Carretera: Andavías, Montamarta, San Cebrián de Castro, Piedrahíta de Castro, Moreruela de los Infanzones, Cubillos, Zamora.

Decía José María García el tiempo es ese juez insobornable que da y quita razones. Pues hoy el tiempo me ha quitado la razón cuando creía un ciclista de élite (o por lo menos medio bueno). Eso sí, yo me refiero al tiempo meteorológico, porque cuando he salido de Andavías, el viento del sur-suroeste soplaba con fuerza. Tanta, que he batido mi record en ese tramo con una media impensable sin Eolo de 42,3 km/h. Por supuesto que era consciente de la ayuda, y he aprovechado para sacar el máximo provecho de ella pedaleando sin descanso (la bici no se mueve sola aunque te empuje el viento). Así, me he plantado en Montamarta en apenas 11 minutos y he subido la cuesta junto al cementerio mejorando mi anterior plusmarca (lejos de los buenos, eh, no vayáis a pensar). Esto ha durado hasta San Cebrián de Castro, donde al girar para regresar a Zamora ya costaba mantener la bici vertical -había que ir ligeramente inclinado hacia barlovento- y la media caía estrepitosamente desde los maravillosos 38,7 km/h hasta 27,6km/h en el tramo entre San Cebrían y Piedrahíta de Castro. Y precisamente desde Piedrahíta hasta Zamora el recorrido ha sido muy duro, incluso se daba la paradoja de que en algunos repechos iba más rápido que en el llano, ya que la propia elevación del terreno hacía de parapeto. Ni siquiera tras el repecho antes de Cubillos, donde la bici se embala sola, conseguía acelerar demasiado, y la situación se ha repetido en muchos tramos donde la velocidad ha sido la mitad de la habitual. Afortunadamente, al ser una ruta corta, la sangre no ha llegado al río y tras una hora de lucha llegué a casa. Contento, porque ya se sabe que lo que no te mata te hace más fuerte... (no como el halago, que debilita, JM García dixit).