De Orea a Teruel, el postre de MV

Circunstancias de la vida me llevan a llegar desde Orea a Teruel lo antes posible, en bicicleta eso sí. Y eso implica llegar a la Vía Verde de los Ojos Negros pronto. Me espera arcén de carretera para aburrir, así que empiezo el día por el GR hasta Orihuela del Tremedal. La subida es un incordio, un camino senderista entre sembrados pq el camino original, ancho para una carreta, ha desaparecido comido por las zarzas. La bajada ya es buena y me lleva a la laguna de la Toba, una zona de recreo con mesas y una fuente de agua fresca y abundante. Repongo líquidos, cruzo el pueblo y enfilo la larga recta en subida continua.
Al llegar al cruce a Pozondón me desvío hacia Cella; es un camino que es más corto y me debería llevar en suave descenso hasta la vía verde. Craso error. Son varios kilómetros más de toboganes y encima el viento empieza a pegar de costado a rachas.
Al fin llego a Cella y a su pozo artesiano. Es un agujero en el suelo para recoger y encauzar las aguas que manan y llevarlas a dos acequias. Aquí nace el río Jiloca, que llega hasta Calatayud. Pero yo voy en sentido contrario, así que cargo agua y salgo a buscar la VV, a la que llego tras bordear una fabrica enorme. Y una vez allí, el aire de costado se transforma en vendaval de frente. Que dolor. Paso junto al aeropuerto de Teruel, con más aviones que en Barajas, incluyendo B747 Y A380, y al llegar a Caudé salgo de la vía verde, que bordea Teruel, y tomo el camino del Cid, que sí entra en la ciudad.
Aquí ya no hay viento, lo que hay son los restos de la tormenta cercana; charcos, barro, piedras y regueros. Aunque la pista pica para abajo el ciclar es aún peor. La agonía dura poco y en Caudé me vuelvo al odiado asfalto para llegar a Teruel lo más recto posible, a donde llego sin ganas de visita turística, de fotos promocionales ni video ni leches.