Catalunya Nord desde Darnius

Darnius, un pueblo precioso, como todos en el Ampurdán. Ya casi medio día y le tiro por asfalto siempre en subida en busca de la frontera con Francia. Paso el coqueto pueblo de Maçanet de Cabrenys y en el minúsculo Tapis su bar de bote en bote. Sigo a lo mío y gano dos collados: el Coll dels Horts y el Coll Roig, antes de caer al Riumajor, que hace de frontera entre las dos Cataluñas. Aún toca subir un trecho para ganar el pintoresco pueblo de Coustouges/Coscoja que da nombre al puerto de montaña y punto más alto de la ruta.
Aquí comienza un vertiginoso descenso por la Catalunya Nord pasando por un buen puñado de poblaciones entre las que destacan San Llorenç de Cerdans, Arles sur Tech, Palalda y Céret. Llama también la atención la cordillera de altas montañas al Norte donde destaca el Puig Dels Tres Vents. Las vistas, con el día tan soleado, creo que no he visto pasar ni una mísera nube, los paisajes se difuminan... Por el fondo del valle corre en todo momento el caudaloso Le Tech. Pasado Ceret, con sus restaurantes y sus museos, busco el pueblo de Maureillas-las-Illas, donde echo el bocado y tomo una carreterilla sin apenas tráfico que se va en busca del Coll de Manrella, famoso porque fue por donde el President de la Generalitat Lluís Companys y tantos otros se vieron obligados al exilio al final de la Guerra Civil. La carreterilla es bien curiosa: está dejada casi por completo, se sube con pendientes suaves con paisajes exuberantes de vegetación, y sólo llega el asfalto hasta Las Illas, un conjunto de masías dispersas que ocupan un bucólico valle cerrado entre montañas. Aquí hay que buscarse la vida para llegar a la frontera jeje. Muchos tramos con pendientes poderosas y pronto las pistas de tierra. Todo muy dejado. Como abandonado.
Cuando por fin gano el Coll de Manrella las fotos en el monumento a los exiliados y nace una estupenda carretera que en tres kms me pone el el precioso La Vajol. Directo al Bar Ca La Contxa, donde como espléndidamente, y eso que son las 5 de la tarde. Saciado, busco las pistas que bajan directas por la montaña a Darnius. La zona es una pasada. Siempre en bajada y rodeado de bosques de alcornocales. Ya en la parte baja las pistas están bien pisadas pudiendo ir rápido. Visito un llamativo dolmen junto a la pista y al poco salgo a asfalto, que me pone en el punto de partida en una volada.