73. BANDOLEROS Y JORNALEROS

Paseo en coche por una zona presidida por los olivares, árboles que han condicionado durante siglos la vida de estas tierras. El olivo es un árbol agradecido, que exige escasas tareas de labor a lo largo del año, así los campesinos han padecido endémicamente el mal del paro y la escasez. En esta ruta se aúnan dos salidas históricas, representadas por el bandolerismo y la lucha de los jornaleros.
Empezamos en el pueblo de Marinaleda, tantas veces en los medios de comunicación. Es una población limpia y ordenada, de casas bajas y dignas. Imposible entender el pueblo moderno sin su mediático Sánchez Gordillo, alcalde del pueblo desde 1979. En esta zona atrapada históricamente en un régimen casi feudal, ha centrado su lucha en ocupar las grandes fincas por los jornaleros sin trabajo. Se trata de su particular “utopía”, palabra que se encuentra en el flamante ayuntamiento del pueblo, y en muchas de las pintadas que jalonan las paredes. En este pueblo todas las decisiones se toman con carácter asambleario, los sueldos son similares y el trabajo se ha distribuido entre la población. Cada uno se construye su casa, la guardería vale 12 euros al mes y existe televisión local. A la entrada del pueblo un inmenso parque, con anfiteatro, piscinas y hasta un gran puente como mero adorno, que aparece en las fotos que se acompaña. Enfrente un gran polideportivo, el centro cívico y el flamante Ayuntamiento. Es el gran milagro de la subvención, que afecta al setenta y cinco por ciento de su presupuesto, y sin la cual se retornaría a los oscuros días del hambre y la emigración.
Atravesamos un mar de olivos para ir a la “Ruta de José María el Tempranillo”. Estos pueblos han encontrado en la figura del bandolero, una forma de atraer un turismo que nunca ha existido en la zona. En torno a esta figura se han creado en la zona hasta cuatro museos más (costumbres del campo andaluz, rio Genil, termas romanas y paisaje natural). Los pueblos que la componen son Jauja, Badolatosa, Corcoya y Alameda. Entre los dos más lejanos apenas hay dieciséis kilómetros.
La figura de este bandolero, sólo puede comprenderse desde la existencia de grandes fincas que daban trabajo precario a una población que vivía con muchas veces en la indigencia. José María Hinojosa Corbacho muy joven, mata a un hombre, huye de la justicia y se echa al monte. Su tempranera edad hace que se le conozca como El Tempranillo. Su leyenda viene por el aura de romanticismo que lo rodea, el Robín Hood andaluz, que roba a los ricos para dárselo a los pobres. Y lo hace con elegancia, a la luz del día, sin violencia: "Quita una sortija –escribe Merimée- de la mano de una mujer: -Ah, señora, una mano tan bella no necesita adornos. Y mientras desliza la sortija fuera del dedo, besa la mano de un modo capaz de hacer creer, según la expresión de una dama española, que el beso tenía para él más valor que la sortija". El pueblo, por miedo o por el ancestral odio a los poderosos lo apoya, y lo esconde en sus cortijos. Finalmente, ya redimido, muere traicionado por otro bandolero. El “Centro temático del bandolerismo romántico”, en Jauja narra su historia, y el entorno geográfico e histórico de su época. En el resto de pueblos de la ruta pueden visitarse la cueva del bandolero, y demás aspectos de su vida. Nos detenemos también en Corcoya para visitar la milagrosa Iglesia de la Virgen de la Fuensanta. En Alameda, en una Restaurante con el nombre del bandolero, se colocan a los pies braseros de leña, en estos frios días invernales.
Sin duda esta ruta, con dos figuras protagonistas de distintas épocas, nos ayuda a acercarnos a distintas respuestas que ha dado el campo andaluz, a su atávico atraso, y a la continua lucha entre los que tienen mucho y los que no poseen nada.
También la ruta está jalonada de diversas lagunas. Ante la dificultad de visitarlas todas, dando un placentero y relajado fin al viaje, decidimos finalizarla en la más grande Fuente de Piedra donde, ciertamente de lejos, pueden observarse flamencos y todo tipo de aves acuáticas.