De Castro de Fuentidueña a Peñafiel y vuelta

Hace poco cayó en mis manos el libro "Rutas en bici en torno a Madrid" ISBN-10 ‏ : ‎ 8403503164 ISBN-13 ‏ : ‎ 978-8403503168 y de ahi saqué esta ruta, uniendo dos de ellas y variándola un poco para hacerla a mi gusto. ¡Al lío!
Por alguna inexplicable razón, se sale del pequeño pueblo de Castro de Fuentidueña, en Segovia. Bordeando algunas casas subterraneas (mejor llamarla bodegas) salgo del pueblo y llego a Tejares, donde hay una charca con patos y ocas.
La verdad es que los animalillos campan a sus anchas por aquí: a los buitres que se ven en lo alto se le suman corzos, gamos, topillos, erizos, serpientes, tórtolas, en fin...
A la salida del pueblo hay un tramo que se lo ha comido la maleza. Rodar se puede rodar, pero es muy incómodo. Se puede evitar por carretera cercana, eso sí.
El track nos mete en una carretera provincial y se asoma al valle del Duratón. Ya no es el río famoso y encajonado de sus hoces, ahora es un curso de agua que riega huertos y fluye manso hacia el Duero. Y se cruza por un puente junto a un parque, en la preciosa villa de Fuentidueña. Si no se quiere coger agua ahí, hay una fuente a la salida del pueblo. ¡Ay de los que se queden sin agua en verano!
El track baja paralelo al Duratón entre huertas de acelgas, cebollas, trigales, y algún pinar cuya sombra se agradece. A veces por pista, a veces por carretera, y por asfalto se entra a Peñafiel. Justo a la entrada hay un parque con una ermita y una fuente: tiene el agua más asquerosa que he probado en lo que va de siglo. A ver como le quito el sabor al camel...
Ya que estoy a Peñafiel me subo al castillo. Es magnífico, imponente, aunque la grua que tiene le sienta como a un cristo dos pistolas. Aunque solo sea por las vistas, me ha merecido la pena. Y para bajar me busco una senda a media altura que pasa entre las chimeneas de las bodegas. Ya abajo, en el valle del arroyo Botijas, al llegar a Olmos de Peñafiel, se toma una subida al altiplano vallisoletano. Ya estuve aquí hace más de diez años, buscando el techo de Valladolid. Ahora los trigales están dejando paso a viñas nuevas, de las de riego por goteo. Pero el cascajal que hay junto al vértice geodésico del Cuchillejos sigue entre espigas, y sigue siendo el punto más alto de Valladolid... en cuanto desmonten la grúa del castillo de Peñafiel.
La ruta sigue por caminos de labranza de incómodo rodar. Piedras de garbancillo machacan máquina y globero mientras el viento golpea de cara y el paisaje no ayuda. Un último pueblo en el camino: Sacramenia. Aquí me lie en la bajada y acabé bajando unos escalones entre bodegas. Seguro que hay una fuente en el pueblo, ni siquiera la busqué. Lo que tampoco busqué y si que apareció fue una cuestaca del 15% o más que me devolvió al altiplano. Más alti que plano. Esa subida obligaría a empujar la bici... si no fuera por lo que empuja el motor.
Lo que queda es una subida constante aunque suave, los dos últimos kilómetros por carretera provincial de nuevo. Y ese fue mi último error; siempre es mejor empezar subiendo y acabar bajando. Además de que el tramo de ida era más ameno que el de vuelta...