Oberalpass, Sustenpass, Grimselpass y Furkapas

Segunda de las tres rutas que hice en mis vacaciones 2022. Esta por carreteras de la preciosa Suiza.

Esta es una ruta realmente espectacular, por el impresionante paisaje y por los puertos, que son auténticos colosos.

Estuvimos alojados en las afueras del pueblecito Disentis/Mustér, y desde allí inicie la ruta.

El primero de los puertos es el Oberalpass, una ascensión de 9.7 kilómetros, con una ganancia de 590 metros positivos, un porcentaje medio del 6.1 y un máximo del 8.

Tras la bajada del Oberalpass llegamos a Andermatt, un precioso pueblo donde giraremos a la derecha y continuaremos bajando por lo que sería la bajada del Passo San Gottardo por su vertiente norte.

En esta bajada, nada más salir de Andermatt, nos encontraremos con el Puente del Diablo que, según la leyenda, un pastor suizo pidió construir al diablo, el cual, a cambio, pidió ser el primero en cruzarlo. El pastor regaló una cabra al diablo y esta fue la primera en cruzar el puente, por lo que el diablo se enfadó e intentó destruir el puente con una inmensa roca que deprendió de la montaña, pero una anciana dibujó una cruz en la roca y el diablo no pudo mantenerla. Podemos ver esta roca al final de la bajada, la cual pesa unas 220 toneladas, y que en 1977 tuvo que ser desplazada 127 metros por la construcción del nuevo túnel del San Gottardo.

En Wassen iniciaremos la ascensión del Sustenpass un puerto verdaderamente bonito, con una longitud de 17.4 kilómetros, una ganancia de 1235 metros positivos, un porcentaje medio del 7.1 y un máximo del 8.

Coronaremos y bajaremos hacia Innertkirchen en busca el auténtico coloso del día, el interminable Grimselpass, 26.7 kilómetros, con una elevación de 1513 metros positivos, un porcentaje medio del 5.7 y un máximo del 9.

En la larguísima subida del Grimselpass nos encontraremos un túnel que podremos evitar tomando como alternativa un tramo de la antigua carretera, la Grimselpass Old Road. Este pequeño tramo está adoquinado y bordea la montaña dejando el desfiladero del río a la derecha. Reamente merece, es muy bonito.

Después de esto nos encontraremos con el primero de los lagos, el Räterichsbodensee. Tras este llegaremos al segundo lago, el impresionante Grimselsee, que bordearemos para enlazar con un tramo de zetas que nos permitirán disfrutar de las vistas antes de coronar el gran Grimselpass.

Desde la cumbre del Grimselpass ya podemos ver en frente el mítico Furkapass con su cinematográfico hotel Belvédère ubicado junto al glaciar del Ródano.

Disfrutaremos de las curvas del tramo de bajada del Grimselpass y tras cruzar el Ródano a pocos metros de su nacimiento, comenzaremos la ascensión del Furka, aunque realmente ya viene ascendiendo desde Obergoms.

El Furkapass es una asignatura obligatoria si se va a Suiza con la bici. El entorno es espectacular se mire por donde se mire, con el majestuoso glaciar que alimenta las aguas del Ródano, el cual tristemente se está retrayendo a un ritmo preocupante. Un tramo de curvas (por las que Sean Connery, encarnando James Bond, perseguía con su Aston Martin DB5 al Ford Mustang convertible de Tania Mallet en 'Goldfinger') nos llevará hasta el que es el hotel más fotografiado del mundo, el hotel Belvédère. Hoy en día el hotel está cerrado, la construcción de la nueva red de túneles en 2000, junto con la crisis de finales de los 90′, terminó por obligar al cierre del hotel. Es un sitio con un aura especial, a los pies del glaciar del Ródano, y con unas vistas que panorámicas difícilmente igualables.

La bajada del Furkapass hacia Andermatt deberemos hacerla con precaución, ya que la carretera está muy expuesta y no es muy ancha, y podremos encontrarnos tráfico en contra en cualquier curva.

Podríamos finalizar esta ruta en Andermatt o, si nos quedase tiempo, podríamos volver Disentis/Mustér subiendo el Oberalpass por la cara que bajamos a primera hora de la mañana. Yo sólo subí un tramo porque vinieron a recogerme a Andermatt, donde comimos y pasamos la tarde. Es un pueblo realmente bonito para pasearlo y tomar un café en cualquiera de las muchas terrazas que abundan por sus calles.

Esta es una ruta para enmarcar, una mezcla de puertos interminables envueltos en paisajes espectaculares. Una de esas jornadas de bici que nunca se olvidarán.