261. Valle de Manzanedo: Las Mesas, Eremitorios, GR-99, y Ruinas de Rioseco
near Argés, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 56 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 465 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Después de una semana de tiempo lluvioso y nublado, se esperaba un fin de semana de sol. …Y temperaturas bajo cero gran parte del día, aunque esto poco importaba.
Ya habíamos acumulado sobradas ganas de chospar por el monte. En una interminable semana de abstinencia, se pasa del apetito liviano al hambre feroz.
Chospar… y sufrir; al 60/40. Por arte de birlibirloque, sin embargo, no se restan, sino que se multiplican. El resultado da un alborozado recreo (cosas de la biología y la mente).
Teníamos planificadas tres rutas para dos días. Andaban a la gresca; a codazos. Todas querían ser la elegida. Sólo podían quedar dos (y ya era mucho para hacerlas seguidas).
Para las tres rutas, habíamos confirmado que habría buen tiempo (soleado) y ausencia de cacerías por allí. Dos, entre las tres, tenían cabida y parecían seguras.
Pero, tanta escandalera montaron (en nuestras cabezas) que, finalmente, unas horas antes de salir, ocurrió algo inesperado: ‘Corté por lo sano’: “¡Ahora, ninguna (de vosotras)!”.
Se quedaron pasmadas. Sobre todo, la favorita, para la que incluso ya había escrito el Preámbulo (con los motivos y todo eso). Andaba ella, pues, presumiendo ante las otras.
“Pues no, ahora ni siquiera tú”. Atónita se quedó: (ϞꙬϞ)*(¡¡Ǘ!!)
¿Qué había pasado para ese cambio tan drástico? Tres cosas:
Una: me habían puesto la cabeza ‘como un bombo’, con tanta disputa. A cualquiera de ellas que dejase fuera se cogería un berrinche que me runrunearía los dos días.
Dos: el previsto temporal de nieve para el día anterior, con el que las tres habrían ganado, se estaba diluyendo antes de llegar a tierra. Se escabulló por más al sur. Nada.
Y tres: como sin querer, miramos en otra parte y aparecieron dos nuevas rutas, que ni siquiera estaban en lista de espera. Pero nos encandilaron. Amores a primera vista.
Sólo faltaba elegir cuál un día y cuál otro. Aquí también hubo disputa, aunque ya más sosegada. Pero enseguida mandé callar.
Una la hicimos ayer: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/260-senda-del-escultor-ursi-en-la-montana-palentina-158606507 .
La otra sería hoy. Esta.
LA RUTA
Al lado de la carretera de Incinillas a Manzanedo (BU-V-5741), en frente del desvío al pueblo de Argés, hay un lugar de aparcamiento. Inicio y final de la ruta.
Cruzando, una senda zigzaguea hacia Argés. Justo al comienzo, hay una caseta con una remesa de sugestivas novelas. Elegante detalle. Si nos echamos para atrás en lo de hacer la ruta, podemos pasarnos allí las 5 horas leyendo.
Si seguimos, llegaremos a Argés enseguida (km 1,4). Abandonamos luego el pueblo por carretera. Nos desviamos a la izquierda (km 1,9) por un camino que bordea la meseta de Las Mesas, por el este.
El camino cambia varias veces de traje: a trechos, senda; otros, sendero; otros, semi-pradera; otros, arroyo; otros, finca de labranza, que lo ha engullido; otros, ni se sabe. En fin, variado.
De un modo u otro, por esa vía terminamos llegando a las pocas casas de San Martín del Rojo (km 6,2). Sobran los dedos de una mano para contarlas, pero tiene una magnífica iglesita.
De San Martín salimos campo a través hasta un camino (km 6,6), que pronto vuelve a perder su identidad, absorbido por las tierras de cultivo. Embarrados, llegamos a la base de Las Mesas (km 7,5).
Ahora toca una ardua travesía. Subimos por una ladera selvática, ‘haciendo sendero’ (porque no lo hay), hasta el km 7,9. Ya en la planicie de Las Mesas, nos espera monte a través con algo de maleza hasta el km 9,3.
