Carretera y manta

Sobre todo manta me ha hecho falta en esta gélida mañana, pues cuando todo picaba para abajo y el termómetro marcaba -4ºC me hubiese venido de lujo.

En principio ayudó el que amaneciera raso, pues pude salir un poco antes que las últimas veces, pero al ser por carretera, y aunque encendí una luz roja intermitente detrás, interesaba ver bien y ser visto (mucho mejor).

Hasta Torrecaballeros no se notaba mucho frío (aún), pero a la altura de Sotosalbos las zonas más sombrías cortaban el aliento y eso que ya me daba el sol.
Todo más o menos bien, salvo los pinreles (ya que iba con zapas de verano con calcetines algo más gruesos nada más…pero al llegar al cruce, camino Torre Val de San Pedro y hasta La Velilla llegué a sentir tanto frío en el cuerpo que solo pensaba en parar y calentarme al sol cual lagartija. Sin apenas dar pedales no bajaba de 30km/h y con -4ºC la sensación térmica era: “suputamadrequéfríohacecopón!!”

Deseando estaba llegar al paso del Cega y empezar a subir para poder entrar en calor. No es mucha la pendiente que hay pasado La Velilla pero al menos hay que dar pedales. Así como el repecho que viene después. Partes de mi cuerpo debieron entrar en calor porque me puse a pensar, cual Forrest Gump cuando corre sin más, en que la última ruta así íbamos Isma y yo, charlando de todo un poco, del rato que tuvimos ayer, junto con alguna Kamelia, tomando unas birras y charlando de bicis, biciclistas y demás…de Jose Mena que no pudo venir a última hora…de lo que dijo Toñi: “el mundo del ciclista, cuando pedalea, es muy solitaria”…yo iba solo, pero no me sentía solo ni un instante. Vas con los que piensas, con los que están y con los que se fueron,…y aunque hace un frío del carajo (y el grajo vuela bajo) se oye vida a cada pedalada, se ve, se siente…y se huele!!!

Te das cuenta de que existen pueblos de postal, como Valleruela de Pedraza, La Matilla, Valdesaz…andá, un castillo!! Sin darme cuenta, en tranquila introspección, había llegado ya a mi punto de inflexión: El Condado de Castilnovo y su regio Castillo homónimo.
Tras la foto de rigor y algo de comer, seguí por una carretera en mucho mejor estado, pero con bastante más tráfico. Un camión me pasó rugiendo y me sentí cual X-Wing sobrepasado por una nave Imperial del mismísimo Imperio Galáctico…ya sabía yo que tanto frío no era bueno. No sé si fue por la emoción pero esta vía la crucé en poco más de 10 minutos y son unos 6 kms…y yo queriendo entrar en calor…

Las otras dos carreteras que tomé cada vez tenían menos tráfico. Estaban rodeadas de pinares en su mayoría y me llevaron a Muñoveros, donde hice otra breve parada para comer y deshacerme de los envoltorios en una papelera. Ahora sí que entré en calor, pues desde aquí hasta La Cuesta pica todo hacia arriba. Después del cruce, pasada esta localidad, opté por ir dirección Berrocal. La carretera suele tener poco o ningún vehículo, pero el firme es penoso, al menos para la bici de carretera. El paraje merece la pena, pedaleando entre robles, fresnos, el Río Viejo, el Río Pirón y pueblos como el citado, además de Santo Domingo de Pirón (donde se agradece el buen pavimento que hay) y Basardilla. 500 metros más y al girar a la izquierda, camino Torrecaballeros, me vino viento de cara, hasta La Granja, que me enfrió de nuevo y me hizo ir bastante más despacio. Con las rachas de viento, mi bici parecía un catamarán, yendo de lado para contrarestarlas. Pero al girar 180º en la primera rotonda de la Pradera del Hospital la cosa cambió. Mi bici parecía tener el tan “famoso” dopaje tecnológico y, tras llegar a Gamones, desde aquí hasta el cruce de Trescasas circulaba con facilidad a 40km/h…y sin morir en el intento…vamos: con poco esfuerzo.
Poco más, dejarme caer hasta San Cristóbal y de aquí a mi Tabanera del Monster.

La ducha me hizo volver a sentir los dedos de los pies.

ÁNIMO, AMIGO ISMA, LA BOLA NO SE VA A MOVER DE DONDE ESTÁ!!!