263. Montaña Palentina: Senda del Oso
near Cervera de Pisuerga, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
Ruta circular desde Cervera de Pisuerga pasando por:
- Arbejal (2.2 km)
- Mirador de Arbejal (2.6 km)
- Embalse de Requejada (5.8 km)
- Mirador de Santa María de Vañes (6.3 km)
- Chozo de Arbejal (8.6 km)
- Mirador del Portillo de Carro (9.3 km)
- Chozo del Tremedal (10.0 km)
- Mirador de las Matas (11.1 km)
- Puente de San Roque (14.8 km)
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 57 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 478 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Ya eran muchas rutas durante las cuales nuestra mirada volaba hacia allá en algún momento; hacia la Montaña Palentina.
Donde fuera que estuviésemos: Incluso a casi 200 km de distancia (en línea recta); desde los Picos de Urbión, en tierras sorianas; o en el San Lorenzo, en las riojanas.
--«Ahí siguen el Curavacas, el Espigüete, el dúo de Peña Prieta y el Pico del Infierno. Tranquilos. El Universo sigue su curso. El caos está en orden».
Eso nos decíamos. …Incluso aunque no lo estuviera; ‘en orden’, quiero decir (acá abajo). Aun así, su presencia allí, solemnes, daba confianza.
En esa franja se eleva el muro, en el límite septentrional de la Meseta Castellana. ¡Fuuumm! De repente. Apabullante contraste.
Desde la llanura, en perspectiva, esa alineación de oscura roca desnuda parece brotar verticalmente. Como una rampa de despegue, para coger impulso hacia el cielo.
En primera línea se despliega la Sierra del Brezo o de La Peña. Es el cordal que va de Cervera de Pisuerga a Velilla del Carrión, con sus estandartes Peña Redonda y el Pico del Fraile.
En retaguardia, los gigantes, desde el Espigüete (…Curavacas, Peña Prieta…) a Peña Labra. En medio, un sinnúmero de rizados valles.
Hacia allá mirábamos siempre…. Desde lo alto y en un día claro, nunca faltaban. Nuestra Estrella Polar.
Supongo que ese apego nos viene de hace décadas, cuando subimos (o lo intentamos…) a varios de ellos. Luego, una larga ausencia nuestra. Pero el apego, lejos de apagarse, medró.
A aquella tierna edad, nos ocurrió como a los gansitos (sí, de ganso, de pato grande; no de lo otro) del zoólogo Konrad Lorenz (nobel en medicina de 1973): Una impronta filial temprana.
Sea como fuere, aún no habíamos incluido la Montaña Palentina en nuestras rutas senderistas de la edad moderna.
Sólo algún amago tangencial reciente. Como ese llegando a Peña Labra desde el Alto Campóo [1], o la incursión desde la sierra de Brañosera [2].
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/campoo-de-suso-pico-tres-mares-pena-labra-140492775
[2] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/260-senda-del-escultor-ursi-en-la-montana-palentina-158606507
Había llegado el momento. Bueno, el momentito. No exageremos, que ya nada podrá ser igual que antaño. Su piedra resiste el paso del tiempo, pero nuestra carne flaquea.
Por ahora, sería un tanteo por una ruta fácil y popular, si bien ya metidos en el interior del Parque Natural Montaña Palentina: la ‘Senda del Oso’. Para hacernos ilusiones.
Tiempo ‘habrá’ para gestas mayores…. Que, además, son muchos los km de carretera para llegar allí (relativo es lo de ‘muchos’…).
LA RUTA
La ruta parte de las afueras de Cervera de Pisuerga, en una zona recreativa con sobrado espacio de aparcamiento.
Hasta el pueblo de Arbejal (km 2,4) vamos bordeando el río Pisuerga y su vega por una senda llana. En caso de crecida, hay un par de ‘escapatorias’ con escalones.
Desde Arbejal, comenzamos a ascender a través de un bosque de robles, para luego descender hacia el embalse de Requejada (km 5,8). Ahora no está boyante (‘¡Quién te vio…!’).