En ese punto llegamos al camino que conduce a Manzanedo. Áspero como una lija de grano extra-grueso, con fuerte pendiente cuesta abajo y resbaladizo... (¡y un mastín ‘como una cabra’!; ver Anécdota 2).
No tardamos en llegar al eremitorio Cueva del Moro (km 9,8) y luego continuamos por ese arisco camino hasta Manzanedo (km 11). Bonito pueblo que da nombre al valle.
Tras unos 300 m por la BU-V-5741, nos desviamos hacia el Ebro y el largo puente que transborda a Manzanedillo (km 11). Enlazamos allí con el GR-99, o Camino Natural del Ebro.
Nos lleva ese sendero hasta prácticamente el final de la ruta. En el km 15,2 cruzamos al otro lado el Ebro, junto al aparcamiento. Enfrente se halla el ermitorio de San Pedro de Argés.
Posibles Dificultades:
No llegan a mil los metros de asfalto, en total. No pasaron de cero los vehículos (y eso que era día: domingo por la mañana). Por ahí no tendrás motivo para quisquillas.
Pero, posiblemente, sí tendrás reparos sobre otros aspectos:
• Uno, campo a través. Para llegar a San Martín del Rojo, del km 5,6 al 5,8, hay tierras de labranza. También saliendo, del 6,4 al 6,6. Y más tarde, para alcanzar la base de Las Mesas, del 7,2 al 7,5.
Con barro, pueden ser un suplicio. Con cuidado (ej., por las roderas de los tractores) por tu parte, si los frutos estuvieran ya creciendo.
• Dos, justamente en esos tramos (y en algún otro) hay alambradas espinosas; de contorsionista. Si has desayunado mucho ese día, abstente. Si no, atención.
• Tres, ‘selva’ abigarrada de encinas y zarzas. Un trecho especialmente montaraz e incómodo es la ladera de acceso a Las Mesas (del 7,5 al 7,9). Felizmente, no hubo heridos.
• Cuatro, monte a través. Todo el recorrido por lo alto de Las Mesas (del km 7,5 al 9,3) tiene bastante maleza baja (brezo, árgoma, etc.); y sin sendero.
Aparte, el descenso desde Las Mesas a Manzanedo (de 9,3 al 10,8) no es un camino de rosas. A pesar de su aspereza, puede sobrellevarse. Si está mojado, se complica, por resbaladizo.
DESTACADO
Todo lo anterior relativo a las ‘Posibles Dificultades’ (obligado es avisarlo) queda eclipsado, sin embargo, por los merecimientos de la ruta. …A no ser que vayas con vanas idealizaciones (como nosotros…; ver Anécdota 1).
(1) El Monasterio de Santa María de Rioseco:
En la calma de las 8 y pico de la mañana de un domingo, la visita a las ruinas de este monasterio cisterciense constituye no ya el aperitivo, sino un plato fuerte para la ruta.
Está situado a 3,2 km del inicio/final de la ruta, por la carretera de Incinillas a Manzanedo. Al lado hay un reducido espacio de estacionamiento a 250 metros del enclave.
Dado el interés del lugar y su cercanía (aunque no forma parte del itinerario a pie de la ruta), he incluido una selección de fotografías en el último ‘waypoint’ (nº 43), más la primera de la lista.
La página web de la asociación cultural ‘Salvemos Rioseco’ proporciona abundante y valiosa información y documentación al respecto: https://www.monasterioderioseco.com/ .
Insustituible es, sin embargo, caminar por entre esos jirones de historia y cultura. Para llenarse de grandeza del pasado (las pequeñeces de todo tiempo y lugar se aparcan fuera).
Desde el siglo XIII hasta entrado el XIX, el monasterio se mantuvo activo y floreciente. Luego, ‘lo de siempre’… (largo de contar). Desde el año 2010, se trabaja para salvarlo de la ruina total.
(2) Los Eremitorios y las Iglesias y los Pueblos (Argés, San Martín del Rojo, Manzanedo y Manzanedillo):
Ya dentro de la ruta, hay varios elementos destacables por su riqueza cultural. Aportan relevancia histórica al Valle de Manzanedo y a sus habitantes.
