Miranda - Ezcaray - Cruz de la Demanda - Monterrubio - Burgos

Una pequeña aventura hecha en dos días y que une las vías verdes del Rio Oja y la de La Demanda.
Las primeras buenas sensaciones se producen al entrar por la ladera boscosa que lleva al desfiladero del Ebro: intensos aromas a bosque mediterráneo.
Luego un mar de viñedos hasta llegar a Haro que poco a poco dejan paso a campos de cereales, verdes aún en estos días de final de mayo. En las afueras de Casalarreina tomamos la vía verde del rio Oja. A lo lejos se divisa la Peña de San Torcuato que da entrada al valle de Ezcaray, fin de la vía verde. A medida que nos acercamos el bosque se empieza a adueñar del paisaje.
En la plaza de Ezcaray descansamos un poco y comemos algo, aprovechando que se producen un par de tormentas típicas de días calurosos. Cuando parecía que ya había terminado el mal tiempo empezamos la escalada a la cruz de la Demanda.
Los primeros kilómetros son los más duros; a partir de la cota 1600, justo al entrar en un bosque de hayas, cuando empiezan a aparecer ciervos cruzando el camino, la pendiente empieza a ser más suave, dando un respiro. Aunque de vez en cuando los repechos pueden ser bastante fuertes.
La cota más alta del recorrido está entre el pico Otero y el pico Cruz de la Demanda, que da nombre al puerto al que llega una carretera asfaltada que allí termina. En una pequeña meseta cerca ese puerto monté la tienda y pasé la noche.
Aunque estaba completamente despejado, los relámpagos de tormentas lejanas no daban tregua ni un segundo, iluminando la noche como un espectáculo de fuegos artificiales.
A la mañana siguiente tomé rumbo a Monterrubio de la Demanda, donde esperaba desayunar, pero el bar de la Picota no abría hasta las 12, así que continué el camino. La vía verde de La Demanda empieza no lejos del pueblo en un paraje llamado La Pradera, junto a un precioso bosque de hayas, habilitado con mesas y una fuente y acotado por una pequeña muralla de piedra.
A partir de aquí el recorrido discurre por un bosque interminable de robles, salpicado por hayas y abetos. El camino está en buen estado y pasa cerca de algunos pueblos sin llegar a entrar en ellos.
A destacar un par de rampas muy fuertes, aunque cortas, en el recorrido: una al salir del parque La Pradera y otra al llegar al puerto de El Manquillo. Las dos de unos 300 metros.
Comienzo y final en estaciones de RENFE.