Allí podemos hacer un primer tramo extra, desviándonos hacia el mirador de Santa María de Vañes (km 6,3). Nos proporciona una perspectiva más amplia del embalse y su entorno.
Afrontamos a continuación el ascenso más demandante de la jornada (hasta el km 7,8). Es, no obstante, más gratificante que demandante; por las vistas.
Una vez arriba y para incrementar ese sobresueldo paisajista, podemos hacer otra extensión fuera de la ruta oficial (hasta el km 8,5).
Toda esa parte alta hasta el mirador del Portillo de Carro (km 9,3) es insuperable. En ella todavía cabe otra prima, subiendo a los peñascos que están justo por encima del mirador. Aportan una mirada al norte.
Nos espera un agradable descenso hasta el km 10,7. A lo largo, flanqueados por las crestas de Peñas Negras, llegaremos a un claro con el curioso refugio del Tremedal y la pradera del Camperón.
En el km 10,7 hacemos otro desvío voluntario (de ida y vuelta) hasta el mirador de las Matas (km 11,2). Quizá es más para turistas de ruedas (junto a la carretera). Tiene dos útiles carteles gráficos sobre la Montaña Palentina.
Resituados de nuevo en la ruta (km 11,7), ya sólo queda descender hacia la vega de Cervera de Pisuerga. Seguimos con buenas vistas de los picos que la circundan.
Del km 14 al 14,8, vamos entre granjas (y sus olores) y naves industriales (y sus residuos). Chirría ese entorno por su contraste con todo lo anterior.
Al final, un bonito parque al lado del río. Lástima de escultura del oso, feamente desconchada. Un vecino dijo que había sido reparada recientemente. Ya sabemos cómo se las gastan los ‘vientos vandálicos’.
Posibles Dificultades:
Prácticamente toda la ruta se hace por una senda o sendero marcados. El terreno se halla en buenas condiciones; a tramos es como un sedoso prado alpino.
Sólo hay pequeñas excepciones con el suelo áspero o ligeramente embarrado debido a las naturales escorrentías.
Es de agradecer el buen mantenimiento y la señalización. En varios puntos puedes salirte del camino trillado y sumar pluses, añadiendo así alicientes exploratorios.
DESTACADO
Nos hallamos en un Parque Natural. Tiene merecidamente ganado ese título de excelencia ambiental.
Dos puntos fuertes ponen a esta ruta entre mis favoritas. Uno concierne al exterior de la ruta: las montañas circundantes. Otro lo constituyen los atractivos interiores del recorrido.
(1) Las Montañas Exteriores:
Recién sobrepasada la vasta meseta de llanuras y cerros, en Cervera de Pisuerga nos colamos en una zona de alta montaña. La primera barrera la conforma la sarta de la Sierra del Brezo. Es un cambio radical; otro mundo.
Luego, a lo largo de la ruta, dispondremos de panorámicas de esa ringlera; con leve serpenteo de más de 30 km, por el sur. Varios picos en ella superan los 1.800 metros. Peña Redonda, en el centro, (1.996 msnm) roza los dos mil.
Ya en segunda línea, y más hacia el noroeste, emerge omnipresente el Curavacas (2.524 mnsm), con su oscura cabeza astada. Un poco más atrás, el tándem de Peña Prieta (2.540) y el Pico del Infierno (2.537) asoma el copete, en comandita.
El otro grande, el Espigüete (2.450 msnm), apenas se deja ver. Queda generalmente tapado por la mole retorcida de Peña de Santa Lucía (1.854). Es más chaparrita y achatada, pero se coloca justo en medio.
Por el norte-noreste, las montañas más impresionantes nos quedan algo más lejos. Hay que remontar la vista hacia la Sierra de Peña Labra con el Pico Tres Mares y el Alto Campóo.
Bajo las alturas están, naturalmente, los valles. Aparte del de Cervera de Pisuerga, inmediato, por todo el norte se despliegan los entresijos de muchos otros. El embalse de Requejada rellena algunos de ellos.
Todo ello aporta espectacularidad escénica y valor a la ruta.