Están los eremitorios de Cueva del Moro, próximo a Manzanedo, y de San Pedro de Argés, cercano a Argés. Excavados en la roca para culto religioso y vivienda. Con origen entre los siglos VIII y X. Un modo de vida. Hacen pensar.
Luego están los cuatro pueblos por los que pasamos. Casas de piedra que soportan el devenir del tiempo; a duras penas. Gentes que resisten el asolamiento; con épica. Pocas ya; de las unas y de las otras.
Es admirable cómo esos núcleos de población siguen ahí desde hace 10 siglos. Lo atestiguan sus iglesias de origen románico (la de Manzanedillo, sólo ruinas). Todas con similar hechura; con su inconfundible espadaña cual flecha hacia el infinito.
La iglesia (Nuestra Señora de la Asunción) del más pequeño de los pueblos, San Martín, es la más impresionante. Los relieves escultóricos de su pórtico te dejan alelado. Algunos tienen vida. Y todo eso allí, al lado de ‘cuatro’ casas (que sean tres).
(3) Los Paisajes de y desde Las Mesas, del Ebro y sus Puentes:
En la vertiente paisajística de la ruta también hay aspectos destacables.
Están Las Mesas y Las Mesillas. Son elevaciones redondeadas. En casi dos tercios, las circundamos. Luego subimos a ellas y las cruzamos. Boscosas, sobre todo encinas, en sus laderas; arbustivas y de plantas rastreras en sus cimas.
Desde abajo, elevándose sobre los campos o sobre el valle del Ebro, sus redondeces dan suavidad y amabilidad al paisaje. El acceso a ellas y el tránsito por arriba las vuelve más hurañas; sin concesiones a las comodidades.
No obstante, desde lo alto, Las Mesas nos proporcionan bellas panorámicas. Resaltan las vistas sobre el valle del Ebro. Sobresalen los retorcidos y enriscados perfiles por el suroeste en las sierras de Tudanca y Albuera.
El Ebro aporta contraste. Hay dos puntos muy placenteros: los largos puentes de paso; primero, hacia Manzanedillo; después, hacia Argés. El río se ensancha entre 60 y 80 metros. Jovenzuelo aún, parece ya un río grande.
Allí, en medio de esos pontones sin pretil, casi al ras de la corriente, esta te envuelve. Hipnotizan su movimiento y sonoridad. Los cruzas en estéreo. Toda una experiencia. (¡Anda que no habremos visto ríos! Pero aun así...).
ANÉCDOTA
(1) Las Altas Expectativas ‘Puestas en su Sitio’.
Recuérdese del ‘Preámbulo’ que esta ruta había sido una de las que nos ‘encandilaron’; para su elección. Nos encendieron las expectativas; por lo que leímos y vimos en fotos por parte de otro usuario de Wikiloc.
Este, un experto y acreditado senderista, hacía una atractiva descripción del recorrido y sus encantos. Aunque sin ninguna valoración de otros usuarios, la ruta estaba aceptablemente bien puntuada.
Ya en movimiento, conforme avanzábamos, los altos vuelos de nuestras esperanzas fueron bajando a tierra (véanse Posibles Dificultades). En algunos puntos, se hundieron.
In situ, allí, pensé que había sido una de las rutas en las que las promesas habían volado muy por encima de las realidades. …¡Y habíamos descartado otras rutas por ella!
Es el peligro de las expectativas elevadas. Son el motor para embarcarse. Pero también pueden convertirse en una losa. Este enorme contraste fue aquí motivo de anécdota.
O dosificas las ilusiones (y las ansias) con antelación, o desenfundas rápido el reajuste mental del realismo durante la marcha. De otro modo, te pueden amargar la experiencia.
Pero, no exageremos. Pasadas unas horas, con tiempo para limar la disonancia entre el mundo de las ideas y el de las cosas, el equilibrio y la objetividad se imponen.
Además, ahora (es decir, después) afloran en la memoria los buenos momentos de la ruta, antes ensombrecidos bajo el nubarrón de las insatisfacciones transitorias.
