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12-OCT-22 MONUMENTO NATURAL DE LOS CUCHILLOS DE VIGÁN

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Trail stats

Distance
14.57 mi
Elevation gain
4,373 ft
Technical difficulty
Experts only
Elevation loss
4,373 ft
Max elevation
1,513 ft
TrailRank 
34
Min elevation
6 ft
Trail type
Loop
Time
7 hours
Coordinates
4296
Uploaded
October 14, 2022
Recorded
October 2022
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near Teguitar, Canarias (España)

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Itinerary description

Recomendación: NO seguir el camino que he marcado si no nos consideramos senderistas EXPERTOS o montañeros. Aunque el 90 % sea transitable para casi todos, en el 10% restante se verán obligados a dar la vuelta o a asumir riesgos para los que no se encuentran preparados; ¡CUIDADO! Recorrido bastante exigente y con zonas de paso peligrosas y expuestas salpicadas durante el mismo.


Caminata en solitario, mucho de novela, un algo de épica aventurera y una pizca de riesgo:

Haciendo prospección para rutas del Trotasendas fui a los Cuchillos de Vigán y me encontré un paraíso para hacer senderismo de calidad, un poco extremo, pero del que me gusta, el que en ciertas zonas de paso te hace subir la adrenalina y te exige atención en lo que estás haciendo, por lo que sabes que vas a llegar cansado.

Comencé a las 7:34 de la mañana y acabé 7 horas después, me paré bastante en algunos lugares del recorrido haciendo fotos, sobre todo al principio y luego me encontré un recorrido muy técnico en muchos puntos de paso, algunas zonas muy expuestas y de bastante riesgo o peligrosas, una huella muy incómoda debido a transitar fuera de sendas, existe mucha piedra suelta, haber sufrido las lluvias torrenciales de la tormenta tropical Herminia hace 3 semanas y ser un recorrido duro de bastante desnivel.

Desde Tequital o Teguitar me dirijo al sureste para ir al encuentro de los picos más importantes de la zona, como es el Vigán, el cual da nombre al Monumento Natural de Los Chillos de Vigán. Por un terreno cómodo siempre en suave ascenso durante aproximadamente 1,50 km. me aproximo a los primeros picos que diviso en la proximidad y que son la antesala de los más altos que se encuentran detrás en un segundo plano. Estas primeras cimas son el denominado Cuchillete del Gran Valle o Norte del Gran Valle siendo tres altos de 278, 335 y 323 metros de altitud en sus respectivas cimas. No paso por el alto del primer pico ya que camino a media ladera del susodicho por la cara norte, ganando altitud poco a poco hasta girar a la derecha y subir directamente a la parte más alta del segundo pico. Ya en la cima avanzo cómodamente por la arista o cuchillo hacia el tercer pico; las vistas son extraordinarias…

El siguiente paso es alcanzar la cima de El Roque que junto con el Vigán son los picos más altos de esta crestería que me he propuesto recorrer. La subida a El Roque es bastante comprometida y expuesta, el viento sopla fuerte, no hay camino definido aparentemente, por lo cual decido atacar directamente la subida por la cara oeste para llegar a la cúspide. Pliego los bastones, los guardo en la mochila y emprendo el ascenso; hay que prestar mucha atención a lo que se hace en cada momento, ver bien en donde te agarras y donde pones los pies, porque un descuido puede acarrear fatales consecuencias. Así pues, con estas premisas subo sin prisa y con paciencia, tampoco es que sea difícil en extremo, pero sí es evidente que cualquiera por ahí no sube, y que tener las máximas precauciones es necesario. Una vez arriba te relajas y vuelves a mirar el entorno, contemplar las vistas tan bonitas que te envuelven, y a sentir el viento reinante…fabulosas sensaciones.

Una vez coronado El Roque (455 m. altitud y a 4,17 km de mi punto de partida), toca recorrer su pequeña meseta en dirección este para continuar el camino hacia el Vigán. Camino unos metros y hay que descender hasta el collado, punto en el que me desvío un poco para ir a una punta que se ve a la derecha del sentido de la marcha y que me atrae. Desde allí, me paro a observar con mayor atención el Faro de la Entallada. Doy la vuelta sobre mis pasos y emprendo la corta y fácil subida al Pico de Vigán, al que llego inmediatamente. En la cima existe un vértice geodésico, cuya cota es de 464 metros según la cartografía que poseo, y anunciando mi GPS que llevo 5,06 km recorridos desde que he salido. Una vez más, y desde el punto más alto del Monumento Natural de los Cuchillos de Vigán, vuelvo a quedar absorto con la visión que alcanzo a tener y la serenidad que me produce.

