Daroca Zaragoza

Última etapa de la ruta Madrid Zaragoza por el camino olvidado.
Todo buen libro tiene su epílogo y esta ruta también. En Daroca el camino olvidado tomaba la ruta del camino general de Zaragoza a Valencia, mucho más evolucionado desde siglos pasados... pero con alguna sorpresa.
Como ayer acabé hecho chopped decido no madrugar y además, sabiendo que el perfil es favorable, le meto asistencia 2 todo el rato. Y salgo de la calle principal por la puerta baja, y recargo agua en la fuente de los veinte caños... la pruebo y puaaaagggggg tiene más cloro que agua, les ha quedado una fuente ornamental preciosa, pero podían haber puesto un cartel avisando... escupiendo cloro por los arcenes busco otra fuente en un parque cercano pero no hay suerte. Con la tripa revuelta busco una pequeña joya moderna de Daroca: el mtúnel de la Mina. Es un túnel hecho para desviar el cauce de un arroyo que cruza todo Daroca, y que, cuando la gota fría descargaba, provocaba estragos. Desde 1562 lleva provocando el orgullo de la villa y el asombro de los visitantes. Una vez arriba busco otra fuente y ahí sí, me limpio la boca y lleno el bidón. Y, desechando mi track, sigo las indicaciones del GR90, que cruza todo Aragón y me saca del valle del Jiloca. Adiós, Daroca, adiós, que buen conjunto monumental dejo atrás.
Alcanzado el puerto de Retascón, retomo mi camino olvidado y me separo del GR90. En suave bajada alcanzo Mainar y Villareal de Huerva. El río Huerva es aquí un joven caudal de aguas limpias, y pedaleo a su lado hasta llegar a la base del puerto de Encinacorba. Es un puerto suave, paralelo a la vía del tren, y pronto se alcanza la cima. Bajando a Encinacorba el trazado original se pierde; sigo recto por una pista ancha, el ferrocarril da un rodeo considerable.
De Encinacorba a Cariñena uso una carretera local de nulo tráfico. Y en cariñena compro algo de comida, de la que doy cuanta en un parque. Cariñena es una ciudad con todos los servicios, y aquí es donde se unifican las vías de comunicación hasta zaragoza: la autopista, la nacional, la vía del tren. El trazado del antiguo camino real no se puede seguir. Uso un track que me había bajado para llegar a Zaragoza, con algún aliciente, como visitar el parque de Muel y sus cascadas. ¡Ojalá el Huerva llevara más agua! Me lo apunto para visitar lugares cuando haya llovido mucho. Más abajo, en María, el Huerva ya es más alcantarilla que río. Da pena lo mal que mal tratamos a los ríos, el sistema circulatorio de la naturaleza. Aunque mi yo ciclista se lleva justo después una alegría: un lavadero de bicis, con su soporte, su manguera y sus cepillos. Falta le hacía a mi burra...
En continua bajada hacia Zaragoza veo la zona de María, Cuarte y Cadrete. Esa parte es el parque de atracciones de los endureros maños: una zona yesífera de amplias subidas y divertidas bajas, ya sea en barrancos o en crestas aéreas. Se me hace la boca agua cada vez que paro, y busco con el zoom de la cámara trazadas aquí y allá... al fin alcanzo Zaragoza por el antiguo trazado del ferrocarril. Me lío un poquito hasta dar con el carril bici que baja al Ebro. Y bueno, día laborable, hora punta de la tarde, todo es un poco coñazo la verdad. Casi llegando al Ebro decido ir por la calzada y así llego al final del Huerva. Me entristece ese cauce bajo, pero habrá que marcar un final más digno. Cruzo el Ebro hasta su margen izquierda y lo vuelvo a cruzar por el mejor mirador del Ebro y el Pilar; el puente de Piedra. Y en los atardeceres, espectacular. Solo me queda llegar a la plaza del Pilar, y ojo, que en las zonas peatonales toca empujar la bici.

P.S. (o epílogo del epílogo): antes de descansar visito mi estatua favorita de Zaragoza. representa a un zagal sentado en el suelo mirando a lo alto. Es una estatua recordando la Torre Nueva, una torre de ladrillo que existió en Zaragoza y que, al empezar a inclinarse, se demolió a finales del S. XIX. Tuvo que ser algo digno de contemplar, y ahora, sólo queda el recuerdo.