2021-2-6 Rodeando el Torcal. Cueva de la Virgen, del Aire y de la Burra. Vuelta por el Banco.

Pequeño paseo por el Torcal de Arbuniel, en el mejor momento, tras repetidas lluvias y en un día nublado que nos ha permitido disfrutar de toda la belleza que atesora esta zona umbría, refugio del hombre desde hace millones de años y en el que los restos de cerámica medieval y romana son un hallazgo frecuente, y cuyo paseo por él, sin ninguna otra pretensión puede ser mas que suficiente. Aún así, la presencia de múltiples cuevas son otro atractivo para quienes les guste investigar en estas oquedades, aunque son pocas las que tienen un acceso apropiado para todo tipo de senderista. Precisamente hoy nos hemos propuesto visitar 3 de ellas:
1. La del Aire, que es la más conocida y cuyo acceso es bastante asequible para casi cualquiera, aunque si hay que decir que en época como esta, con abundante humedad en el suelo, y al encontrarse en la vertiente norte, el musgo presente en las rocas de la zona que la rodea nos debe de hacer extremar las precauciones para no tener un resbalón-;
2. la de la Virgen, de pequeñas dimensiones, que Cristobal, amigo y gran conocedor de los recovecos de este Torcal, ha habilitado como pequeño santuario. Una veredita nos llevará a ella;
3. Y la de la Burra, otro tipo de cueva, creada caprichosamente por el rodar de las rocas, fruto de los derrumbes más elevados, y cuya utilización es mas reciente, uno de tantos refugios que los habitantes de la zona usaban de forma habitual para resguardarse ellos y a sus animales. Relacionados con esta práctica, en esta zona, donde la ganadería ha sido una constante, también es habitual encontrar corrales naturales aprovechando el declive del terreno y los grandes bloques calizos. También asociado a esta profesión tenemos los llamados "calderones" que no era otra cosa que los huecos que la erosión provoca en las piedras horizontales y que al llenarse con agua de lluvia eran utilizados para saciar la sed de bestias y personas...una idea de lo duros que eran aquellos años. Muestra de esto mismo son las vivienda que aún perviven y que a nuestros ojos, por dimensiones, no pasaría de ser un almacén de hoy en día. Un ejemplo de esto es el cortijo del Tio la Gota donde hasta mediados del siglo pasado fue vivienda habitual de una familia.

También hemos tenido oportunidad de visitar una de las muchas canteras de extracción de piedra que hay en todo este entorno, donde no es extraño encontrar las ruedas a medio tallar que posteriormente eran utilizada en los múltiples molinos de la zona para, aprovechando la fuerza del agua, moler los cereales.

Para realizar una circular, nos hemos subido al Banco, por la bonita senda del Haza del Portillo, y una vez arriba, hemos pasado junto al complejo cavernícola mas grande de este, pero sin adentrarnos en él, ya que ni las condiciones meteorológicas ni nuestros planes invitaban a ello.

El Torcal es todo un laberinto en el que, si no nos salimos de la vereda principal no hay problema pero si no es así, y decidimos explorar sus pasadizos, aunque no ocupa una gran extensión, por lo irregular del terreno y enmarañado, no conviene adentrarse sin conocerlo.

En lo referente a lo mencionado acerca de los molinos, alrededor de 1750 el catastro recoge la existencia en la villa de siete molinos harineros con un total de 12 piedras y 5 molinos de aceite.
Es a mediados del siglo XIX cuando aparecen referencias al crecimiento
importante de Arbuniel y algunas referencias precisas. Así, el diccionario de Madoz
dice de Arbuniel:
“Albuniel: arroyo que nace al pie N. Del cerro llamado Torre Gallarín,
en la prov. de Jaén, pat. jud. de Huelma, térm. jurisd. de la v. de Cambil;
entra a dis. de unas 1500 varas en el barranco de los Batanes, y tomando la dirección de E a O, corre el espacio de una leg. Hasta reunirse
con el r. procedente de Cambil (V). Da impulso por distintas acequias,
sin necesidad de presas á cinco molinos harineros que reúnen 14 piedras, y otros 5 de aceite; y riega un pago de olivar de 9500 pies, donde
también hay algunas viñas, otros pedazos de tierra sin plantío de 440
fan. Y varias huertas. El agua es de muy mala calidad, algo templada,
en términos que no pueden usarla para beber los hab. De las muchas
casas de campo que se encuentran en aquel corto recinto, y al pasar por
las acequias y por la superficie de las tierras, deja en ellas una clase de
estuco que parece piedra, en tal abundancia, que en la limpia de cauces
que se hace anualmente en los primeros días de septiembre, es preciso
picarlo en algunos puntos, para evitar que se obstruyan los acueductos:
sin embargo, es tal la claridad del agua, que en ella nada se nota.”

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