392. LA GOMERA. CINCO MOTIVOS PARA UNA RUTA EN GARAJONAY.

La isla de la Gomera no es la más visitada de las Canarias, ni un destino de sol y playa. Me dirijo a los que, sin ideas preconcebidas, encuentren un escenario digno de Avatar. Si se continúa leyendo desaparecerá la sorpresa, estoy haciendo spoiler. Pero, continuando con palabras actuales, estará en presencia de una serendipia. Sugiero que nos adentremos conjuntamente en una maravillosa isla, en un Parque patrimonio de la humanidad, y en una de sus mejores rutas.

Por qué ir:
Hay muchos motivos para la visita, aquí cinco: 1º. Pasear por un bosque encantado, una reliquia viviente de la selva que hace 65 millones de años cubría amplias zonas de la Tierra. 2º. Comprobar que una vegetación tan densa, se produce a pesar de las escasas lluvias (la magia de los alisios); 3º. Admirar los roques, esas gigantescas piedras que emergen del suelo; 4º. Ascender al punto más alto de la isla, el Alto de Garajonay, y ver las islas cercanas. 5º. Detenerse en sus miradores, e intentar ver como estamos metidos en un exprimidor de naranjas.

Veamos algo más de cada una:

- Un bosque encantado. La laurisilva (del latín: laurus y silva ‘bosque de laurel’), es un bosque nuboso subtropical o selva alta, propio de lugares húmedos y cálidos. Cuenta con grandes árboles, bejucos y lianas cuyas hojas se parecen a las del laurel, de lo cual toma el nombre. El de la Palma es un vestigio de las selvas subtropicales que se extendían por el Mediterráneo durante el Terciario, y tiene en la Gomera tiene su exponente principal. La densidad de la vegetación y la práctica constante humedad y niebla, lo convierte en un bosque de cuento de hadas.

- La magia de los alisios. Al internarnos en las estribaciones de Garajonay, notamos una radical transformación del entorno. Los matorrales son sustituidos, en muy poco espacio, por una arboleda con apariencia selvática. ¿Cómo es posible que semejante lugar exista a apenas 400 kilómetros del Sahara, y a su misma latitud? La culpa la tienen los vientos alisios del nordeste, los mismos que llevaron a Colón a América. Empujados por el Anticiclón de las Azores, se cargan de humedad a su paso sobre el Océano Atlántico. Al encontrar el obstáculo que supone la Isla, el aire húmedo asciende y forma nubes que contactan con sus laderas y cumbres. Así, mientras en el resto de la isla puede estar luciendo un sol espléndido, las laderas bien orientadas resultan agraciadas con un lento pero inmenso aporte de agua, en forma de minúsculas gotas, que queda depositado sobre las hojas de los árboles y las ramas, cae al suelo y se filtra al interior de la Isla.

- Los Roques. Estos grandes salientes pétreos, resultado de erupciones volcánicas de hace más de dos millones de años. La erosión constante ha dejado las chimeneas lávicas, paredes verticales, que aparecen fantasmagóricas entre la niebla.

- El Alto de Garajonay, el lugar más alto de la isla. Desde la cumbre se divisan El Hierro, La Palma y Tenerife. Los antiguos pobladores de las islas Canarias relacionaban la salida y puesta del sol, las fases de la luna y algunas estrellas con elementos del paisaje y con su perfil orográfico sobre el océano. Y una leyenda sobre el propio nombre de Garajonay. Gara, princesa de Agulo, y Jonay, príncipe de Tenerife, ante la oposición del padre de ella a sus amores, se suicidan aquí.

- Miradores y el exprimidor de naranjas. Una vista desde el aire nos hará ver, con un poco de imaginación, que la disposición de sus barrancos y la existencia de una meseta central hace que la isla se asemeje a un gigantesco exprimidor de naranjas. Esta meseta sería la punta que genera el agua que discurre por los barrancos. Y los muchos miradores, el lugar donde admirar este espectáculo.

Descripción del recorrido;
Partimos de un aparcamiento en Reventón Oscuro. Iniciamos un descenso por la carretera que conduce al área recreativa del Cedro. La abandonamos, al kilómetro y medio, para dirigirnos a la Ermita de Lourdes. Si hasta ahora el descenso ha sido por carretera, aunque hemos gozado de una inmersión en el paisaje de laurisilva, a partir de ahora entramos en las sendas. En los cauces de los barrancos podemos tener los ejemplares de árboles de mayor tamaño.
Llegamos a la pequeña Ermita de Lourdes. Allí nos encontramos con una fuente metida dentro de un árbol, y un área recreativa. Más adelante cruzaremos el Arroyo el Cedro. El siguiente tramo nos lleva al Contadero, atravesando uno de los tramos mejor conservados y emblemáticos del parque.
Cruzamos la carretera para ascender al Alto de Garajonay, antes descrito y donde disfrutaremos de las esplendidas vistas de las islas cercanas. El descenso nos lleva a Pajarito, una rotonda que dará entrada a otra senda paralela a la carretera. En nuestro camino encontraremos el Mirador de Tajaqué. La esplendida vista que se disfruta desde aquí, sobre la Reserva Natural Integral de Benchijigua, nos hace ver como la aridez de este barranco orientado al sur contrasta fuertemente con el verde que cubre las laderas del valle del Cedro.
Continuamos por la senda, hasta que salimos a la carretera que en un poco distancia nos llevará al Reventón Oscuro, punto de partida. Conforme el coche se aleja de Garajonay, vuelve el entorno árido del resto de la isla, venimos de un territorio mágico.