado.
Y ahora a por el merecido premio. Nos bajamos al paseo marítimo a buscar donde comer, y ciertamente nos aconsejaron bien. Comimos en “La Cabaña del Tío Tom”, y quedamos más que satisfechos, nos pusimos hasta las orejas y dimos por buenos los 19€ que pagamos, teniendo en cuenta que antes de empezar a comer ya nos habíamos cascado unas cuantas JARRAS de cerveza para reponer todo lo que habíamos perdido esa mañana.
Con el ambiente que había en el paseo marítimo, y el atracón, era muy tentador buscar una buena sombra a la orilla del mar y echarse una siestecita. Así que en cuanto pudimos así se hizo. Era buena hora y los veinte kilómetros que nos quedaban eran totalmente planos, de los de rodar y rodar, o por lo menos intentarlo.
Recuperados, nos pusimos en faena, y los primeros kilómetros iban cayendo que daba gusto, hasta que unos 3km después de haber pasado la curiosa ermita de la Virgen del Mar, empezamos a pelearnos con algún que otro banco de arena, que nos hizo soltar más de un comentario irreproducible en ningún foro.
Los últimos 6km se hicieron eternos, y encima al llegar a la rambla de Morales, con el pueblo de Cabo de Gata a un par de kilómetros, y ante la previsión de tener que volver a arrastarnos por la arena, los más listillos decidimos remontar la laguna y cruzarla más arriba (descartar esta opción, y seguir el TAD, por la orilla de la playa), pensando con ello evitar el arrastring. Aparte de no ver la laguna por que la tapaban las cañas, cuando conseguimos cruzarla, nos tocó arrastrar la bici para poder salir al camino. Evidentemente, cuando llegamos, los tontitos, nos invitaron a que nos sentásemos y echásemos unas cervecitas con ellos. Nuestro refranero sabe mucho de estas cosas, y cierto es que “más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer.”
Finalmente nos hicimos unos 93km y 1300m de desnivel, que nos transportaron desde la Alpujarra hasta la orilla del mar, que ya no abandonaríamos hasta entrar en la provincia de Murcia.
Fuentes
Aquí nada de nada. De hecho, salimos un pelín más tarde de Instinción esperando a que abrieran la tienda, donde la tarde anterior habíamos pillado unos cuantos litros de bebida isotónica y el dueño, ex-biker retirado por una grave caída, nos había puesto a enfriar.
Enix y Almería son los únicos puntos de abastecimiento
Alojamiento
Pensión Navas
C/ Iglesia,nº3 Cabo de Gata Tfno 950370102/680910176 Hab doble con desayuno 40€
Habitaciones correctas y camas cómodas. Cenamos en el mismo hostal, y el completo nos salió por 38€, por cabeza, con los excesos habituales
Un pero: me dijeron que tenían sitio para guardar las bicicletas, y efectivamente lo tenían, pero era en una plaza de aparcamiento en un garaje de una finca, retirado un par de calles, y las bicicletas quedaban sujetas con una exigua cadena. Para esto sirve la fe.
Fotos
https://www.dropbox.com/sh/iaojpc0qoo1zvia/AAAmrVPXCw080FLySTEZ1gYDa
Nada más salir ya empezamos a ir reduciendo el ritmo, que se hizo mucho más pausado una vez abandonamos la carretera Y es que por delante teníamos una subida de las largas, de 15’5km en que debíamos salvar un desnivel de 1000m, dividida en dos partes, con un breve tramo de suave descenso entre medias.
Nos enfrentábamos ahora a un tramo de 7km en el que debíamos salvar unos 500m (7.3% de desnivel); pero cuyos dos primeros kilómetros superaban con creces este porcentaje. Poco a poco el terreno se iba volviendo cada vez más áspero, sin un atisbo de sombra, por lo pedaleábamos pegamos a la izquierda del camino para poder aprovechar la escasa sombra que proyectaba la ladera de la montaña, y lo que teníamos por delante no auguraba un futuro mejor.
Poco a poco fuimos progresando y alcanzamos el mirador sobre el barranco de Martín, quizás la última pincelada verde que presenciaríamos en muchos kilómetros.
Breve parada y a continuar. Aprovechamos los escasos 1700m de suave descenso que teníamos por delante para relajar un poco las piernas y espalda, acobardados por la presencia de una suave línea rectilínea allá en lo alto, por donde debíamos circular, y que en estos momentos nos parecía inalcanzable.
Terminó el descanso, y otra vez a marcar un ritmo tranquilito, para tratar de salir airosos en la batalla que teníamos por delante, otros 7km de los que nos separaban 500m (hasta ahora no había caído de la simetría de esta subida con la anterior).
Así que manos a la obra, y sorprendentemente íbamos viendo como por la zona habían proliferado varios chalets, milagrosamente, rodeados de huertos y algún que otro pino. Lo mismo que por el camino por donde rodábamos, donde de vez en cuando encontrábamos algún manojillo de pinos que nos proporcionaban algo de sombra, pues en esos momentos el sol estaba en todo lo alto y no había donde esconderse.