(2) El Mastín y el Borrico: Contrapunto.
Aparte de las incomodidades mencionadas, las expectativas desenfrenadas, y la esquizofrenia entre los sueños y los hechos, todavía tuvo que añadirse otra molestia.
Bajando de Las Mesas hacia Manzanedo, un enorme mastín apareció de repente ante nosotros. Ninguna persona; ningún rebaño a la vista. ¡Qué leches (‘con perdón’) hacía allí!
Ladrido chillón. Mirada torva. Ni un paso atrás (…él). Toda su actitud revelaba una peligrosa mezcla de nerviosismo y agresividad. Me gustan más los mastines noblotes que se te acercan moviendo el rabo y se te suben a los hombros.
Guardo la cámara y cojo la cachava. No arriesgaría por una foto. Pie a tierra. Él no ceja. Basta de desafío. Nosotros cedemos. Nos desviamos. Se calma y se aleja por el otro lado del camino. ¡Uuufff! …Digamos que ‘empate’ (😉).
…/…
Un rato más tarde, en las afueras de Manzanedo, un borrico pastaba en un prado. Solitario. Creo que se sentía solo; y más teniendo en cuenta la natural sociabilidad de esta especie.
Levanta la cabeza de la hierba. Me mira indeciso; tímido. Le echo un piropo; con voz melosa, acaramelada; que el tono si lo entienden. Se me acerca presto; casi al trotecillo.
Una cerca con barandilla nos separa. El queda más abajo, pero se las apaña para sacar la cabeza por encima. Ni se me ocurrió pensar que él lo hiciera para que yo le diera algo material. Comida le sobraba.
Le atusé suavemente el lomo del morro (algunas tonterías le dije mientras tanto). Me siguió como un perrillo hasta que se acabó la finca. A su modo me dijo ‘adiós’. Compañía sí le faltaba.
¡¿Quién se acordaba ya del mastín?! …O de las botas con dos kilos de barro pegado a ellas; o de alguna caída de las de ‘talegazo’, a plomo, con los pies enzarzados; etc..
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 56 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 465 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Después de una semana de tiempo lluvioso y nublado, se esperaba un fin de semana de sol. …Y temperaturas bajo cero gran parte del día, aunque esto poco importaba.
Ya habíamos acumulado sobradas ganas de chospar por el monte. En una interminable semana de abstinencia, se pasa del apetito liviano al hambre feroz.
Chospar… y sufrir; al 60/40. Por arte de birlibirloque, sin embargo, no se restan, sino que se multiplican. El resultado da un alborozado recreo (cosas de la biología y la mente).
Teníamos planificadas tres rutas para dos días. Andaban a la gresca; a codazos. Todas querían ser la elegida. Sólo podían quedar dos (y ya era mucho para hacerlas seguidas).
Para las tres rutas, habíamos confirmado que habría buen tiempo (soleado) y ausencia de cacerías por allí. Dos, entre las tres, tenían cabida y parecían seguras.
Pero, tanta escandalera montaron (en nuestras cabezas) que, finalmente, unas horas antes de salir, ocurrió algo inesperado: ‘Corté por lo sano’: “¡Ahora, ninguna (de vosotras)!”.
Se quedaron pasmadas. Sobre todo, la favorita, para la que incluso ya había escrito el Preámbulo (con los motivos y todo eso). Andaba ella, pues, presumiendo ante las otras.
“Pues no, ahora ni siquiera tú”. Atónita se quedó: (ϞꙬϞ)*(¡¡Ǘ!!)
¿Qué había pasado para ese cambio tan drástico? Tres cosas:
Una: me habían puesto la cabeza ‘como un bombo’, con tanta disputa. A cualquiera de ellas que dejase fuera se cogería un berrinche que me runrunearía los dos días.
Dos: el previsto temporal de nieve para el día anterior, con el que las tres habrían ganado, se estaba diluyendo antes de llegar a tierra. Se escabulló por más al sur. Nada.
