Carretera: Andavías, Palacios del Pan, Manzanal del Barco, Carbajales de Alba, Videmala, Villanueva de los Corchos, Ricobayo, M

Pues como en otras ocasiones, esta salida se puede dividir en tres partes. Hoy, para variar, de sufrimiento creciente. Tengo que deciros que la ruta es muy bonita, puesto que recorre muchos montes y pequeñas sierras de los ríos Aliste, Malo, Esla y Duero. Salí de Andavías en diección al embalse, pasando por Palacios del Pan. En esa primera zona ya el paisaje es totalmente diferente a las llanuras cerealistas de Benegiles y demás. Las encinas y jaras acompañana a un recorrido que es algo más sinuoso y ondulado que lo que solemos hacer. De entrada, eso es un aliciente. Atravesé el puente, llegué a Manzanal del Barco y me fui a por la siguiente parada: Carbajales de Alba. Con la ayuda del viento, que soplaba algo de lado pero favorable (venía de mis 4, que dirían los pilotos de alguna película americana de guerra). A ver, que me disperso; que con ayuda llegué enseguida a Carbajales, donde no pude apostarme los billetes que llevaba porque no había nadie jugando a las chapas. Desde ahí hay una bajada hasta el río (Aliste) que todo ser humano debería probar alguna vez sobre la bici: un asfalto perfecto y un recorrido sinuoso sin esfuerzo. Máximo placer. Eso sí, en el mismo sitio en el que se acababa el puente tras cruzarlo el placer se transformó en tortura. ¿Porque lo siguiente era subir? Noooo, porque los personajillos que pululan por la Diputación llevan años tomándole el pelo a la gente de la zona y tienen totalmente abandonada la carretera desde ese punto (km 19), pasando por Videmala y hasta Villanueva de los Corchos (km 30,5). Me gustaría que pasarais por allí para que comprobarais cómo es: como si hubiera volcado un camión de grava. Subiendo derrapaba y bajando tenía miedo a pedalear y acabar en el suelo. Boquetes que parecen simas de espeleología... un panorama de vergüenza. 50 años de abandono. Un patada en el culo es lo que se merecen los mediocres que van de puesto en puesto porque no tienen oficio. Después de este rato frustrante (donde la Nave se portó de 10, por cierto), llegué a Villanueva de los Corchos para revivir la felicidad, esta vez bajando al río Esla y de nuevo por una carretera perfecta y sinuosa (tanto, que hay que frenar para no salirse en algunas curvas). Atravesé el puente y dejé a un lado Villaflor (muchos bolos pesqueros he hecho por allí). Salir de la zona supone subir una buena pendiente (tramos del 25%, otros del 17% que luego se moderan y se mantienen en torno al 10%...) que hice sin contratiempos (como iba solo, no me podía quedar descolgado). Una vez arriba, en la carretera de camino a Ricobayo, el viento me estorbaba algo, pero nada del otro mundo, así que llegué fácilmente al pueblo y bajé hasta la presa (el embalse a tope) para enfrentarme con la parte más dura del recorrido. Lo primero subir a Muelas del Pan. Sin novedad (es una cuesta en buenas condiciones). A continuación empiezan las dificultades porque de nuevo la carretera es una tortura hasta Villaseco, además es en ligera subida y el viento no estorba mucho pero tampoco ayuda. El drama vino después, al girar en dirección a Almaraz de Duero, con la oposición, ahora frontal, del ventarrón que no me dejaba avanzar. Contaba con él y no me deseperé, porque la bajada de Almaraz y todo el recorrido junto al río no está demasiado expuesto y suponía (inguenuo de mí) que los montes me iban a proteger. La oposición fue frontal, no se veía nada igual desde los tiempos de González contra Suárez, por lo que en la parte baja, una vez hecho el descenso, me tuve que esforzar frente a todos los elementos: firme desastroso, subidas y viento en contra. El ritmo, lógicamente, se desplomaba. Era una hemorragia. En la recta de llegada intenté apretar tímidamente, pero sin amigos que ayudaran y con pocas fuerzas ya en las piernas, no conseguí gran cosa. Finalmente llegué: muy contento por lo bonito del recorrido y bastante cansado por el esfuerzo final. De los días que hacen afición.