O Pedrouzo (Arca) - Santiago de Compostela
near Arca, Galicia (España)
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Trail photos
Itinerary description
La etapa más emotiva sin duda. He decidido incluir el recorrido total. Finalizo tras ir por la Compostela y volver a la puerta por donde se entra en misa, porque los comentarios merecen la pena.
Mulán va suelta en la primera mitad de la etapa, entre carballos, eucaliptos y álamos, salvo en los entornos de O Pedrouzo, O Amenal, San Paio y Lavacolla. Desde Villamaior, es un terreno urbano con coches y Mulán va atada hasta el final de etapa.
El comienzo es muy similar a las etapas anteriores, con tramos urbanos y con escasos puntos próximos a carreteras, entre bóvedas de árboles: ya son costumbre los carballos y eucaliptos; y descubro a los álamos después de Cimadevila.
Los alrededores del aeropuerto no son feos, sino todo lo contrario, bonitos y entretenidos, aunque en la zona más septentrional nos aproximamos a la N-634 y hay que tener cuidado. Justo después de esta zona nos encontramos con el mojón de la ciudad de Santiago, donde una foto puede ser oportuna.
El primer descanso lo hacemos en San Paio, en los jardines de la Iglesia de Santa Lucía , que nos ofrece unos estupendos bancos de piedra para almorzar.
Al acercarnos a Lavacolla, nos encontramos un tipo de camino que se repetirá posteriormente: una calle con coches y una acera amplia por donde podemos ir con la mascota atada. De momento, este formato se acaba al salir del pueblo y cruzar la N-634. De hecho, llegamos a uno de los lugares emocionantes, al puente del riachuelo Sionlla. Parece ser que aquí se lavaban los peregrinos antes de llegar a Santiago. Por supuesto, Mulán se da un buen remojón.
En Villamayor nos volvemos a encontrar el formato de calle con coches y acera. Y lo tendremos así prácticamente hasta el final de la etapa.
Llegamos callejeando hasta el Monte de Gozo y la ermita de San Marcos, lugar pleno de leyendas. Al llegar al comienzo del parque leemos con agrado que hay unos baños públicos pero lamentablemente están cerrados. Seguimos y nos sorprende que la ermita este cerrada con una cancela. Descansamos por última vez en la valla de piedra que rodea a San Marcos. Allí volvemos a coincidir con el peregrino australiano dueño del Border Collie de 14 años, nos explicó que su perrito lo dejó en casa porque el viaje resultaba demasiado largo... (¡Y tanto!). Por supuesto, nos llevamos unas fotos compartidas de recuerdo. Subiendo desde la ermita al monte, llegamos a un punto desde donde se ve ya la Catedral de Santiago. Comenzamos a sentir la emoción de haberlo conseguido. Bajamos por la calle bordeando el albergue y obtenemos el sello del Monte del Gozo en el bar de dichas instalaciones.
Llegamos enseguida al primer cruceiro de la zona urbana de Santiago (veremos unos cuantos más). Queda todavía un buen tramo callejeando. Nos quedamos sin bolsas para caquitas pero una amable señora nos dio las dos últimas que llevaba (¡Gracias! Tengo que decir que otro señor paseaba al perrito sin bolsas...).
Seguimos y vemos un bar muy bien arreglado con un perrito dentro, "Shot me coffee", y aprovechamos para tomar dos cafés con leche (nos cobraron 5 euros...). Ya cerca de la catedral, pasamos por la joyería Regueira, una parada obligada para nosotros, siempre nos tratan fenomenal.
Y por fin, quizás el momento más emocionante. Entramos a la plaza del Obradoiro por el arco del palacio de Gelmírez, con la música del gaitero que te llega al alma. Algo se activa dentro y rebosa ya en la plaza, cuando me abrazo a Isabel y le doy las gracias por su paciencia (no es muy amante de los perros aunque quiere mucho a Mulán...). ¿Acaba aquí la etapa? Pues diría que no, y merece la pena comentarlo.
