Terzaga - Orea

Sefundo día de ruteo por el Señorío de Molina.
Tras despèrtar al lado de un sembrao, recojo todo y sigo mi camino. Paso junto a un area recreativa que tiene un merendero cubierto y una ermita, posibles lugares de descanso, y bajo a Terzaga, donde repongo agua. Es el valle del río Bullones, de agua salobre, y en Terzaga quedan restos de las antiguas salinas, explotadas hasta mediados del siglo pasado. Y yo me reencuentro con el camino del cid BTT, mi guía de aquí en adelante.
Por una pista paralela a la carretera llego a Pinilla de Molina. Aquí se ven las dos carrteras, la que lleva a Orihuela del Tremedal y la que va a Peralejos de las Truchas. Mi terreno de juego hoy estará entre las dos carreteras. Y el juego empieza cuesta arriba, una pista algo rota que sube a las alturas. El Sol hoy no castiga tanto, menos mal. Mientras voy echando el corazón por la boca me imagino que, si el Cid y sus huestes no hubieran ido a caballo sino en bici, no les quedarían ganas de guerrear...
En las cercanías de Checa el camino se bifurca. El BTT me manda por la carretera, el senderista advierte de obstáculos y peligros. Me va la marcha, pero con alforjas no tanto, así que soy formal, hago caso, y bajo a Checa por carretera a 70 por hora. Como le dijeron a Neo, cada opción tiene su riesgo.
En Mégina hay un edificio que es ayuntamiento, centro social, bar, tienda de alimentación y parada de autobús. Son las 11 y cuarto y aun no está abierto, así que me olvido de mi dosis de cafeína y sigo, tras rellenar bidones. Dejo atrás el lavadero, más pilón que lavadero la verdad, y busco el río Cabrillas. Hay otra fuente por ahí, aunque no es muy recomendable; poca agua llevaba. El camino se interna en un bosque mientras vadea el río varias veces por pasos cementados. Hasta que pica para arriba y leches, se vuelve difícil esto de dar pedales. Al menos el bosque de pinos protege del viento y el sol. Hasta que se acaba el bosque y se queda un monte bajo al descubierto. Y enseguida la carretera que lleva a Chequilla. Aún hay que subir un poco más... y tras una bajada vertiginosa, un último arreón antes de legar al pueblo.
Chequilla está rodeado de peñas de piedra rodena, rojiza, con caprichosas formas moldeadas por la erosión. A la salida del pueblo hay una fuente y una zona de mesas, donde ni una sola está a la sombra. Así que bajo y el bocata me lo como a la sombra de un árbol al lado de la carretera.
El plan es acabar en Checa, en un bosque cercano donde hay fuentes, merendero, zona de acampada y refugio. Voy allí. De camino al refugio está la fuente del Hierro; la verdad es que el cauce del arroyo está de color oxidado. Y el refugio es un chalet con un porche abierto y un salón amplio con mesa, chimenea, puertas y ventanas con todos los cristales en su sitio. Buen sitio. Pero cambio de planes, y decido seguir a Orea. No hay más remedio que tomar la carretera, que pica para arriba, animo que son pocos kilómetros. Y mientras espero que llegue el hostalero a abrirme, me tomo un jarrote de cerveza con limón. Que si, que el campo está muy bien, la naturaleza la soledad y todo eso, pero estaba echando de menos al zumo de cebada...