Carretera: Losacio, Marquiz de Alba, Olmillos de Castro, San Martín de Tábara, Escober de Tábara, Tábara, Sesnández de Tábara,

Esta vez hemos huido de la niebla zamorana. Pero a pesar de ser una huida, hemos sido valientes, porque era solo para buscar el sol y poder salir un par de horas con la bici. Al principio, cuando íbamos pasando pueblos con el coche y la niebla seguía cerradísima, casi tiramos la toalla. Sin embargo, fue llegar a Losacio y las nubes desaparecieron de repente, dando paso a un sol de invierno espectacular, que nos ha regalado un día estupendo para rodar. No es el terreno más adecuado para mantener las pulsaciones bajo control, pero hasta eso me ha salido bien, porque mi pulsómetro se volvió loco y tan pronto marcaba 160 pulsaciones como ninguna (o sea, muerte). Así que, una vez que me libré de esa preocupación, solo quedaba disfrutar del paisaje, del pedaleo y de la compañía. Desde Losacio nos dirgimos hacia Tábara por carreteras onduladas entre bosques de pino y roble, pasando por Marquiz, Olmillos, San Martín y Escober de Tábara... Todo perfecto. Sergio iba controlando su corazón mientras yo notaba por mi respiración que estaba pasando los límites que debía cumplir hoy, pero ojos que no ven... La carretera estaba en buen estado y no había tráfico. Una vez en Tábara, giramos a la izquierda en dirección a Sesnández aprovechando la subida de 7 kilómetros para aumentar durante media hora el ritmo del cuore y después nos premiamos con la bajada de 5 kilómetros que nos acercaba a Ferreruela de Tábara. No tomamos nada en Casa Pepa, proque las alubias a esas horas no nos venían bien. En lugar de eso continuamos pedaleando felizmente hasta llegar al punto de partida. Y como yo ya no tenía nada que perder, esprinté ligeramente en la última subida antes de llegar a Losacio para escaparme de Sergio, que no saltó detrás de mí porque tenía que cumplir con el plan previsto (y yo lo sabía). Una vez que me llevé el premio de la montaña, nos reunimos de nuevo a la entrada del pueblo para llegar al Molino de Losacio, donde teníamos el coche. Una escapada de fin de año maravillosa.