Ya está hecha la parte más difícil de este primer cuchillo que voy a recorrer en dirección oeste-este, ahora solo queda continuar hacia el levante y disfrutar de la caminata por la arista durante 4,50 km aproximadamente, casi siempre en bajada hasta llegar al kilómetro 8,80 desde donde se observa la atractiva Punta del Jurado y hacia el norte, en la lejanía, la Punta de las Borriquillas que define la Ensenada de Jacomar. En un kilómetro más de descenso nos encontramos en el asentamiento de Gran Valle y su playa, a nivel del mar, kilómetro 10 de la ruta aprox.

Es, en ese momento, que decido ir hacia el norte, para llegar a Jacomar, siempre a sabiendas de que tendré que cruzar perpendicularmente varios cuchillos que vienen desde el oeste hacia la mar, como queriendo cortarme el paso y anteponiéndose al sentido de la marcha. Así pues retomo el caminar y cruzo el primer cuchillo por la Tablada de Valle Corto, subiendo 100 metros de desnivel positivo y bajando 90 metros hasta ganar la Punta de las Altivas, en la costa; atravieso el barranco de Valle Corto e inicio el ascenso para cruzar otro cuchillo, teniendo que subir hasta los 134 metros de altura sobre el nivel del mar y nuevamente descender hasta la costa, concretamente a la Punta de las Huertas, kilómetro 12,17. Desde la orilla, y teniendo en cuenta que la marea está baja en ese momento, intuyo que si continúo por la orilla del mar caminando hacia el norte, pueda llegar a Jacomar sin tener que subir y descender otro nuevo cuchillo o arista… así que, decido tener en cuenta esta consideración. Echo a andar y 600 metros más adelante la Ensenada de Media Luna y la mar que la baña, se interpone en mi camino, lo que me obliga a reconsiderar mi planteamiento y tomar una nueva decisión. En ese momento tengo dos opciones, volver atrás hasta la Punta de las Huertas y subir por el barranco de Valle Corto hasta el punto en que pueda cruzar un nuevo cuchillo, por Los Yeseros, o bien optar por una decisión mucho más arriesgada como es la de subir por el acantilado directamente a la cima de dicho cuchillo y llegar a Los Yeseros sin rodear nada. Conociéndome bien, miro varias veces al acantilado, lo estudio un poco y creo que es posible subir sin tomar un riesgo que no pueda asumir, así que… decidido, pliego bastones de nuevo, los guardo en la mochila, la ajusto bien al cuerpo y…ataco el acantilado. Esta vez sí, tomo todas las medidas que puedo para garantizar la subida, si a mitad de camino tengo que volver atrás por no poder continuar, el problema es muy muy serio y el riesgo de caer al vacío muy alto, así que elijo la vía hasta el punto más alejado en que puedo verla y a partir del cual suaviza la verticalidad del acantilado y la naturaleza de la pared haciéndola más segura; palpo las piedras a las que me voy a agarrar con manos y pies, las limpio de restos de piedras sueltas y arenas, tanteo su firmeza y sujeción a la roca madre… A 70 metros de altitud sobre el mar descanso relajado ya con los pies en el plano y posteriormente desciendo a la playa de Jacomar, en donde desembarco 13,6 kilómetros después de la salida y 4 horas más tarde.

Tal y como me había propuesto cuando al mismo tiempo observaba la Punta del Jurado anteriormente, desde la altura del acantilado, tenía que recorrer por la arista del mismo, un nuevo cuchillo, esta vez en sentido de este a oeste para volver al punto de inicio de ruta (otra posibilidad era volver por el valle del barranco de Jacomar, pero eso además de aburrido y monótono, era poco entretenido y nada emocionante, así que esa posibilidad estaba completamente descartada a no ser que causa de fuerza mayor me obligara a elegirla). Por delante me esperaban el Sombrerito de Jacomar de 135 metros de altitud, la Caldera de Jacomar de 434 metros y el Cuchillo de los Olivos a 388 metros y descendiendo.

Salgo de la Playa de Jacomar encaminado hacia la Caldera. Rápidamente llego al Sombrerito después de un pequeño trayecto con poca gracia, giro a la izquierda suavemente y voy directo hacia el pico rojo que asoma detrás de la propia subida de perfil cóncavo que lo esconde parcialmente y la cual voy remontando hasta me deja en la base del cono volcánico a 290 metros de altitud. En ese momento se intuye claramente el lugar por donde más fácil hay que subir, así que, sin parar, acometo el empujón final que presenta como única dificultad, además del propio desnivel, una pisada sobre mucha lava volcánica disgregada (picón rojo en este caso), sobre la que avanzas dos pasos y retrocedes uno. Al rato, poco tiempo después, me encuentro en la cima de la Caldera de Jacomar a 434 metros, lugar en el que paro un buen momento a contemplar el paisaje fantástico. Miro atrás y observo la playa de Jacomar, la fajana formada por la antigua erupción volcánica que ha formado la ensenada, el recorrido de subida hasta donde me encuentro y las vistas lontanas de Puerto del Rosario y Caleta de Fuste al norte, incluso la montaña Escanfraga sita más al norte todavía se aprecia desde allí, además de Antigua, Casillas de Morales, Tiscamanita, Tuineje y todas las montañas detrás de estos núcleos de población, continuando por las propias cimas y aristas del Monumento de los Cuchillos de Vigán, ¡espectacular!

