Calafat-Gr 92-Castell de Sant Jordi d'Alfama

El lugar parece cobrar vida mientras avanzamos por una interminable avenida. Caminantes, paseantes con y sin perro, trotadores y compradores mañaneros, reclamamos como nuestra la tierra, en realidad es cemento, que pisamos con determinación. Por deferencia a mi acompañante nos detenemos a menudo para olisquear, otear en mi caso. No en vano mi percepción del mundo es visual y la de ella olfativa. Cada uno nos formamos una imagen de lo que nos rodea, a base de estímulos de uno y otro tipo, pero lo disfrutamos por igual. Nos distraemos con los citados encuentros y curioseando desde lejos con las formas de los edificios, los parques infantiles y los aparatos de ejercicio que vamos encontrando, instalados por la Marina de Sant Jordi, como reza en los múltiples carteles informativos. Lejanas montañas y atisbos del mar rompen la monotonía de las pinedas que conforman el paisaje. De pronto, Lluna se para y mira fijamente hacia un enorme pino. Unas ardillas parecen jugar a perseguirse entre sus ramas, y al detectar nuestra presencia, remedan el juego del escondite, asomando levemente sus cabezas por detras del tronco. Ahora me ves, ahora no me ves, estoy y no estoy. Aunque imagino que lo que realmente hacen es vigilar nuestros movimientos. Seguramente cansadas de mirones, corretean alegremente hacia las copas, perdiéndose entre el espeso ramaje. Enseguida llegamos a la Platja de Sant Jordi, donde hacemos un breve giro a la derecha, para evitar pisar la zona prohibida. Pocos bañistas la ocupan y a falta de distracciones nos detenemos ante el estanque, intentando descubrir a alguno de sus habitantes, sin éxito. Cala Vidre parece mucho mas animada, tanto en la arena como en el agua, con acaparadores de sol e intrépidos nadadores ocupando los mejores sitios. La explanada frente al castillo está repleta de caravanas, guardando entre ellas una distancia de cortesía, con gran variedad de edades y procedencias. Hasta ahora Lluna se ha comportado educadamente, sin responder a los ladridos de otros canes de diversos tamaños, que por temor o incontinencia le han puesto a prueba de lejos. Aquí sin embargo no puede evitar lanzar una advertencia a un fornido cánido, que sin pedir permiso intenta olisquearla y le gruñe retadoramente cuando ella se niega. Después de valorar y desechar enseguida, si era una buena idea entrar al búnquer de ametralladoras, atravesamos de nuevo la playa para pisar por fin el Gr, aunque sea a ratos. Hermosas calas, bellas panorámicas y divinos contraluces, compensan pisar rocas y piedras para gozar de semejante espectáculo. En una de las pausas de hidratación, en el Port de Sant Jordi la que nos ocupa, me permite soñar con navegar por el ancho mar con los orgullosos veleros, que amarrados a resguardo junto al muelle, se estremecen cuando las suaves olas acarician sus quillas. Delante de nosotros unos adolescentes se enfundan trajes de neopreno, y a lo lejos, recortados contra el sol y el horizonte, varios palistas cabalgando sus kayaks, viven sus propias aventuras, las de ambos reales. A partir de aquí, pido disculpas por la toponímia, pues las discrepancias entre mapas, senderistas predecesores y carteles informativos locales, han podido con mi paciencia, y he renunciado a esclarecer el asunto, descartando acudir a las dependencias municipales, para poner orden en semejante desconcierto. Sea como fuere, llegamos a la "Platja del Ribellet", en la que robo furtivamente unas fotos, internándome unos metros en la zona prohibida. Con el sol a plena potencia, agradecemos algunos tramos de sombra, y entre ojeadas al cielo y al mar, topamos con una pasarela, precintada por la policía local, que por su aspecto de estar a punto de derrumbarse, aconseja y obliga, si o si, a desviarnos hacia la "Platja de Calafató", bordeando una leve infracción y soportando algunas miradas de desaprobación. Un corto tramo de camino de ronda nos lleva hasta la "Cala Calafató" y la Punta de Calafat, donde nos reencontramos con la zona urbana, finalizando la salida de hoy para alivio de una y con ganas de mas para otro.