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COUSO - Nacimiento del Támega - Nacimiento del Limia - Couso.

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Trail stats

Distance
10 mi
Elevation gain
755 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
755 ft
Max elevation
3,137 ft
TrailRank 
36
Min elevation
2,461 ft
Trail type
Loop
Moving time
one hour 34 minutes
Time
2 hours 36 minutes
Coordinates
2299
Uploaded
June 1, 2019
Recorded
June 2019
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near Freijo, Galicia (España)

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Trail photos

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Itinerary description

Mientras dormita apacible en la ladera que hace de escorrentía primaria del Freixo (Limia), la aldea rural de Couso es testigo de un acontecimiento geológico inigualable. El nacimiento de tres cuencas fluviales -Támega, Limia y Arnoia-  en apenas 20 km cuadrados sólo es posible por la proximidad del Macizo Central ourensano y el Monte Talariño (984 metros)  con la gran llanura aluvial de A Limia al oeste, y el valle del río Támega al sur. 

Los tres ríos nacen en un puñado de kilómetros, y se dispersan por el mapa cada uno con un destino distinto. El Támega da origen a la cuenca internacional de su mismo nombre y desemboca en el Duero en la localidad portuguesa de Entre-Os-Rios, 145 km después. El Limia, también internacional (108 km) llega directamente hasta el océano Atlántico, en Viana do Castelo, mientras que el Arnoia refresca las villas  del interior de la provincia de Ourense y desemboca en el Miño, 84 km. más abajo.

Límia y Támega nacen en un pañuelo, cerca de la cumbre del monte Talariño. La red hídrica, un tanto difusa,  que da origen al Támega, suma varios acuíferos pendiente abajo del Talariño y configura el curso alto del río desde el municipio de Laza, que da nombre a los importantes pueblos prerromanos del Val do Támega que generaron las ciudades del Verín y Chaves (Aquas Flavias), aguas abajo. 

El Limia, por su parte, nace justo en el límite del municipio de Sarreaus, en las laderas del monte Talariño, serpentea hasta la gran cuenca aluvial de la Limia, otrora gran Lagoa de Antela, devastada por la desecación de un desarrollismo mal entendido. Desmitificado como las puertas del Hades por el general Décimo Junio Bruto, este río dejó como tributo la gran leyenda central de la conquista romana de Galicia. 

El Arnoia, por su parte, remonta su nacimiento al gran anfiteatro natural de la Serra de San Mamede, justo por encima del encantador pueblo de Rebordechao, para emprender su maratón hasta tierras de O Ribeiro. En esta ruta, visitaremos los dos primeros alumbramientos, mientras que tendremos siempre el del Arnoia en el horizonte.

El paisaje del agua

Cuando el papa Gregorio Magno sentó los cánones del canto monacal que lleva su nombre, quiso imitar, sin duda, el hipnótico masaje auditivo del agua -pausado y constante- con que el regato Freixo acaricia el alma del que se sienta a escuchar al paisaje en la aldea de Couso.

 El Freixo es uno de los nombres del curso alto del Limia, y desde allí iniciamos nuestra excusión. El trazado está pensado como paseo de nivel fácil en bicicleta de carretera, pero también puede plantearse como familiar de nivel medio, de bicicleta mixta, senderismo nivel moderado o incluso realizarse en turismo. Para la bici de carretera, hay que advertir que los últimos 200 metros -en el retorno a Couso desde Vilariño Frío- el firme es de tierra y en fuerte pendiente. 

Inicio

Tras Salir de Couso por el único vial asfaltado de acceso, con un firme tosco pero aceptable para la bicicleta de rueda fina, Elena y yo torcemos a la izquierda, ascendiendo hacia Alberguería, en el cruce anterior al pueblo de Freande. Tras la única cuesta un poco seria del trazado, nos situamos en la cota de Alberguería, entre los preciosos campos de labor y “lameiros” (prados) que preludian la llegada del pueblo de montaña, con hábitat concentrado frente al habitual galaico disperso, que nos espera.

Alberguería, como su propio nombre indica, es un enclave dedidado de antiguo al noble arte de dar cobijo al viajero. Ubicada en el paso de la Vía del Támega que unía Chaves (Aquas Favias, aguas abajo del rio) con Lucus Augusti, (Lugo), es posible que sea una mansio desde la antigüedad romana, aunque en la actualidad es un acogedor albergue de peregrinos regentado todavía 2019 por Luis. Este maragato (epíteto antiguo para designar a un mesetario emigrado a Galicia) transmutado  cariñosamente en gallego a base de quitar la helada del cuerpo a miles de peregrinos, es desde hace décadas el mesonero más famoso del Camino de Santiago, junto con José Luis de Casa Manolo, en Santiago de Compostela.

Antes de partir en busca de las “fuentes” del Támega, es aconsejable visitar el Rollo de Justicia o “picota” en la plaza del tal en Alberguería, ejemplo de los tiempos en que la Justicia era más rígida, lo cual no quiere decir que hoy haya alcanzado la flexibilidad que para el género humano había soñado Thoureau.
 Continuamos por la OU-113, y a escasos cientos de metros encontramos una rotunda señalización a la derecha que nos esperanza -injustificadamente- de encontrar en breve el nacimiento del Támega. 

Y así es, a otros pocos cientos de metros. Lo que no queda claro -pese a la fama e importancia del río-  gracias al desprecio  de las autoridades españolas por la Comunicación, es el punto exacto de la misma. Un conjunto de hidrantes y regatos suman, está claro, una pequeña corriente que se escapa ladera abajo del monte Talariño, que va conformando el curso alto (altísimo) del Támega. Lo que no queda claro (nada claro) es cual es el responsable: los culpables pueden ser un conjunto de escorrentías (el camino entero, en invierno) o incluso un abominable pozo de hormigón con un chorro que, de ser el primigenio naciente del afluente de Duero, merecería mejor y mayor revestimiento. 

Retomando la OU-113, en apenas dos kilómetros, esta vez a  la izquierda, podemos repetir la experiencia del poco lucido Támega neonato con el olvidado naciente del río del Olvido, al que ni más ni menos que el abuelo del asesino de Julio César dedicó su valor, y tras cruzarlo, en el 137 aC, obtuvo fama y reconocimientos en Roma: en el  graderío alto de un prado, un pequeño agujero murado y con escaleras, como si del agujero del infierno se hubiera ocupado un diablillo indolente, surge un chorro humillde y en fontana, que es el inicio del curso del Limia, el río del Olvido, el Lethes de la mitología griega y romana que, por algún motivo evidentemente olvidado, fue confundido con la cúpula intelectual y política de Roma con -ni más ni menos- las puertas del infierno. 

Acongojados aún por la falta de interés histórico y medioambiental de semejante rincón de la  Unión Europea en el siglo XXI, iniciamos la vuelta a Couso, por los lugares de Paradiña y Vilariño Frío, donde aún observamos perplejos unos raros petroglifos inscritos en los dinteles de un cortello y el prado más bonito de la alta Limia, con la torre de Trandeiras al fondo. 

De regreso, todos estos recuerdos se agolpan entre el murmullo del Freixo, que a su paso por la aldea parece olvidarse de que su leyenda figura entre las más contadas de la historia antigua de Europa, y que su nombre real el Lethes, Oblivion, el río que juto con el Aqueronte regaba la tétrica superficie de la Laguna Estigia, de donde las almas nunca regresan. 

¿Nunca? No...

Siempre podremos volver a Couso y emprender otra ruta. 

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