233. POR LA ESPAÑA VACÍA. SAN VITERO - GRISUELA - SAN JUAN DEL REBOLLAR.

Esta es una de las muchas rutas que pueden hacerse por lo que ahora se ha denominado “la España vacia”. Esta parte de la península que ha ido despoblándose, y que en pocos años sólo será un recuerdo de tiempos pasados. A decir de Julio Llamazares “después de décadas de emigración del campo hacia la ciudad y de las regiones del interior hacia el litoral, la península Ibérica se ha convertido en una campana con un gran vacío en su interior y un badajo (Madrid) en el centro que marca las horas”. El campo se encuentra como hace siglos, en su gran mayoría, y las casas cerradas la mayor parte del año, no cobran un poco de vida sino unos pocos días estivales. Junto a la ruta en sí, he incluido un pueblo como Bercianos de Aliste, que aún mantiene una tradición secular en su semana Santa. Los cofrades desfilan con la mortaja que llevarán el día de su entierro, y que antiguamente se confeccionaba con la sabana que se utilizaba en la noche de bodas.

En estas primeras horas del día, apenas unos pocos campesinos que se dirigen a su tierra dan vida a los pueblos. Los jubilados comenzarán a salir más tarde para dirigirse a la plaza donde pasar las horas y calentarse al sol. Al entrar en un bar - tienda de comestibles, la encargada se encuentra orgullosa de que este año tienen una maestra para dar clase a los siete niños de pueblo. En Bercianos, una asistente a la procesión nos confiesa con nostalgia que ella asistió a la última clase que se impartió antes de cerrar definitivamente la escuela.

Nosotros salimos de San Vitero para adentrarnos en caminos rurales. Al no existir enlace directo, nos vemos obligados a franquear algún riachuelo sin dificultad. Grisuela aparece en el horizonte, como siempre ha sido, asomando la torre de su iglesia. Nos detenemos en su fuente y abrevadero, donde cerca se ha construido una bonita casa rural, donde la calle Real se une con la Calle Amargura. El siguiente trayecto, nos va a internar en el bosque, andamos entre pistas y sendas entre robles, que nos llevan directamente a San Juan del Rebollar. Aquí percibimos un poco más de vida. Un vecino nos confiesa que San Vitero tiene más vida por sus restaurantes y carnicerías, pero que aquí se vive bien y que incluso alguna familia se ha mudado desde la ciudad. El último tramo lo cubrimos eludiendo la carretera, por una pista prácticamente paralela.

La ruta acaba en la Plaza Mayor de San Vitero, junto un toro de piedra prerromano. Esto demuestra que esta comarca ha sido habitada desde la prehistoria, y queda la duda si sobrevivirá a estos rápidos tiempos de cambio.