Tras algunas rampas duras en los primeros cuatro kilómetros, finalmente nos encontrábamos pedaleando por aquella línea que tanto miedo nos daba, y que marcaba el inicio de la parte más suave de la subida.
Espoleados por la presencia de la bolita roja en los GPS’s, y la presencia de un lugar donde salvaguardarnos unos minutos del sol, la ermita de San Saturnino, en el último kilómetro echamos el resto y soltamos toda la tensión acumulada durante la subida, olvidándonos del peso extra que llevábamos encima, como si alguno fuese a quedarse sin un trocito de sombra, o estuviesen repartiendo cerveza.
Todo alegría cuando llegamos allí, pues los teóricos cuatrocientos metros de desnivel que nos quedaban, nos daban risa después de lo que llevábamos encima, y en la creencia que casi todo lo que nos quedaba sería sencillito y “tooooó p’abajo”, que para eso estábamos en la parte más alta. Una gran mentira que por muchos años que lleves pedaleando, siempre acabas creyéndote y picando.
A todo esto aún no habíamos alcanzado la cota máxima de la subida, pero la teníamos a poca distancia y era un tramo de unos 2700m repartidos a pachas, mitad para arriba, mitad para abajo y con escaso desnivel.
Poco después de alcanzar la cota máxima, llegamos a la Charca de la Chanata, la cuál tenía curiosidad por ver, a ver si era verdad que no se secaba nunca, tal y como parecía deducirse de todas las fotos que había visto de ella. Pero como siempre, la realidad es la que hay: en medio de un secarral, con temperaturas mantenidas por encima de los 30º y con la única aportación del agua de la lluvia, que por aquí hacía mucho que no venía, ni se la esperaba, la charca estaba como tocaba, más que seca. Bobo de mí, aún me acerqué al aljibe a ver, por si acaso…..
Pues nada, ahora si que teníamos por delante una larga bajada, bordeando el Molinero y el Piorno, y pasando por delante del parque eólico, y agradeciendo la presencia de una masa boscosa generosa, teniendo en cuenta las condiciones que la rodeaban.
Salimos a la carretera, y ante la escasez de agua, alguno se las prometió muy feliz al ver un núcleo urbano donde poder repostar, pero se le quitaron las ganas al ver donde se encontraba y como se salía de el Marchal de Enix, además ya nos quedaba poco para llegar a Enix donde con casi total seguridad podríamos repostar agua, aunque fuera pagando por ella en algún comercio, que es lo que nos iba a tocar a partir de ahora.
Y aquí una muestra más de que no aprendemos. Y es que a la entrada de Enix estaban construyendo dos fases de unifamiliares con su pedazo de piscina, cada uno, que dan mucho en lo que pensar.
En fin, debe de ser como las mentiras de las cuestas abajo, y es que nunca aprenderemos.
Cojimos agua en la parte baja del pueblo, en un paraje reconfortante, con abundante sombra, al que sólo le faltaba un garito donde haber podido hacernos unas cervecitas.
Nos disponemos a partir, y se escucha alguna voz eufórica, anunciando que ya “sólo nos queda la subidita esta que vemos y a partir de ahí sí, toooo’ cuesta abajo”. Este debe de llevar poco tiempo pedaleando; y además no se había fijado que en el GPS había marcados cuatro puntitos rojos, correspondientes a otros tantos tramos de ascenso, siendo los dos últimos pelín toca narices, por el asfalto, el sofocón de sol y la ilusión perdida.
Pero bueno, lo malo también se acaba y alcanzamos el collado del Aljibe Alto y ya íbamos viendo la línea de costa y el mar de plástico que casi llegaba a juntaba con el de verdad.
Y nada, a partir de aquí, casi veinte kilómetros, y esta vez sí, casi todos hacia abajo, salvo el paso por algún barranquillo. Pero aquellos kilómetros se nos hicieron interminables.
Para empezar, el trazado coincidía con la antigua calzada romana, pero aquello más que una calzada romana, parecía una vía de tren desmantelada, en la que sólo habían dejado el balasto (la piedra). Así, hasta llegar al fondo del primer barranco había que tener muchísima precaución para ver por donde metíamos la bici, saltando por encima del pedregal aquél, para no irnos al suelo, o para no pinchar, que allí en medio, casi hubiese parecido una condena a muerte.
Aquí sí, hasta que no llegamos al puente de la autovía, ni un puñetero sombrajo, bueno sí, un olivo de metro y medio de altura, donde paré a esperar a un par de compañeros que se les atragantó este tramo, y en el que nos juntamos, como no podía ser de otra manera, varios especímenes de seres vivos buscando la sombra protectora. Y eso fue otra cosa que me sorprendió, y es que a pesar de la sequedad del terreno, aún pudimos contemplar varias casas diseminadas, y alguna que otra cabra salvaje.
De verdad, este tramo se nos hizo muy pesadito; por eso la llegada a la zona urbanizada de Almería nos supuso un respiro, sabedores que aquel infierno ya había terminado.
