21-MAY-13 PRG-106 Sendeiro dos Muiños de Vilaboa e Chan do Vilar
near Vilaboa, Galicia (España)
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Itinerary description
Este recorrido es uno más de los que comienzan en las Salinas de Ulló, de las que ya hemos dado cuenta aquí, en Sendereando, no hace mucho. Dejando atrás las salinas, se dirige hacia Vilaboa en donde atraviesa la N-550 que va a Pontevedra. Después de pasar por unas cuantas fincas y viñedos, las marcas blancas y amarillas del PRG nos llevan hasta un túnel por debajo de la AP-9 y allí comienza la ascensión hasta el lago Castiñeiras, a lo largo del río Trasmil, sucediéndose una serie de molinos, unos 15, algunos restaurados y otros en estado ruinoso, pero que dan a la empinada subida un encanto especial. En este tiempo de lluvia abundan las cascadas y los rápidos, siendo el recorrido bastante dificultoso.
LLegados a Cotorredondo, encontramos la hermosa laguna de Castiñeiras aunque en esta época del año, está todo aquello bastante descuidado.
Ya de regreso, a poco menos de 2 kilómetros, hay una bifurcación que nos lleva a Chan do Vilar, desde donde, según el trazado de esta ruta, se regresa al cruce para volver a los molinos.
Nosotros decidimos continuar a nuestro aire y la cosa nos salió muy bien porque, caminando por pistas y senderos, llegamos a otro túnel que pasa bajo la autopista, muy próximo al inicial, con la ventaja de que nos hemos topado con una huerta abandonada en la que se nos ofrecían, entre matorrales, zarzas y hierbajos, unos hermosos pomelos, naranjas y limones con los que pudimos llenar nuestra mochilas.
Al cruzar la N-550, en Vilaboa, nos sorprende este magnífico hórreo. A la derecha, el túnel que pasa por debajo de la AP-9, al que no es fácil llegar porque faltan marcas.
Uno de los muchos molinos que jalonan la subida a Cotorredondo. El río baja crecido debido a las recientes lluvias.
El poste señala las tres direcciones de la encrucijada. Poco duró el panel de pie, lo cual no es de extrañar con tan precarios basamentos.
Será difícil hallar una definión del minifundio gallego más exacta e ingeniosa que esa: “É pequeniña, pero é miña”. A la derecha, mapa de la ruta.
LLegados a Cotorredondo, encontramos la hermosa laguna de Castiñeiras aunque en esta época del año, está todo aquello bastante descuidado.
Ya de regreso, a poco menos de 2 kilómetros, hay una bifurcación que nos lleva a Chan do Vilar, desde donde, según el trazado de esta ruta, se regresa al cruce para volver a los molinos.
Nosotros decidimos continuar a nuestro aire y la cosa nos salió muy bien porque, caminando por pistas y senderos, llegamos a otro túnel que pasa bajo la autopista, muy próximo al inicial, con la ventaja de que nos hemos topado con una huerta abandonada en la que se nos ofrecían, entre matorrales, zarzas y hierbajos, unos hermosos pomelos, naranjas y limones con los que pudimos llenar nuestra mochilas.
Al cruzar la N-550, en Vilaboa, nos sorprende este magnífico hórreo. A la derecha, el túnel que pasa por debajo de la AP-9, al que no es fácil llegar porque faltan marcas.
Uno de los muchos molinos que jalonan la subida a Cotorredondo. El río baja crecido debido a las recientes lluvias.
El poste señala las tres direcciones de la encrucijada. Poco duró el panel de pie, lo cual no es de extrañar con tan precarios basamentos.
Será difícil hallar una definión del minifundio gallego más exacta e ingeniosa que esa: “É pequeniña, pero é miña”. A la derecha, mapa de la ruta.
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