2021-11-07 SANTA ANA-ZUMAQUES DE ALCALÁ LA REAL-SANTA ANA

La ruta parte de la iglesia de Santa Ana. El desvío por la calle del cementerio se debe al peligro de la carretera hacia Fuente del Rey, que apenas tiene espacio para caminar por el arcén. Así que de esa manera llegamos sanos y salvos al edificio de la fuente. Detrás de este se puede visitar también la fuente de Gallardo, que apenas es un manantial.
Desde aquí cruzamos la carretera para seguir por el antiguo cordel de Guadix a Córdoba. Veremos una era con una choza y una cruz. La piedra que sirve base presenta unos relieves que asemejan a trazos en forma de figura humana. Algunos aseguran que son proto-cristianas.
Continuando, veremos a la derecha un grupo de cipreses y una piedra grabada en memoria de una víctima de la Guerra Civil. Más adelante veremos otro grupo de cipreses, esta vez a la izquierda, con tres cruces, una de ellas caída. Al parecer también es en honor de otras víctimas de la misma contienda.
Al llegar a una bifurcación, tomaremos el camino de la derecha. El otro lleva a una cantera.
Pronto alcanzaremos un depósito de agua y una cruz desde el que se contemplan unas vistas espectaculares de la ciudad y su fortaleza.
A partir de aquí, no tenemos más que seguir el camino que sirve de vía verde. Una barandilla metálica protege de caer por los tajos.
Encontraremos fuentes, ermitas, zonas de juegos, e incluso una piedra calcarenita que demuestra que estas tierras estuvieron cubiertas una vez por un mar.
Bajaremos hasta el manantial y fuente de San Marcos, donde podemos rellenar nuestras botellas de agua. Cerca, una señal indica el sendero de los Zumaques. Lo tomaremos.
En los tajos veremos ya las formaciones de tafoni y algunas cuevas ya abandonadas, como la del Niño Lope.
Cuando lleguemos a las primeras esculturas realizadas en la piedra por Vicente Moreno, nos fijaremos también en el portón de la finca de la derecha. Pertenece a Manuel Sánchez, que ha excavado una casa dentro de una de las gigantescas piedras desgajadas de los tajos. Además, en este terreno sigue realizando más obras. Los fines de semana es fácil encontrarles a él y a su mujer. Y pidiéndoselo, nos abren para que realicemos una visita guiada, bajo la condición de que dejemos la voluntad.
A continuación seguiremos caminando por el mismo callejón de muro de piedra, en el que hay un par de esculturas más.
Kilómetros más adelante, estaremos atentos para desviarnos por otro callejón entre muros de piedra y densa vegetación. Entramos en el bosque de esculturas. Cuando lleguemos a la gran roca llamada la casa de la ciega, optaremos por girar a la derecha para visitar las esculturas que se distribuyen por la zona, hasta subir al abrigo de la piedra del carnero, o seguiremos hacia arriba, para llegar a la atalaya donde se situó un nido de ametralladoras en la guerra, y después seguir ascendiendo hasta unas cuevas en las rocas de los tajos. El orden en el que se haga todo esto es intrascendente.
De nuevo en el camino, seguiremos hasta un nuevo callejón que nos introduce en la ruta de los zumaques propiamente dicha. Musgo, roca, verdor, humedad.... todo esto nos rodeará en este camino, pasando por restos de construcciones, enormes majanos, zumaques y vistas hacia La Martina.
El camino va ascendiendo por la ladera hasta llegar casi a los Tajos. Veremos una encrucijada en la que podemos subir ya a la parte más alta, donde está el mirador, o continuar de frente, alargando el camino para disfrutar de los zumaques y visitar los Hachos, que son esas grandes formaciones rocosas que se han desgajado de la gran plataforma amesetada.
Una vez hecha nuestra elección, nos plantaremos en lo alto de los Tajos y continuaremos por un sendero al que se accede por una puerta en la valla que hay que dejar cerrada.
Las vistas se vuelven impresionante: Charilla, Sierra Nevada, las formaciones petreas vistas desde arriba y el gran páramo desértico en el que surgen majanos por doquier.
Al llegar a una pista para vehículos, bajaremos por ella. Hay otra puerta como la que dejamos ya atrás.
Nosotros seguimos por la derecha, al pie de los tajos, pero girando a la izquierda, como a unos trescientos metros, se encuentra la Cueva del Agua, que se puede visitar.
Entre formaciones pétreas y olivos, nos fijaremos en las pequeñas estalactitas de las paredes.
Llegaremos a una casa medio derruida, que me contaron que era el hogar de un guarda. Su madre fue a visitarle un día y se lo encontró ahorcado. Salió despavorida dando grandes voces.
Desde aquí tendremos que ir campo a través con cuidado, pues no hay sendero. Vamos ahora hacia la Torre de la Boca de Charilla. Antes de acceder a ella veremos una choza de aperos construida con piedra seca y una trinchera de la guerra. Esta está casi destruida, debido a labores del campo del propietario.
Descenderemos hacia Santa Ana. Nosotros optamos por hacerlo entre olivos, en vez de continuar junto a la alambrada.