Inicio el descenso de la Caldera por la vertiente oeste hasta el Cuchillo de los Olivos, instante en el que me encuentro un primer paso delicado y expuesto para continuar mi camino a lo largo de la arista montañosa. En ese momento, como a lo largo de todo el recorrido, el viento soplaba racheado y con fuerte intensidad, lo cual te hace prestar mayor atención y titubear en más de una ocasión. Pese a todo, desciendo ligeramente por la vertiente norte y avanzo con seguridad hasta dejar atrás esta primera dificultad. Por delante quedan todavía 2,50 kilómetros a recorrer por el Cuchillo de los Olivos para volver al confort del valle y la pista de tierra. Continúo caminando a buen ritmo pero intuyendo que bajar al valle no va a ser tarea fácil; tampoco deseo pensar eso y quiero tener la esperanza de que mi pensamiento sea erróneo, pero según más avanzo, más complicado lo veo, hasta que me encuentro la parte final del cuchillo y se confirman mis negativas visiones anteriores; un paso bastante estrecho, muy expuesto, formado por roca viva rota en bloques más o menos grandes desprendidos a causa de los rayos de las tormentas y el viento incesante… todo esto me está aguardando.
Al igual que el último paso complicado por esta misma arista, decido intentarlo por la vertiente norte de la misma, nuevamente recojo los bastones para liberar las manos y sin más dudas que las propias de no saber con claridad por donde voy a tener que pasar, decido continuar. Avanzo 50 metros por la parte más viva de la arista y veo que no puedo pasar, retrocedo y tengo que descender por la ladera unos pocos de metros para poder continuar adelante; 150 metros que avanzo y nuevamente debo retroceder para rodear un nuevo obstáculo y seguir, y así un par de veces más.
Ya al final del cuchillo, desde la última punta, me veo obligado a cambiar de vertiente e iniciar el descenso hacia el valle por la cara sur, puesto que esta me parece mucho más asequible o segura que la norte y divisoria oeste. Afronto el descenso con mucha prudencia, despacio, buscando las rocas firmes del suelo en las que poder apoyar los pies con seguridad, evitando las cortadas más verticales (cosa que para lograrlo me obliga a zigzaguear continuamente durante el descenso, si bien, a medida que voy bajando gano en seguridad y comodidad), hasta que al poco me veo ya cómodo y sin riesgo aparente. Por fin paso al lado de la última marca geodésica al oeste de la arista, kilómetro 18,80 de la ruta y puedo relajarme completamente. 500 metros más adelante entro en la pista de tierra por donde también circulan vehículos: esto se ha acabado, solo queda caminar ligero para llegar al coche.

Dejando la pista de tierra por la izquierda encaro las Montañetas de la Yegua sobre el kilómetro 20.50, las cruzo y dejo atrás. Más adelante, sobre el kilómetro 22 me espera el Pico Taguda de 186 metros de altitud y desde cuya cima veo el coche y la llegada perfectamente, solo me quedan unos pocos metros y se terminó esta fantástica ruta de hoy.


Conclusión: Preciosa, maravillosa ruta de senderismo la que he realizado hoy.
No es la más larga de las que he hecho en Fuerteventura, ni de lejos, tampoco es la que tiene más desnivel, no son los picos más altos que he coronado, no tiene las mejores vistas aunque sí sean maravillosas; no tiene nada en la que sea lo más, pero lo que para mi sí es, sin ningún tipo de duda, es que resulta la más completa, la más técnica de las realizadas aquí, porque en 23,5 km he pasado del plano a la cima de pequeñas montañas, he subido varios picos, he atravesado varios cuchillos, he pisado la playa y tocado el agua del mar, he pasado por lugares de riesgo o peligrosos y muy expuestos, he subido la pared de un pequeño acantilado, he acumulado desnivel subiendo y bajando, he soportado la mala pisada existente debido a las numerosas piedras sueltas que había en la montaña y he sufrido viento racheado que molestaba bastante. Por todos estos motivos considero que esta es la mejor caminata que he realizado en Fuerteventura hasta la fecha.


Recomendación: NO seguir el camino que he marcado si no nos consideramos senderistas EXPERTOS o montañeros. Aunque el 90 % sea transitable para casi todos, en el 10% restante se verán obligados a dar la vuelta o a asumir riesgos para los que no se encuentran preparados; ¡CUIDADO! Recorrido bastante exigente y con zonas de paso peligrosas y expuestas salpicadas durante el mismo.

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