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2017-09-23 barranco, puentes y aldea de Tablate.Serie de conglomerados del Mioceno

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Trail stats

Distance
1.1 mi
Elevation gain
131 ft
Technical difficulty
Moderate
Elevation loss
131 ft
Max elevation
1,934 ft
TrailRank 
51 5
Min elevation
1,727 ft
Trail type
Loop
Time
19 minutes
Coordinates
167
Uploaded
September 24, 2017
Recorded
September 2017
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near Tablate, Andalucía (España)

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Itinerary description

Al finalizar la ruta de Pinos Puente, ermita del Cristo del Zapato y el río Izbor, nos desplazamos al barranco de Tablate que tiene un gran interés geológico, siendo además el escenario que condicionó la historia de la Alpujarra, ya que la conquista de esta comarca y la posterior represión del levantamiento de los moriscos pasaba por el puente nazarí sobre el citado barranco, único paso posible para acceder a la Alpujarra. La aldea de Tablate, hoy abandonada y en ruinas, tuvo un carácter de salvaguardia y vigilancia del puente nazarí.

GEOLOGÍA DEL BARRANCO DE TABLATE
Serie del Mioceno del Barranco del Tablate

"Conglomerados masivos de grandes bloques de rocas metamórficas del Tortoniense superior discordantes sobre conglomerados y arenas calcáreas bioclásticas, bien estratificados del Tortoniense inferior. Grandes estructuras de excavación (paleovalles) esculpidos en la unidad inferior y rellenos por la unidad superior. Juegos de fallas normales antitéticas que afectan sólo a la unidad inferior."
(Inventario andaluz de georrecursos.)

El barranco de Tablate se encuentra en el sureste de la Cuenca de Granada, que es la segunda cuenca neógena intramontañosa más grande de la cordillera bética (por detrás de la cuenca de Guadix-Baza). Su relleno comienza a final del Tortoniense (8.5 Ma), con calcarenitas de carácter marino y margas en las facies más distales. Estos sedimentos sellan el contacto entre las Zonas Internas y Zonas Externas de la cordillera. En el Tortoniense terminal (7.2 Ma) potentes depósitos de evaporitas (yesos y sales) indican el paso de condiciones marinas a una sedimentación de carácter continental. Este cambio en el tipo de sedimentación, se debe a un levantamiento progresivo de toda la región. El relleno continental de la cuenca continua durante el Messiniense con sedimentos de carácter lacustre. Las secuencias sedimentarias del Plioceno y Pleistoceno están marcadas por el depósito de conglomerados localmente intercalados con carbonatos palustres. La cuenca de Granada presenta varios depocentros (puntos donde el relleno sedimentario alcanza su mayor potencia) controlados por fallas normales (Rodríguez-Fernández y Sanz de Galdeano, 2006).
http://servidorgeodin.ugr.es/excursionesgeologicas/ruta1/parada2_es.html

HISTORIA DEL BARRANCO DE TABLATE
La puerta de los moriscos * Puente de Tablate
Olvidado entre los tajos del barranco, el puente de Tablate marca aún la entrada de la Alpujarra y el último bastión nazarí del Reino de Granada
Escenario de batallas, paso de arrieros, conquistadores y ejércitos, recuerda que durante siglos fue la conexión de la ciudad con la vieja Abuxarra
Por Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle / IDEAL - Waste Magazine

La vista se pierde entre la oscuridad y la maraña de zarzales y matorral que puebla la drástica pendiente que forma el curso del barranco de Tablate. Solo se percibe el sonido de los pájaros y el agua que se intuye en la profundidad del abismo situado a un centenar de metros más abajo. Caminar por la estrecha calzada bordeada por pretiles de cantos rodados, es franquear la verdadera puerta de la Alpujarra, la ruta de los moriscos, el paso estratégico para el control de un territorio cuyo nombre en árabe significa ‘indomable’.

(..) Cinco siglos después de las primeras referencias históricas de esta puerta obligada en el Camino Real de la Alpujarra, sobre el largo y profundo barranco de Tablate hay cinco puentes, dos de ellos son los modernos viaductos de la A-44, con 174 metros de longitud, uno para cada dirección en la autovía de la Costa, y otros tres que se ubican un centenar de metros más arriba junto al puente nazarí, el construido a finales del siglo XIX para salvar el barranco en la carretera a Motril, junto a la ermita de las Angustias, que evitó el paso por la vieja construcción árabe, y otro más moderno que pasa justo sobre él, a una altura de 30 metros, que es la nueva carretera hacia Lanjarón y entrada a la Alpujarra.