(2) Los Hitos en el Interior:
Después de Arbejal, y hasta el embalse de Requejada, entramos en un bosque de robles. Invernal ahora, pero bonito. Trasmite armonía. Hay en él un tramo ‘de cuento’ (en torno al km 5). Un estrecho sendero lo serpea. Un regalo.
Luego, el ascenso desde el embalse por una amplia vaguada de fina y espesa hierba es puro deleite. Parece como si estuviéramos en un valle alpino. Sólo faltan Heidi, Pedro y sus cabras. Ni notas la dureza del ascenso.
El culmen de esa impresión de deslizarse y planear en un paraíso se alcanza arriba, a partir del km 7,7. Ahí pueden venirte unas ganas irrefrenables de salir de la ruta ‘oficial’; de extenderla para multiplicar el disfrute.
En realidad, ese tramo excepcional se alarga hasta ya avanzado el descenso en el km 10,2. Constituye esa etapa lo mejor de la ruta en el entorno inmediato. También es la parte con mejores vistas exteriores.
Además, en ese segmento veremos dos curiosos chozos. Uno es el monumental refugio del Tremedal, con raíces históricas y valor cultural. Allí mismo está también la bucólica pradera del Camperón.
También en esa parte, nos escolta por la izquierda el roquedal de Peñas Negras. Son crestas aristadas de color oscuro. Algunas tienen ‘manchas’ de un vivo amarillo-verdoso; posiblemente, líquenes. Añaden vistosidad.
ANÉCDOTA
Para completar una ruta destacada como esta, hubo varias anécdotas. La hicieron más amena y emocionante, si cabe. Elegiré dos.
(1) “¡Que Viene el Oso!”:
"Si le llaman la ‘Senda del Oso’, será por algo"; pensaba yo. "Supongo que no será porque los osos de las zonas más altas bajan hasta aquí. Pero…".
Llevábamos una buena colección de animales en nuestras marchas previas. Me refiero a los potencialmente peligrosos (garrapatas aparte). Excluyo los ‘cientos’ de perros, no siempre amistosos.
Jabalíes en abundancia, algunos en formación de ataque allá por La Serrezuela. Buitres, alguna vez con airados ‘raids’ rasantes. Dos lobos (por separado) taimados, aunque no amenazantes. Etc.
Eso por hablar únicamente de los animales ‘salvajes’. No de los de dos piernas con escopeta (sin queja, pero…); o sobre cuatro ruedas y con algún circuito fundido. …Que las excepciones a la bondad también existen.
Nos faltaba algún oso para la ‘colección’. En cuanto entramos en una zona alta de bosque y monte, y aún sin ver a nadie, empezó el cosquilleo. El mío. Nada dejé traslucir.
Presumiblemente, los osos, de haberlos, estarían hibernando. Pero, y si…(*).
No digo que yo reservase un ojo para rastrear el entorno en busca de grandes plantígrados oscuros (pero lo hice…). Y no negaré que ese ojo se dedicó a escrutar posibles huellas.
¡Qué tontería! No vi ni una, ni ningún otro indicio. Pero, ¡qué emoción añadida! Y nada del resto me perdí (con el ojo libre…).
(*) Por cierto, lo del oso no es una fantasía. Tres fuentes oficiales coinciden: Hay osos pardos en la Montaña Palentina. Son, sin embargo, notables las diferencias de cálculo: entre 20, 50, y 120 ejemplares.
(2) La Cuadrilla del Topógrafo:
A nadie habíamos visto todavía en más de tres horas, a pesar de ser un domingo radiante. Normal. A esas horas, la mayor parte de la gente se lo toma con calma.
Descendíamos ya, a falta de unos tres km para el final. Seis personas subían; en sus 40 bajos. En animada discusión, todos consultaban el teléfono móvil. Indecisos. Tratando de orientarse.
Nos cerraron el paso y se lanzaron a preguntarnos sobre cómo hacer la ruta: «lo que faltaba para terminar», etc. "Lo que faltaba…", pensé, si acabáis de empezar. Les dimos algunas pistas.