Y tres: como sin querer, miramos en otra parte y aparecieron dos nuevas rutas, que ni siquiera estaban en lista de espera. Pero nos encandilaron. Amores a primera vista.
Sólo faltaba elegir cuál un día y cuál otro. Aquí también hubo disputa, aunque ya más sosegada. Pero enseguida mandé callar.
Una la hicimos ayer: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/260-senda-del-escultor-ursi-en-la-montana-palentina-158606507 .
La otra sería hoy. Esta.
LA RUTA
Al lado de la carretera de Incinillas a Manzanedo (BU-V-5741), en frente del desvío al pueblo de Argés, hay un lugar de aparcamiento. Inicio y final de la ruta.
Cruzando, una senda zigzaguea hacia Argés. Justo al comienzo, hay una caseta con una remesa de sugestivas novelas. Elegante detalle. Si nos echamos para atrás en lo de hacer la ruta, podemos pasarnos allí las 5 horas leyendo.
Si seguimos, llegaremos a Argés enseguida (km 1,4). Abandonamos luego el pueblo por carretera. Nos desviamos a la izquierda (km 1,9) por un camino que bordea la meseta de Las Mesas, por el este.
El camino cambia varias veces de traje: a trechos, senda; otros, sendero; otros, semi-pradera; otros, arroyo; otros, finca de labranza, que lo ha engullido; otros, ni se sabe. En fin, variado.
De un modo u otro, por esa vía terminamos llegando a las pocas casas de San Martín del Rojo (km 6,2). Sobran los dedos de una mano para contarlas, pero tiene una magnífica iglesita.
De San Martín salimos campo a través hasta un camino (km 6,6), que pronto vuelve a perder su identidad, absorbido por las tierras de cultivo. Embarrados, llegamos a la base de Las Mesas (km 7,5).
Ahora toca una ardua travesía. Subimos por una ladera selvática, ‘haciendo sendero’ (porque no lo hay), hasta el km 7,9. Ya en la planicie de Las Mesas, nos espera monte a través con algo de maleza hasta el km 9,3.
En ese punto llegamos al camino que conduce a Manzanedo. Áspero como una lija de grano extra-grueso, con fuerte pendiente cuesta abajo y resbaladizo... (¡y un mastín ‘como una cabra’!; ver Anécdota 2).
No tardamos en llegar al eremitorio Cueva del Moro (km 9,8) y luego continuamos por ese arisco camino hasta Manzanedo (km 11). Bonito pueblo que da nombre al valle.
Tras unos 300 m por la BU-V-5741, nos desviamos hacia el Ebro y el largo puente que transborda a Manzanedillo (km 11). Enlazamos allí con el GR-99, o Camino Natural del Ebro.
Nos lleva ese sendero hasta prácticamente el final de la ruta. En el km 15,2 cruzamos al otro lado el Ebro, junto al aparcamiento. Enfrente se halla el ermitorio de San Pedro de Argés.
Posibles Dificultades:
No llegan a mil los metros de asfalto, en total. No pasaron de cero los vehículos (y eso que era día: domingo por la mañana). Por ahí no tendrás motivo para quisquillas.
Pero, posiblemente, sí tendrás reparos sobre otros aspectos:
• Uno, campo a través. Para llegar a San Martín del Rojo, del km 5,6 al 5,8, hay tierras de labranza. También saliendo, del 6,4 al 6,6. Y más tarde, para alcanzar la base de Las Mesas, del 7,2 al 7,5.
Con barro, pueden ser un suplicio. Con cuidado (ej., por las roderas de los tractores) por tu parte, si los frutos estuvieran ya creciendo.
• Dos, justamente en esos tramos (y en algún otro) hay alambradas espinosas; de contorsionista. Si has desayunado mucho ese día, abstente. Si no, atención.
• Tres, ‘selva’ abigarrada de encinas y zarzas. Un trecho especialmente montaraz e incómodo es la ladera de acceso a Las Mesas (del 7,5 al 7,9). Felizmente, no hubo heridos.
• Cuatro, monte a través. Todo el recorrido por lo alto de Las Mesas (del km 7,5 al 9,3) tiene bastante maleza baja (brezo, árgoma, etc.); y sin sendero.