El puente nazarí está oculto, pero la construcción de la autovía permitió que el Ministerio de Fomento acometiese su restauración en el año 2003 y que pueda ser un elemento histórico para disfrutar y conocer uno de los lugares trascendentales en la historia de la Granada medieval, encuadrado en un paisaje donde la biodiversidad de ribera, tajos y roquedos, se hace patente con una simple mirada. Se oyen los cernícalos, anidan aviones roqueros. Hay parejas de collalba negra que con su cola blanca se sitúan en los salientes rocosos y los cables de tendidos eléctricos, y zorros, que se mueven entre los cortados por pasos que ya fueron utilizados por pobladores prehistóricos hace más de cuatro milenios.

Quienes circulan por la vieja N-323 y, tras pasar el puente del siglo XIX, lo hacen junto a la pared cortada a modo de trinchera en la roca, que llega desde la ermita hasta el antiguo cruce de acceso a la carretera de Lanjarón. En esa pared se observa lo que los geólogos conocen como Serie del Mioceno del barranco de Tablate, con conglomerados de bloques de rocas metamórficas del Tortoniense, que muestran la tierra de hace 10 millones de años.

Mil batallas
El puente de Tablate casi no se ve desde la antigua carretera de Motril, pero una parada a la entrada del puente de las Angustias en dirección sur nos permitirá, si miramos a la izquierda, contemplar desde arriba la estructura histórica que se convirtió en la clave de la conquista de ese territorio en el año 1491, poco antes de la caída de Granada, y ocho años más tarde, en 1499, fue semidestruido por los moriscos sublevados en la cora alpujarreña para evitar el paso de las tropas de los Reyes Católicos, aunque no lo consiguieron. La reina Isabel II ordenó su reconstrucción, pero con la segunda revuelta de los de los moriscos, la gran guerra de la Alpujarra, en 1569 volvió a ser destruido por los rebeldes alpujarreños, aunque no evitaron que el marqués de Mondéjar lo reconstruyese provisionalmente y las tropas castellanas de Felipe II lograsen cruzar el barranco y acabar con los moriscos liderados por Aben Humeya.

Desde que se construyó la antigua N-323, la carretera de la Motril, y durante casi un siglo, el puente de Tablate no fue más que una estructura ruinosa de la que solo se conservaban sus pilares, contrafuertes y el arco que ya solo sustentaba la tierra que en su día soportó la calzada. Era observado con interés por quienes circulaban camino de la playa y la Alpujarra. Seguía allá bajo, entre la vegetación, sin desvelar que en otros tiempos fue un punto clave en la guerra que puso fin a los últimos vestigios del Reino de Granada, y el camino sin retorno para los vencidos.

LA ALDEA DE TABLATE
EL FORTÍN DE ABEN HUMEYA
La aldea de Tablate se desmorona tras medio siglo de olvido entre olivos y retamas
Imágenes de esplendor y muerte se dibujan en el aire de un paraje donde una derruida iglesia mudéjar cohabita con los fantasmas de la ancestral torre nazarí

El agudo chiar de un cernícalo rebota en las paredes del desfiladero y asciende hacia los bordes de los tajos. El sonido llega hasta las mesetas de tomillos y esparto, que bajo las laderas inferiores del suroeste de Sierra Nevada muy cerca de las lomas de Lanjarón, dominan el gran Valle de Lecrín, la antesala de la depresión de Granada. Los cernícalos anidan entre las piedras de la aldea de Tablate, ubicada sobre el profundo abismo que el escritor Antonio Enrique califica como “espantable tajo de Tabulate, vertedero de tanta sangre en innumerables lances de guerra”. El viejo poblado habitado hasta la mitad del siglo XX, mantiene su vocación de puerta de la Alpujarra, de frontera natural entre dos territorios separados por una inexpugnable angostura, con un milenario puente de piedra de casi un centenar de metros de caída, único acceso entre la Abuxarra y Granada.
(...)
Las derruidas casas mantienen muros que se alzan entre los matorrales y cuentan su propia historia, episodios fundamentales en el devenir de los siglos, porque Tablate, la vieja alquería morisca, había sido fortín de defensa de los caminos hacia Lanjarón, Órgiva y las altas tierras, defensa de único y angosto puente originario de madera y piedra sobre el que se decidió el final de la rebelión de los moriscos y la derrota de Aben Humeya.

La aldea se mantiene oculta a la vista, ya que los caminos que la rodean pasan bajo las lomas y los árboles ocultan sus casas. Hoy las copas de unas palmeras que se recortan sobre las aspas de modernos molinos de viento delatan su presencia solo a quien observa más allá de la línea de las carreteras que desde el oeste de Tablate discurren hacia la Costa y al este, serpentean hacia Lanjarón. Un estrecho camino entre olivos, en la confluencia que desde esa vía se dirige hacia la antigua N-323 y la ermita de las Angustias, marca la entrada hacia la aldea abandonada. En la corta subida, aún se aprecian los trabajos realizados por quienes de forma esporádica habitaron las antiguas casas hace solo dos décadas, y los arreglos realizados por el pastor que en los años cincuenta fue el último vecino de Tablate.