La lideresa, la más joven, nos dijo que había hecho la ruta hacía algún tiempo. Pero que, como fue en sentido inverso, ahora no se acordaba. Ya se sabe cómo es la memoria.
Les preguntamos si llevaban alguna guía en el teléfono. –«No, pero ‘él’ (y señalaron a uno del grupo) es topógrafo». No pudimos sino reírnos con ganas.
--«Mujer, así no vale. Eso es jugar con ventaja; con un as en la manga», dije yo. Y siguió el tono festivo y el buen ambiente.
Les mostré cómo, con un clic y unos pocos euros, podían acceder a un montón de rutas con guía, usando Wikiloc. No lo conocían, pero allí mismo entraron en la web.
Hubo unas cuantas escenas hilarantes más, de similar guisa. Seleccionaré una. Dice otra del grupo: --«Bueno, a mí no me importaría seguir ‘un poco’ más».
Miré nuestro recorrido hasta allí: Habíamos hecho 11,8 km. Eso es lo que les quedaría a ellos. Me da que el ‘un poco’ podría hacérsele ‘un mucho’.
Para no desanimarles, dije: --«Quizá puedan acortar algo (en algunos extra que habíamos agregado). Además, es muy bonito. Seguro que eso les compensa el esfuerzo».
Y para arriba continuaron. Iban algo despistados, pero en inmejorable compañía, al parecer. Seguro que lo disfrutarían (si no se daban la vuelta…). Gente agradable.
- Arbejal (2.2 km)
- Mirador de Arbejal (2.6 km)
- Embalse de Requejada (5.8 km)
- Mirador de Santa María de Vañes (6.3 km)
- Chozo de Arbejal (8.6 km)
- Mirador del Portillo de Carro (9.3 km)
- Chozo del Tremedal (10.0 km)
- Mirador de las Matas (11.1 km)
- Puente de San Roque (14.8 km)
📸 FOTOS:
▶ Las 6 primeras seleccionan aspectos de interés (con descripción al pie).
▶ Las siguientes se ordenan según el itinerario (asociadas a cada 'waypoint').
📝 TEXTO (5 secciones):
▶ Índice IBP de la ruta,
▶ Preámbulo: antecedentes y motivos,
▶ La Ruta: recorrido y dificultades,
▶ Destacado: rasgos sobresalientes, y
▶ Anécdota: hechos curiosos.
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 57 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 478 metros (superior al que estima Wikiloc).
PREÁMBULO
Ya eran muchas rutas durante las cuales nuestra mirada volaba hacia allá en algún momento; hacia la Montaña Palentina.
Donde fuera que estuviésemos: Incluso a casi 200 km de distancia (en línea recta); desde los Picos de Urbión, en tierras sorianas; o en el San Lorenzo, en las riojanas.
--«Ahí siguen el Curavacas, el Espigüete, el dúo de Peña Prieta y el Pico del Infierno. Tranquilos. El Universo sigue su curso. El caos está en orden».
Eso nos decíamos. …Incluso aunque no lo estuviera; ‘en orden’, quiero decir (acá abajo). Aun así, su presencia allí, solemnes, daba confianza.
En esa franja se eleva el muro, en el límite septentrional de la Meseta Castellana. ¡Fuuumm! De repente. Apabullante contraste.
Desde la llanura, en perspectiva, esa alineación de oscura roca desnuda parece brotar verticalmente. Como una rampa de despegue, para coger impulso hacia el cielo.
En primera línea se despliega la Sierra del Brezo o de La Peña. Es el cordal que va de Cervera de Pisuerga a Velilla del Carrión, con sus estandartes Peña Redonda y el Pico del Fraile.
En retaguardia, los gigantes, desde el Espigüete (…Curavacas, Peña Prieta…) a Peña Labra. En medio, un sinnúmero de rizados valles.
Hacia allá mirábamos siempre…. Desde lo alto y en un día claro, nunca faltaban. Nuestra Estrella Polar.
Supongo que ese apego nos viene de hace décadas, cuando subimos (o lo intentamos…) a varios de ellos. Luego, una larga ausencia nuestra. Pero el apego, lejos de apagarse, medró.