Aparte, el descenso desde Las Mesas a Manzanedo (de 9,3 al 10,8) no es un camino de rosas. A pesar de su aspereza, puede sobrellevarse. Si está mojado, se complica, por resbaladizo.
DESTACADO
Todo lo anterior relativo a las ‘Posibles Dificultades’ (obligado es avisarlo) queda eclipsado, sin embargo, por los merecimientos de la ruta. …A no ser que vayas con vanas idealizaciones (como nosotros…; ver Anécdota 1).
(1) El Monasterio de Santa María de Rioseco:
En la calma de las 8 y pico de la mañana de un domingo, la visita a las ruinas de este monasterio cisterciense constituye no ya el aperitivo, sino un plato fuerte para la ruta.
Está situado a 3,2 km del inicio/final de la ruta, por la carretera de Incinillas a Manzanedo. Al lado hay un reducido espacio de estacionamiento a 250 metros del enclave.
Dado el interés del lugar y su cercanía (aunque no forma parte del itinerario a pie de la ruta), he incluido una selección de fotografías en el último ‘waypoint’ (nº 43), más la primera de la lista.
La página web de la asociación cultural ‘Salvemos Rioseco’ proporciona abundante y valiosa información y documentación al respecto: https://www.monasterioderioseco.com/ .
Insustituible es, sin embargo, caminar por entre esos jirones de historia y cultura. Para llenarse de grandeza del pasado (las pequeñeces de todo tiempo y lugar se aparcan fuera).
Desde el siglo XIII hasta entrado el XIX, el monasterio se mantuvo activo y floreciente. Luego, ‘lo de siempre’… (largo de contar). Desde el año 2010, se trabaja para salvarlo de la ruina total.
(2) Los Eremitorios y las Iglesias y los Pueblos (Argés, San Martín del Rojo, Manzanedo y Manzanedillo):
Ya dentro de la ruta, hay varios elementos destacables por su riqueza cultural. Aportan relevancia histórica al Valle de Manzanedo y a sus habitantes.
Están los eremitorios de Cueva del Moro, próximo a Manzanedo, y de San Pedro de Argés, cercano a Argés. Excavados en la roca para culto religioso y vivienda. Con origen entre los siglos VIII y X. Un modo de vida. Hacen pensar.
Luego están los cuatro pueblos por los que pasamos. Casas de piedra que soportan el devenir del tiempo; a duras penas. Gentes que resisten el asolamiento; con épica. Pocas ya; de las unas y de las otras.
Es admirable cómo esos núcleos de población siguen ahí desde hace 10 siglos. Lo atestiguan sus iglesias de origen románico (la de Manzanedillo, sólo ruinas). Todas con similar hechura; con su inconfundible espadaña cual flecha hacia el infinito.
La iglesia (Nuestra Señora de la Asunción) del más pequeño de los pueblos, San Martín, es la más impresionante. Los relieves escultóricos de su pórtico te dejan alelado. Algunos tienen vida. Y todo eso allí, al lado de ‘cuatro’ casas (que sean tres).
(3) Los Paisajes de y desde Las Mesas, del Ebro y sus Puentes:
En la vertiente paisajística de la ruta también hay aspectos destacables.
Están Las Mesas y Las Mesillas. Son elevaciones redondeadas. En casi dos tercios, las circundamos. Luego subimos a ellas y las cruzamos. Boscosas, sobre todo encinas, en sus laderas; arbustivas y de plantas rastreras en sus cimas.
Desde abajo, elevándose sobre los campos o sobre el valle del Ebro, sus redondeces dan suavidad y amabilidad al paisaje. El acceso a ellas y el tránsito por arriba las vuelve más hurañas; sin concesiones a las comodidades.
No obstante, desde lo alto, Las Mesas nos proporcionan bellas panorámicas. Resaltan las vistas sobre el valle del Ebro. Sobresalen los retorcidos y enriscados perfiles por el suroeste en las sierras de Tudanca y Albuera.