Las hiedras aferradas a los muros desvencijados pintan de verde un paisaje de ocres y cal sucia, de estrechas callejas en las que se aprecian algún resto de empedrado que accede al que durante 500 años fue el centro de la vida de los agricultores y pastores que allí habitaron, la iglesia de Santiago, levantada poco después de la conquista del Reino de Granada sobre los restos de las viviendas de la guarnición de soldados árabes que servían de vigía del puente de Tabulate. El templo está semiderruido, conserva su torre mudéjar y sus sobrios muros, que guardaron un artesonado ahora expoliado, como la totalidad de los objetos que el Arzobispado de Granada dejó en el templo después de retirar los elementos de culto. Los trazos, borrados por el tiempo, de una pintura mural, recuerdan el retablo sobre el que se levanta el altar. El techo del tempo ha caído para dejar paso a la lluvia, el viento, y los pájaros. El arco de entrada, sellado con cemento y gavillas, ha sido horadado por expoliadores, pero la historia perdura, vive aún dentro y fuera de sus paredes.

El 27 de diciembre de 1568, en Béznar, el hijo de un noble del Reino de Granada, Hernando de Válor y Córdoba, Muhammad ibn Umayya, fue proclamado Rey de los Moriscos. La rebelión de los habitantes árabes de gran parte de la geografía sureste del antiguo territorio nazarí, estaba en sus inicios.

El nuevo rey, nieto de un descendiente de los Omeyas, encabezó una sublevación que no contó con el apoyo de los conversos de la capital y acabó siendo literalmente aplastada a lo largo de la que se conoció como la Guerra de las Alpujarras, que en solo dos años (1568 a 1570) concentran los episodios más cruentos y sangrientos de la historia del sureste ibérico. Tras ser designado monarca, Hernando, convertido en Aben Humeya, partió hacia Cádiar, donde sería coronado bajo un gran olivo que aún se conserva, pero a pocas horas de iniciar su viaje, tras pasar el puente de Tablate, él y sus seguidores hicieron de la aldea, recuperada de manos cristianas, y a cargo de una nueva guarnición de vigías, su improvisado cuartel durante unos días, a la espera de noticias de la capital que nunca llegaron.

Las piedras de la torre nazarí que se alza en el extremo noreste de Tablate, hablan de jornadas de alegría y esperanzas truncadas, ya que el día 10 de enero de 1569, solo dos semanas después de la marcha de Aben Humeya, las tropas del Marqués de Mondéjar, lograron atravesar el puente a pesar de que los seguidores del rey de Válor habían destruido su estructura. Comenzaba la reconquista de la Alpujarra y el declive de un morisco converso que fue asesinado por su lugarteniente Abu Aboo.

Tablate recuperó sus alquerías, cortijos y apriscos, recuperaron la torre sobre su iglesia destruida; se convertía de nuevo en cruce de caminos desde la ciudad a la Alpujarra y la Costa, era el cambio de paisaje entre la depresión de Dúrcal, las colinas de aglomerados de la cuenca del río Grande (Guadalfeo) y el curso del Ízbor, y el camino obligado de la sinuosa carretera a la costa, que necesitó de un nuevo puente sobre el barranco de Tabulate. El poblado, en sus últimos años, vio nacer, pasar y morir, el cable de Motril, el ferrocarril aéreo que durante la primera mitad del siglo XX conectó la ciudad con el mar, y que murió de abandono, como él mismo.

En la zona más alta de Tablate, un olivo centenario aferra su viejo tronco al muro de la torre nazarí, abraza con sus ramas las piedras en un intento de sustentar la historia, conocedor del abandono que se cierne sobre el antiguo poblado, la alquería donde se decidió el futuro de la Alpujarra.

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Waypoints

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Aldea de Tablate

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Barranco de Tablate

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Ermita de la Virgen de Las Angustias

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Puente moderno de Tablate

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Puente nazarí. Barranco de Tablate

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Puente siglo XIX

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Serie Mioceno. Conglomerados

Comments  (2)

  • Photo of myanyou
    myanyou Jan 10, 2019

    Magnífica información

  • Photo of avhinojosa
    avhinojosa Jan 11, 2019

    Gracias, myanyou, por tu valoración. Me alegro de que te guste y puedas hacer la ruta. Merece la pena. Saludos

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