Y ahora a por el merecido premio. Nos bajamos al paseo marítimo a buscar donde comer, y ciertamente nos aconsejaron bien. Comimos en “La Cabaña del Tío Tom”, y quedamos más que satisfechos, nos pusimos hasta las orejas y dimos por buenos los 19€ que pagamos, teniendo en cuenta que antes de empezar a comer ya nos habíamos cascado unas cuantas JARRAS de cerveza para reponer todo lo que habíamos perdido esa mañana.
Con el ambiente que había en el paseo marítimo, y el atracón, era muy tentador buscar una buena sombra a la orilla del mar y echarse una siestecita. Así que en cuanto pudimos así se hizo. Era buena hora y los veinte kilómetros que nos quedaban eran totalmente planos, de los de rodar y rodar, o por lo menos intentarlo.
Recuperados, nos pusimos en faena, y los primeros kilómetros iban cayendo que daba gusto, hasta que unos 3km después de haber pasado la curiosa ermita de la Virgen del Mar, empezamos a pelearnos con algún que otro banco de arena, que nos hizo soltar más de un comentario irreproducible en ningún foro.
Los últimos 6km se hicieron eternos, y encima al llegar a la rambla de Morales, con el pueblo de Cabo de Gata a un par de kilómetros, y ante la previsión de tener que volver a arrastarnos por la arena, los más listillos decidimos remontar la laguna y cruzarla más arriba (descartar esta opción, y seguir el TAD, por la orilla de la playa), pensando con ello evitar el arrastring. Aparte de no ver la laguna por que la tapaban las cañas, cuando conseguimos cruzarla, nos tocó arrastrar la bici para poder salir al camino. Evidentemente, cuando llegamos, los tontitos, nos invitaron a que nos sentásemos y echásemos unas cervecitas con ellos. Nuestro refranero sabe mucho de estas cosas, y cierto es que “más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer.”
Finalmente nos hicimos unos 93km y 1300m de desnivel, que nos transportaron desde la Alpujarra hasta la orilla del mar, que ya no abandonaríamos hasta entrar en la provincia de Murcia.
Fuentes
Aquí nada de nada. De hecho, salimos un pelín más tarde de Instinción esperando a que abrieran la tienda, donde la tarde anterior habíamos pillado unos cuantos litros de bebida isotónica y el dueño, ex-biker retirado por una grave caída, nos había puesto a enfriar.
Enix y Almería son los únicos puntos de abastecimiento
Alojamiento
Pensión Navas
C/ Iglesia,nº3 Cabo de Gata Tfno 950370102/680910176 Hab doble con desayuno 40€
Habitaciones correctas y camas cómodas. Cenamos en el mismo hostal, y el completo nos salió por 38€, por cabeza, con los excesos habituales
Un pero: me dijeron que tenían sitio para guardar las bicicletas, y efectivamente lo tenían, pero era en una plaza de aparcamiento en un garaje de una finca, retirado un par de calles, y las bicicletas quedaban sujetas con una exigua cadena. Para esto sirve la fe.
Fotos
https://www.dropbox.com/sh/iaojpc0qoo1zvia/AAAmrVPXCw080FLySTEZ1gYDa
Waypoints
Mountain hut
0 ft
05 00.0km 430m
Instinción
Waypoint
0 ft
05 01.6km 460m
Camino
Waypoint
0 ft
05 17.1km 1450
Fondo
Waypoint
0 ft
05 18.3km 1410
Camino
Waypoint
0 ft
05 40.0km 720m
Enix
Waypoint
0 ft
05 40.5km 710m
Rampa y Camino
Waypoint
0 ft
05 41.1km 740m
Camino
Waypoint
0 ft
05 42.6km 680m
Camino
Waypoint
0 ft
05 43.0km 698m
Camino
Waypoint
0 ft
05 43.3km 690m
Camino
Waypoint
0 ft
05 46.9km 670m
Camino
Waypoint
1,545 ft
05 55.6km 471m
471 m
Waypoint
20 ft
05 72.4km 6m
6 m
Waypoint
0 ft
05 91.4km 5m Pensión Navas
Cabo De Gata
Waypoint
0 ft
05 Aventura Bike
Avenida Del Mediterráneo 210
Waypoint
0 ft
05 Bicicletas Arístides
Calle Joaquín Peralta y Calle Berenguel
Waypoint
0 ft
05 ciclos Muñoz
Carrera Del Perú y Avenida Del Mediterráneo y Calle Manuel Azaña
Waypoint
0 ft
05 Cortijo de la Chanata
Cortijo De La Chanata
Waypoint
0 ft
05 Deportes Eolo
Plaza Madres de la Plaza de Mayo
Waypoint
0 ft
05 fin banco de arena 1
Camino
Waypoint
0 ft
05 fin banco de arena 3
Camino
Fountain
0 ft
05 fuente
Enix
Waypoint
0 ft
05 inicio banco de arena 2
Camino
Waypoint
0 ft
05 inicio banco de arena 3
Parque Natural Cabo De Gata-níjar
Risk
0 ft
05 terreno muy suelto
Camino
Waypoint
0 ft
05 Xtremecycling
Calle El Bruch
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