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Carretera: San Juan del Rebollar, Tola, Nuez de Aliste, Moldones, Figueruela de Arriba, Figeruela de Abajo, Vega de Nu..7 masti

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Trail stats

Distance
43.11 mi
Elevation gain
2,900 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
2,900 ft
Max elevation
2,924 ft
TrailRank 
21
Min elevation
1,894 ft
Trail type
Loop
Time
2 hours 53 minutes
Coordinates
2509
Uploaded
October 5, 2020
Recorded
September 2020
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near San Juan del Rebollar, Castilla y León (España)

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Itinerary description

Qué bien, que hayamos cogido esta costumbre de salir el fin de semana fuera de Zamora para hacer rutas más bonitas. La de hoy es preciosa y pasa por algunos pueblos de la comarca de Aliste. El paisaje está plagado de castaños y pinos y permite ver algunos valles y picos de la zona (entre ellos Peña Mira). Empezamos en San Juan del Rebollar, patria chica de Sergio, con temperatura fresca que enseguida daría paso al calor (aunque el día ha sido perfecto en eso). Como Sergio jugaba en casa y conoce la zona, nos íbamos fiando de lo que nos decía, especialmente en lo que a las subidas se refiere. El comienzo es fácil, con terreno favorable con algunos pequeños repechos. Había que reservarse para lo que vendría después, así que calma total en el grupo (de tres -Javier, Sergio y yo-). Lo primero que hicimos poco después de salir fue parar en Tola, pueblo de otra rutera ilustre (a pata): nuestra amiga Raquel. Hicimos foto y continuamos sin novedad. La carretera estaba en un estado fenomenal y era una gozada rodar por ella, por lo que sin apenas esfuerzo llegamos a Nuez en el kilómetro 17. A partir de ahí empezaba la fiesta: primero una bajada hasta el km 20. Peligrosa hasta cierto punto, pero muuuy divertida. Claro, que como pasa con todas las bajadas, dura menos que las subidas correspondientes. Eso venía ahora. Primero tres kilómetros (los mismos que bajamos antes), luego un pequeño sube y baja hasta Moldones (tiene mala rima pero un bonito paisaje) seguido de otra subidita de 6 kilómetros más. Así que take it easy. La primera parte la subimos agrupados hasta que Javier, medio en broma medio en serio, decidió atacar. Yo respondí y acabé adelantando, pero el precio fue tener el estómago en la boca unos kilometritos. Por listo. Ya llevábamos 24 km (de los 57 previstos) y todo era felicidad, cuando de repente empecé a oir un ruido como de locomotora de vapor. No era ningún tren, sino mi rueda pinchada que perdía aire en cada vuelta... como no paraba la hemorragia y brillaba algo en la cubierta, paramos a quitar el cristal que tanto daño me estaba haciendo (lo tiré, si era de Svarowski he dejado pasar la oportunidad de hacerme millonario). Fin del problema (el tubeless es maravilloso). Restaban 6 km de subida. No era muy empinada y la hicimos en grupo de nuevo hasta la carretera de Figueruela. Foto, plátano y a seguir. Quedaba la segunda parte que era parecida, aunque con rampas más duras. Primero una bajada de 9 kilómetros (con algún repecho que otro). Pasamos los dos Figueruelas (el de Arriba y el de Abajo) por una carretera sin nada de tráfico, cuyo mayor peligro era la fauna ¡como la cierva que acababa de cruzar a 50 metros delante de nosotros! Eso nos obligó a levantar el pie hasta la subida más exigente del día: 2 km hasta Vega de Nuez con rampas muy duras. Ya lo teníamos casi hecho, cuando pasó lo inesperado: 7 mastines cuidando de un redil de ovejas junto a la carretera. Imposible pasar en subida. Yo me atreví con uno que se acercó más y que reculó cuando le di un par de voces, pero los otros seis no parecían impresionados... No quedaba más remedio que darse la vuelta y subir lo bajado: los 9 km de antes. Poco a poco regresamos a los dos Figueruelas (esta vez el de Abajo y el de Arriba) y giramos a la derecha por la llanura: el campo de Aliste. Tuvimos que luchar con el viento a ratos, pero conseguimos una buena velocidad (gracias como siempre al locomotoro que es Sergio). Pasamos sin novedad por San Cristóbal de Aliste y por San Vitero, con un último repecho suave pero que había que subir... Y sí, llegamos a San Juan, fuimos felices y comimos chorizo, porque perdices no quedaban. Otro día genial.

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