A aquella tierna edad, nos ocurrió como a los gansitos (sí, de ganso, de pato grande; no de lo otro) del zoólogo Konrad Lorenz (nobel en medicina de 1973): Una impronta filial temprana.
Sea como fuere, aún no habíamos incluido la Montaña Palentina en nuestras rutas senderistas de la edad moderna.
Sólo algún amago tangencial reciente. Como ese llegando a Peña Labra desde el Alto Campóo [1], o la incursión desde la sierra de Brañosera [2].
[1] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/campoo-de-suso-pico-tres-mares-pena-labra-140492775
[2] https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/260-senda-del-escultor-ursi-en-la-montana-palentina-158606507
Había llegado el momento. Bueno, el momentito. No exageremos, que ya nada podrá ser igual que antaño. Su piedra resiste el paso del tiempo, pero nuestra carne flaquea.
Por ahora, sería un tanteo por una ruta fácil y popular, si bien ya metidos en el interior del Parque Natural Montaña Palentina: la ‘Senda del Oso’. Para hacernos ilusiones.
Tiempo ‘habrá’ para gestas mayores…. Que, además, son muchos los km de carretera para llegar allí (relativo es lo de ‘muchos’…).
LA RUTA
La ruta parte de las afueras de Cervera de Pisuerga, en una zona recreativa con sobrado espacio de aparcamiento.
Hasta el pueblo de Arbejal (km 2,4) vamos bordeando el río Pisuerga y su vega por una senda llana. En caso de crecida, hay un par de ‘escapatorias’ con escalones.
Desde Arbejal, comenzamos a ascender a través de un bosque de robles, para luego descender hacia el embalse de Requejada (km 5,8). Ahora no está boyante (‘¡Quién te vio…!’).
Allí podemos hacer un primer tramo extra, desviándonos hacia el mirador de Santa María de Vañes (km 6,3). Nos proporciona una perspectiva más amplia del embalse y su entorno.
Afrontamos a continuación el ascenso más demandante de la jornada (hasta el km 7,8). Es, no obstante, más gratificante que demandante; por las vistas.
Una vez arriba y para incrementar ese sobresueldo paisajista, podemos hacer otra extensión fuera de la ruta oficial (hasta el km 8,5).
Toda esa parte alta hasta el mirador del Portillo de Carro (km 9,3) es insuperable. En ella todavía cabe otra prima, subiendo a los peñascos que están justo por encima del mirador. Aportan una mirada al norte.
Nos espera un agradable descenso hasta el km 10,7. A lo largo, flanqueados por las crestas de Peñas Negras, llegaremos a un claro con el curioso refugio del Tremedal y la pradera del Camperón.
En el km 10,7 hacemos otro desvío voluntario (de ida y vuelta) hasta el mirador de las Matas (km 11,2). Quizá es más para turistas de ruedas (junto a la carretera). Tiene dos útiles carteles gráficos sobre la Montaña Palentina.
Resituados de nuevo en la ruta (km 11,7), ya sólo queda descender hacia la vega de Cervera de Pisuerga. Seguimos con buenas vistas de los picos que la circundan.
Del km 14 al 14,8, vamos entre granjas (y sus olores) y naves industriales (y sus residuos). Chirría ese entorno por su contraste con todo lo anterior.
Al final, un bonito parque al lado del río. Lástima de escultura del oso, feamente desconchada. Un vecino dijo que había sido reparada recientemente. Ya sabemos cómo se las gastan los ‘vientos vandálicos’.
Posibles Dificultades:
Prácticamente toda la ruta se hace por una senda o sendero marcados. El terreno se halla en buenas condiciones; a tramos es como un sedoso prado alpino.
Sólo hay pequeñas excepciones con el suelo áspero o ligeramente embarrado debido a las naturales escorrentías.
Es de agradecer el buen mantenimiento y la señalización. En varios puntos puedes salirte del camino trillado y sumar pluses, añadiendo así alicientes exploratorios.
DESTACADO
Nos hallamos en un Parque Natural. Tiene merecidamente ganado ese título de excelencia ambiental.