Acabada la peregrinación, vamos a sellar las credenciales y solicitar la Compostela (el certificado de peregrinación, lo que reemplaza a la concha de antaño...). Tengo que advertir que no dejan entrar con perro y tampoco tienen habilitada ninguna solución. Afortunadamente me dejaron sacar mi Compostela y la de Isabel, mientras ella cuidaba a Mulán. Por cierto, me comentó el revisor que no les dejan poner el sello de la catedral en las credenciales perrunas. Parece que los perretes no son muy bienvenidos.
Por último, volvemos a la plaza del Obradoiro para cruzarla y llegar la puerta de las Platerías, en la fachada meridional de la Catedral, por donde se accede al templo. Por supuesto, no dejan entrar con la perrita. El problema es que tampoco hay otra solución, salvo tener un compañero que guarde la mascota si quieres entrar.
Y desde aquí, un paseito de 10 minutos (que ya no he grabado) hasta el autobús TUSSA línea 6A que lleva al aeropuerto. Tuvimos que esperar una hora: un autobús pasó lleno y entramos de casualidad en el segundo. Allí alquilé un coche para recoger a Isabel y la perrita, que se habían quedado en Santiago, e ir a Lugo, donde teníamos nuestro coche (empezamos la peregrinación en Sarria).
Cenamos estupendamente en casa de Julio y Carmen, donde descubrí las volandeiras (me llevé una concha para Mulán). Viajamos de vuelta al día siguiente, tras dormir muy a gusto en los apartamentos Ciudad de Lugo.
Esta peregrinación ha sido un buen reto con Mulán. La logística no es fácil (y creo que desde Sarria es el tramo de logística más fácil...). Es un camino con menos tiempo para pensamientos íntimos porque hay que estar pendiente de la perrita. Con todo, este camino ha merecido la pena sin ninguna duda. Nos ha facilitado engrasar nuestra sociabilidad y capacidad de adaptación, y la perrita se lo ha pasado en grande.
Como siempre, otro Camino diferente.
¡Buen Camino!
¡Ultreia! ¡Et suseia!
Mulán va suelta en la primera mitad de la etapa, entre carballos, eucaliptos y álamos, salvo en los entornos de O Pedrouzo, O Amenal, San Paio y Lavacolla. Desde Villamaior, es un terreno urbano con coches y Mulán va atada hasta el final de etapa.
El comienzo es muy similar a las etapas anteriores, con tramos urbanos y con escasos puntos próximos a carreteras, entre bóvedas de árboles: ya son costumbre los carballos y eucaliptos; y descubro a los álamos después de Cimadevila.
Los alrededores del aeropuerto no son feos, sino todo lo contrario, bonitos y entretenidos, aunque en la zona más septentrional nos aproximamos a la N-634 y hay que tener cuidado. Justo después de esta zona nos encontramos con el mojón de la ciudad de Santiago, donde una foto puede ser oportuna.
El primer descanso lo hacemos en San Paio, en los jardines de la Iglesia de Santa Lucía , que nos ofrece unos estupendos bancos de piedra para almorzar.
Al acercarnos a Lavacolla, nos encontramos un tipo de camino que se repetirá posteriormente: una calle con coches y una acera amplia por donde podemos ir con la mascota atada. De momento, este formato se acaba al salir del pueblo y cruzar la N-634. De hecho, llegamos a uno de los lugares emocionantes, al puente del riachuelo Sionlla. Parece ser que aquí se lavaban los peregrinos antes de llegar a Santiago. Por supuesto, Mulán se da un buen remojón.
En Villamayor nos volvemos a encontrar el formato de calle con coches y acera. Y lo tendremos así prácticamente hasta el final de la etapa.
Llegamos callejeando hasta el Monte de Gozo y la ermita de San Marcos, lugar pleno de leyendas. Al llegar al comienzo del parque leemos con agrado que hay unos baños públicos pero lamentablemente están cerrados. Seguimos y nos sorprende que la ermita este cerrada con una cancela. Descansamos por última vez en la valla de piedra que rodea a San Marcos. Allí volvemos a coincidir con el peregrino australiano dueño del Border Collie de 14 años, nos explicó que su perrito lo dejó en casa porque el viaje resultaba demasiado largo... (¡Y tanto!). Por supuesto, nos llevamos unas fotos compartidas de recuerdo. Subiendo desde la ermita al monte, llegamos a un punto desde donde se ve ya la Catedral de Santiago. Comenzamos a sentir la emoción de haberlo conseguido. Bajamos por la calle bordeando el albergue y obtenemos el sello del Monte del Gozo en el bar de dichas instalaciones.
