2019-11-24 CANENCIA -PTE CADENAS - CACHIPORRILLA BAJA - PUENTE CANTO - CANENCIA

Hola amigos. Estupendo día de noviembre. Algo nublado a las 9 horas, pero pronto fue abriendo y el resto de la mañana, el sol y la luz de otoño nos acompañó en todo momento.

Comenzamos en el pueblo de Canencia, junto al grupo escolar, donde aparcamos. Justo un banco delante nos permite preparar los achiperres sin tener que sentarnos en el suelo.

Ya nos avisa un paisano, que aunque esté nublado, vamos a tener un estupendo día. Y así fue. No se equivocó.

Salimos camino al "potro" restaurado y comenzamos a recorrer una pequeña senda que nos lleva al puente Cadenas. Pequeña maravilla en piedra que nos traslada a siglos pretéritos.

Continuamos y vamos cogiendo altura, aunque todo en forma suave y tendida. Entre caminos y pistas ascendemos. Todo rodeado de robles, aunque no demasiado añosos.

Hoy no llegamos a la Cachiporrilla, pero sí la bordeamos y alcanzamos la Cachiporrilla Baja, hasta la Caseta de Vigilancia. Ahí el viento frío nos recuerda que estamos a 1.604 metros y en una cuerda montañera, por lo que decidimos iniciar el camino de vuelta. Pequeños tramos con nieve nueva y algo venteada nos aporta el placer de la primera hollada sobre la blanca capa.

En el día de hoy, y a causa del frío viento decidimos no seguir el cordal y dejamos acceder al Espartal para otro día.

Ya todo cuesta abajo, seguimos disfrutando del bosque de roble y la compañía de numerosas cabezas de vacuno, que pacientes aguardan la llegada del cuidador que les ofrezca el complemento de melaza que tanto les gusta (según nos informó, en otra ocasión, uno de los trabajadores encargados de esa labor).

En un momento, junto a un abrevadero y alguna que otra mesa de merendero, decidimos abandonar la pista y por senda un tanto difusa, seguimos atravesando el robledal, aunque siempre cerca de las pistas y caminos utilizados por las instalaciones ganaderas de la zona.

Ya cerca de Canencia, llegamos a la otra joya del pueblo, el Puente Canto. Aunque la placa explicativa no está en su soporte, sin embargo, la sola contemplación y paso por el mismo nos traslada a las escenas de película en las que los carromatos y lugareños vivían y trasladaban sus mercancías de un villorrio a otro. Las aguas del arroyo de Canencia se divisan raudas y cristalinas desde el lomo de asno del puente.

Concluimos en el pueblo, y tras los debidos estiramientos que nos ayudan a recuperar el esfuerzo del día, retomamos el camino de vuelta a casa, habiendo disfrutado de un maravilloso día de otoño, en el no menos sobresaliente valle del Lozoya, en la Comunidad de Madrid, y habernos oxigenado para unos cuantos días.

Aunque la ruta tiene desnivel, la subida es bastante tendida y permite sobrellevarla sin agobios y nos ayuda a disfrutar, más si cabe, del entorno del valle y el joven robledal.

Os animo a disfrutadro.