Dos puntos fuertes ponen a esta ruta entre mis favoritas. Uno concierne al exterior de la ruta: las montañas circundantes. Otro lo constituyen los atractivos interiores del recorrido.
(1) Las Montañas Exteriores:
Recién sobrepasada la vasta meseta de llanuras y cerros, en Cervera de Pisuerga nos colamos en una zona de alta montaña. La primera barrera la conforma la sarta de la Sierra del Brezo. Es un cambio radical; otro mundo.
Luego, a lo largo de la ruta, dispondremos de panorámicas de esa ringlera; con leve serpenteo de más de 30 km, por el sur. Varios picos en ella superan los 1.800 metros. Peña Redonda, en el centro, (1.996 msnm) roza los dos mil.
Ya en segunda línea, y más hacia el noroeste, emerge omnipresente el Curavacas (2.524 mnsm), con su oscura cabeza astada. Un poco más atrás, el tándem de Peña Prieta (2.540) y el Pico del Infierno (2.537) asoma el copete, en comandita.
El otro grande, el Espigüete (2.450 msnm), apenas se deja ver. Queda generalmente tapado por la mole retorcida de Peña de Santa Lucía (1.854). Es más chaparrita y achatada, pero se coloca justo en medio.
Por el norte-noreste, las montañas más impresionantes nos quedan algo más lejos. Hay que remontar la vista hacia la Sierra de Peña Labra con el Pico Tres Mares y el Alto Campóo.
Bajo las alturas están, naturalmente, los valles. Aparte del de Cervera de Pisuerga, inmediato, por todo el norte se despliegan los entresijos de muchos otros. El embalse de Requejada rellena algunos de ellos.
Todo ello aporta espectacularidad escénica y valor a la ruta.
(2) Los Hitos en el Interior:
Después de Arbejal, y hasta el embalse de Requejada, entramos en un bosque de robles. Invernal ahora, pero bonito. Trasmite armonía. Hay en él un tramo ‘de cuento’ (en torno al km 5). Un estrecho sendero lo serpea. Un regalo.
Luego, el ascenso desde el embalse por una amplia vaguada de fina y espesa hierba es puro deleite. Parece como si estuviéramos en un valle alpino. Sólo faltan Heidi, Pedro y sus cabras. Ni notas la dureza del ascenso.
El culmen de esa impresión de deslizarse y planear en un paraíso se alcanza arriba, a partir del km 7,7. Ahí pueden venirte unas ganas irrefrenables de salir de la ruta ‘oficial’; de extenderla para multiplicar el disfrute.
En realidad, ese tramo excepcional se alarga hasta ya avanzado el descenso en el km 10,2. Constituye esa etapa lo mejor de la ruta en el entorno inmediato. También es la parte con mejores vistas exteriores.
Además, en ese segmento veremos dos curiosos chozos. Uno es el monumental refugio del Tremedal, con raíces históricas y valor cultural. Allí mismo está también la bucólica pradera del Camperón.
También en esa parte, nos escolta por la izquierda el roquedal de Peñas Negras. Son crestas aristadas de color oscuro. Algunas tienen ‘manchas’ de un vivo amarillo-verdoso; posiblemente, líquenes. Añaden vistosidad.
ANÉCDOTA
Para completar una ruta destacada como esta, hubo varias anécdotas. La hicieron más amena y emocionante, si cabe. Elegiré dos.
(1) “¡Que Viene el Oso!”:
"Si le llaman la ‘Senda del Oso’, será por algo"; pensaba yo. "Supongo que no será porque los osos de las zonas más altas bajan hasta aquí. Pero…".
Llevábamos una buena colección de animales en nuestras marchas previas. Me refiero a los potencialmente peligrosos (garrapatas aparte). Excluyo los ‘cientos’ de perros, no siempre amistosos.
Jabalíes en abundancia, algunos en formación de ataque allá por La Serrezuela. Buitres, alguna vez con airados ‘raids’ rasantes. Dos lobos (por separado) taimados, aunque no amenazantes. Etc.
