2023-06-22 Almócita-Beires-A.R. del Nacimiento PR-A 360 y SL-A 172

Una rutilla por Almócita, Beires y el Nacimiento de Beires.
Salimos de la zona del Candil más grande del mundo, en Almócita, siguiendo el PR-A 360 ( sendero de Almócita o de los 3 pueblos), caminando entre huertos de olivos y otros frutales para llegar a Beires, donde intentamos ver el museo de la Minería, pero estaba cerrado. (Beires tiene un pasado minero de minas de Hierro, como tantos otros en Sierra de Gádor y Nevada). Callejeamos un poco por la plaza de la Iglesia hacia la plaza del Ayuntamiento, donde nos encontramos el panel del Sendero Local SL-A 172 (Camino del Nacimiento-Medias Fanegas). Seguimos las marcas de este sendero, que llega al barrio alto de Beires, tras pasar por una zona de gran espesura paralelos al barranco de la Pileta o del Nacimiento y a la acequia de riego de Genchor. Desde el Barrio Alto el sendero sigue por el camino de Los Molinos.
Nosotros debido a la espesura y la falta de mantenimiento, en un momento dado nos perdimos, pero fuimos a salir al molino de abajo, que está restaurado, y desde aquí seguimos otra vez el trazado del PR y del SL que van juntos hasta el Nacimiento, pasando cerca del molino de arriba que se encuentra entre la espesura abajo y de unas ruinas de cortijos ( para no perderse con la espesura, existe la alternativa de ir por el PR-A 360 hasta el Barrio Alto y desde aquí seguir por el camino de los Molinos ). Pese a la dificultad de la espesura con zarzas incluidas, el senderillo nos ha encantado, y hemos visto de frente en las montañas, lo que recuerda a un “Pingurucho”, un cerrillo parecido al Peñón de Bernal en el Poniente. El plato fuerte del recorrido es el Área Recreativa del Nacimiento, donde hay varias mesas bajo los álamos y sauces y demás bosque de ribera, y por donde debería pasar agua abundante, pero que está casi seco. Lo que sí hay es varias gomas y tuberías que bajan de las montañas, entendemos que con el agua que falta en el nacimiento. La estancia en esta zona es muy agradable, con fresquito y rumor lejano del agua barranco abajo.
Tras un picnic, subimos un poco por el curso del Barranco abriéndonos paso entre la espesura hasta dar con un camino que en descenso bordea una gran balsa, que está llena hasta arriba, y que contiene una pareja de grandes peces. Tras bordear la balsa bajamos por una pista hasta encontrar la carretera del nacimiento, la cual seguimos ahora en bajada por la margen izquierda del barranco siguiendo las marcas de SL-A 172. En esta zona hasta el pueblo, nos encontramos con la vegetación típica de bosque mediterráneo con algunas encinas centenarias y sotobosque de romeros, aulagas y bolinas.
Abandonamos la carretera pronto por la Vereda de Ohanes, donde hay unas vistas al Castillo de Moros y a los pueblos del valle, además de la sierra de Gádor y pasando por viejos corrales y cortijos derruidos. Este tramo por esta vereda es especialmente bonito.
El último tramo del sendero es urbano, y por calles Agua y Real veremos varios grafitis y maceteros pintados con caras humanas en paseo divertido. Pasaremos por la Ermita de las Ánimas y por la Pila del Chorrillo, donde hay una placa-leyenda de una Princesa que reza así:
“A la Fuente del Chorrillo Muchas lágrimas derramó una Princesa Nazarí por un amor perdido en esta fuente. Por eso todos los que han probado sus aguas, les queda la fuerza de las perlas de cristal que brotaron de los ojos de tan linda Princesa.”.
Cruzaremos el barranco de la Pileta por un puente de piedra de interés histórico, y seguiremos hacia el Mirador de la Plaza de la Iglesia para admirar el valle y la sierra de Gádor.
Ya no nos queda más que volver por el mismo camino de ida hasta Almócita, donde bajaremos al Albergue Municipal desde donde nuevamente disfrutaremos de las vistas del valle y la sierra de Gádor.
Tanto Beires como Almócita conservan ese sabor a pueblos Alpujarreños de tiempos de los moriscos, con calles sinuosas, pendientes, fuentes, tinaos, Ermitas, Lavaderos e Iglesias del siglo XVI que se caen a pedazos por momentos.
Una pequeña rutilla que no nos ha dejado indiferentes, ya que era la primera vez en subir al Nacimiento, que pese a no llevar agua excesiva, merece bien la pena la caminata hasta allí.