El Ebro aporta contraste. Hay dos puntos muy placenteros: los largos puentes de paso; primero, hacia Manzanedillo; después, hacia Argés. El río se ensancha entre 60 y 80 metros. Jovenzuelo aún, parece ya un río grande.
Allí, en medio de esos pontones sin pretil, casi al ras de la corriente, esta te envuelve. Hipnotizan su movimiento y sonoridad. Los cruzas en estéreo. Toda una experiencia. (¡Anda que no habremos visto ríos! Pero aun así...).
ANÉCDOTA
(1) Las Altas Expectativas ‘Puestas en su Sitio’.
Recuérdese del ‘Preámbulo’ que esta ruta había sido una de las que nos ‘encandilaron’; para su elección. Nos encendieron las expectativas; por lo que leímos y vimos en fotos por parte de otro usuario de Wikiloc.
Este, un experto y acreditado senderista, hacía una atractiva descripción del recorrido y sus encantos. Aunque sin ninguna valoración de otros usuarios, la ruta estaba aceptablemente bien puntuada.
Ya en movimiento, conforme avanzábamos, los altos vuelos de nuestras esperanzas fueron bajando a tierra (véanse Posibles Dificultades). En algunos puntos, se hundieron.
In situ, allí, pensé que había sido una de las rutas en las que las promesas habían volado muy por encima de las realidades. …¡Y habíamos descartado otras rutas por ella!
Es el peligro de las expectativas elevadas. Son el motor para embarcarse. Pero también pueden convertirse en una losa. Este enorme contraste fue aquí motivo de anécdota.
O dosificas las ilusiones (y las ansias) con antelación, o desenfundas rápido el reajuste mental del realismo durante la marcha. De otro modo, te pueden amargar la experiencia.
Pero, no exageremos. Pasadas unas horas, con tiempo para limar la disonancia entre el mundo de las ideas y el de las cosas, el equilibrio y la objetividad se imponen.
Además, ahora (es decir, después) afloran en la memoria los buenos momentos de la ruta, antes ensombrecidos bajo el nubarrón de las insatisfacciones transitorias.
(2) El Mastín y el Borrico: Contrapunto.
Aparte de las incomodidades mencionadas, las expectativas desenfrenadas, y la esquizofrenia entre los sueños y los hechos, todavía tuvo que añadirse otra molestia.
Bajando de Las Mesas hacia Manzanedo, un enorme mastín apareció de repente ante nosotros. Ninguna persona; ningún rebaño a la vista. ¡Qué leches (‘con perdón’) hacía allí!
Ladrido chillón. Mirada torva. Ni un paso atrás (…él). Toda su actitud revelaba una peligrosa mezcla de nerviosismo y agresividad. Me gustan más los mastines noblotes que se te acercan moviendo el rabo y se te suben a los hombros.
Guardo la cámara y cojo la cachava. No arriesgaría por una foto. Pie a tierra. Él no ceja. Basta de desafío. Nosotros cedemos. Nos desviamos. Se calma y se aleja por el otro lado del camino. ¡Uuufff! …Digamos que ‘empate’ (😉).
…/…
Un rato más tarde, en las afueras de Manzanedo, un borrico pastaba en un prado. Solitario. Creo que se sentía solo; y más teniendo en cuenta la natural sociabilidad de esta especie.
Levanta la cabeza de la hierba. Me mira indeciso; tímido. Le echo un piropo; con voz melosa, acaramelada; que el tono si lo entienden. Se me acerca presto; casi al trotecillo.
Una cerca con barandilla nos separa. El queda más abajo, pero se las apaña para sacar la cabeza por encima. Ni se me ocurrió pensar que él lo hiciera para que yo le diera algo material. Comida le sobraba.
Le atusé suavemente el lomo del morro (algunas tonterías le dije mientras tanto). Me siguió como un perrillo hasta que se acabó la finca. A su modo me dijo ‘adiós’. Compañía sí le faltaba.
¡¿Quién se acordaba ya del mastín?! …O de las botas con dos kilos de barro pegado a ellas; o de alguna caída de las de ‘talegazo’, a plomo, con los pies enzarzados; etc..
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