Eso por hablar únicamente de los animales ‘salvajes’. No de los de dos piernas con escopeta (sin queja, pero…); o sobre cuatro ruedas y con algún circuito fundido. …Que las excepciones a la bondad también existen.
Nos faltaba algún oso para la ‘colección’. En cuanto entramos en una zona alta de bosque y monte, y aún sin ver a nadie, empezó el cosquilleo. El mío. Nada dejé traslucir.
Presumiblemente, los osos, de haberlos, estarían hibernando. Pero, y si…(*).
No digo que yo reservase un ojo para rastrear el entorno en busca de grandes plantígrados oscuros (pero lo hice…). Y no negaré que ese ojo se dedicó a escrutar posibles huellas.
¡Qué tontería! No vi ni una, ni ningún otro indicio. Pero, ¡qué emoción añadida! Y nada del resto me perdí (con el ojo libre…).
(*) Por cierto, lo del oso no es una fantasía. Tres fuentes oficiales coinciden: Hay osos pardos en la Montaña Palentina. Son, sin embargo, notables las diferencias de cálculo: entre 20, 50, y 120 ejemplares.
(2) La Cuadrilla del Topógrafo:
A nadie habíamos visto todavía en más de tres horas, a pesar de ser un domingo radiante. Normal. A esas horas, la mayor parte de la gente se lo toma con calma.
Descendíamos ya, a falta de unos tres km para el final. Seis personas subían; en sus 40 bajos. En animada discusión, todos consultaban el teléfono móvil. Indecisos. Tratando de orientarse.
Nos cerraron el paso y se lanzaron a preguntarnos sobre cómo hacer la ruta: «lo que faltaba para terminar», etc. "Lo que faltaba…", pensé, si acabáis de empezar. Les dimos algunas pistas.
La lideresa, la más joven, nos dijo que había hecho la ruta hacía algún tiempo. Pero que, como fue en sentido inverso, ahora no se acordaba. Ya se sabe cómo es la memoria.
Les preguntamos si llevaban alguna guía en el teléfono. –«No, pero ‘él’ (y señalaron a uno del grupo) es topógrafo». No pudimos sino reírnos con ganas.
--«Mujer, así no vale. Eso es jugar con ventaja; con un as en la manga», dije yo. Y siguió el tono festivo y el buen ambiente.
Les mostré cómo, con un clic y unos pocos euros, podían acceder a un montón de rutas con guía, usando Wikiloc. No lo conocían, pero allí mismo entraron en la web.
Hubo unas cuantas escenas hilarantes más, de similar guisa. Seleccionaré una. Dice otra del grupo: --«Bueno, a mí no me importaría seguir ‘un poco’ más».
Miré nuestro recorrido hasta allí: Habíamos hecho 11,8 km. Eso es lo que les quedaría a ellos. Me da que el ‘un poco’ podría hacérsele ‘un mucho’.
Para no desanimarles, dije: --«Quizá puedan acortar algo (en algunos extra que habíamos agregado). Además, es muy bonito. Seguro que eso les compensa el esfuerzo».
Y para arriba continuaron. Iban algo despistados, pero en inmejorable compañía, al parecer. Seguro que lo disfrutarían (si no se daban la vuelta…). Gente agradable.
Waypoints
Photo
3,292 ft
1
Penosa imagen del oso (por el otro lado es aun peor; no quiero ahondar en la herida). Un vecino (con la mirada 'encendida en lágrimas') nos aseguró que había sido vandalismo muy reciente. Después de analizar las 'pruebas forenses', le creí.
Photo
3,284 ft
42 Mirador de Piedras Luengas e Iglesia de San Salvador de Cantamuda (fuera de la ruta)
Comments (2)
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Maisid: tuvisteis un estupendo día para disfrutar de lleno de este precioso entorno y de sus maravillosas vistas y me alegro. Muy buena crónica y fotos.
Gracias, Manu Arroyo. Tu versión de esta ruta fue inspiradora para animarnos a hacerla (No la cito expresamente porque es una ruta bastante conocida). Fue una estupenda decisión. Gracias por eso también.