Carretera: Andavías, Montamarta, San Cebrián de Castro, Piedrahíta de Castro, Moreruela de los Infanzones, Cubillos, Zamora.

Pues una semana después vamos con la breve crónica de la salida de hoy. Las sensaciones han sido buenas, esa es la principal conclusión. Salí de Andavías a las cinco de la tarde con una temperatura muy agradable (24ºC). Como el viento soplaba del suroeste, me ayudó a llegar a Montamarta con facilidad. Giré a la izquierda, atravesé el pueblo e hice la subida lo mejor que podía (igualando mi mejor tiempo, así que contento). Hasta las rotondas que enlazan con la autovía de Benavente quedaban tres kilómetros fáciles y sin nada que señalar, pero hoy un auténtico bestia, un animal de bellota (no tiene otro nombre) decidió atravesar su camión en mi camino invadiendo el arcén en lugar de esperar a que yo pasara. Me tocó frenar, claro, pero me dio mucha rabia la indiferencia del tipejo sabiendo que él tenía las de ganar. Tras el incidente, seguí mi marcha hasta San Cebrián de Castro ayudado por el viento consiguiendo una media de (creo recordar) 35 km/h, lo que para mi mediocridad está muy bien. La segunda parte del recorrido hasta Zamora me tocaría hacerla con la oposición del mismo viento que me había ayudado hasta ahora: no totalmente frontal, sino de lado, pero que no cesó en ningún momento. Y ahí es donde he notado que, por primera vez en algo más de mes y medio, el cuerpo me ha respondido mucho mejor. En muchas ocasiones me he puesto de pie, o he acelerado con fuerza y no me he desfondado como me pasaba hasta ahora. Eso me ha permitido llegar hasta casa con una media de 31 km/h y con sensación de tener fuerzas. A ver si no es un espejismo y por fin he espantado este misterioso y escurridizo virus. Si es así, el Tour puede ser el próximo objetivo...