Llegamos enseguida al primer cruceiro de la zona urbana de Santiago (veremos unos cuantos más). Queda todavía un buen tramo callejeando. Nos quedamos sin bolsas para caquitas pero una amable señora nos dio las dos últimas que llevaba (¡Gracias! Tengo que decir que otro señor paseaba al perrito sin bolsas...).
Seguimos y vemos un bar muy bien arreglado con un perrito dentro, "Shot me coffee", y aprovechamos para tomar dos cafés con leche (nos cobraron 5 euros...). Ya cerca de la catedral, pasamos por la joyería Regueira, una parada obligada para nosotros, siempre nos tratan fenomenal.
Y por fin, quizás el momento más emocionante. Entramos a la plaza del Obradoiro por el arco del palacio de Gelmírez, con la música del gaitero que te llega al alma. Algo se activa dentro y rebosa ya en la plaza, cuando me abrazo a Isabel y le doy las gracias por su paciencia (no es muy amante de los perros aunque quiere mucho a Mulán...). ¿Acaba aquí la etapa? Pues diría que no, y merece la pena comentarlo.
Acabada la peregrinación, vamos a sellar las credenciales y solicitar la Compostela (el certificado de peregrinación, lo que reemplaza a la concha de antaño...). Tengo que advertir que no dejan entrar con perro y tampoco tienen habilitada ninguna solución. Afortunadamente me dejaron sacar mi Compostela y la de Isabel, mientras ella cuidaba a Mulán. Por cierto, me comentó el revisor que no les dejan poner el sello de la catedral en las credenciales perrunas. Parece que los perretes no son muy bienvenidos.
Por último, volvemos a la plaza del Obradoiro para cruzarla y llegar la puerta de las Platerías, en la fachada meridional de la Catedral, por donde se accede al templo. Por supuesto, no dejan entrar con la perrita. El problema es que tampoco hay otra solución, salvo tener un compañero que guarde la mascota si quieres entrar.
Y desde aquí, un paseito de 10 minutos (que ya no he grabado) hasta el autobús TUSSA línea 6A que lleva al aeropuerto. Tuvimos que esperar una hora: un autobús pasó lleno y entramos de casualidad en el segundo. Allí alquilé un coche para recoger a Isabel y la perrita, que se habían quedado en Santiago, e ir a Lugo, donde teníamos nuestro coche (empezamos la peregrinación en Sarria).
Cenamos estupendamente en casa de Julio y Carmen, donde descubrí las volandeiras (me llevé una concha para Mulán). Viajamos de vuelta al día siguiente, tras dormir muy a gusto en los apartamentos Ciudad de Lugo.
Esta peregrinación ha sido un buen reto con Mulán. La logística no es fácil (y creo que desde Sarria es el tramo de logística más fácil...). Es un camino con menos tiempo para pensamientos íntimos porque hay que estar pendiente de la perrita. Con todo, este camino ha merecido la pena sin ninguna duda. Nos ha facilitado engrasar nuestra sociabilidad y capacidad de adaptación, y la perrita se lo ha pasado en grande.
Como siempre, otro Camino diferente.
¡Buen Camino!
¡Ultreia! ¡Et suseia!
Waypoints
River
971 ft
Riachuelo A Sionlla donde se aseaban los peregrinos
El puente sobre el riachuelo A Sionlla parece ser el referido por el Codex Calistinus en el año 1125, como arroyo donde los peregrinos se aseaban antes de entrar a Santiago
Risk
965 ft
Camino con falsa percepción de riesgo
El Camino baja a la carretera por un paso con murete que puede dar la sensación de seguridad. Sin embargo, no hay forma de controlar que la mascota no salga del directamente a la carretera.
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