438 ✅ Peña Amaya | Peña Castillo | Peña Castro. Caminando con los cinco sentidos por el Geoparque de las Loras

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ITINERARIO IDA
Villamartín de Villadiego [42.664794449, -4.1280067649] | Arroyo de los Vallejos | Collado Alto del Barrancón | Peña Amaya | Collado del Castillo | Cueva del Castillo | Peña Castillo | Arroyo Gallinas | Peña Castro | Cota 1331 | Villamartín de Villadiego

DE UN VISTAZO
Si te gustan los paisajes extremos, páramos batidos por los vientos fríos del invierno, andar bajo un sol inclemente, atravesar vallejos solitarios,… dirige tus pasos al norte, al Geoparque de las Loras.

Repartido entre las provincias de Burgos y Palencia se encuentra este espacio natural formado por esas estructuras geológicas llamada loras, alturas aparentemente inaccesibles, pero que desde antiguo, las gentes del lugar han hallado esos puntos débiles a través de los cuales podemos acceder con relativa comodidad.

Hoy, desde el pueblo de Villamartín de Villadiego, en el término de Humada, parte nuestra ruta a las loras de Peña Amaya, Peña Castillo y Peña Castro.

RESUMIENDO
Desde Villamartín de Villadiego ganamos el Alto del Barrancón. Abandonando el collado ascendemos a Peña Amaya. Conquistada la cima perdemos altura y avanzamos bajo la cornisa hasta alcanzar el Collado del Castillo. Visitamos la cercana cueva y, posteriormente, Peña Castillo, segunda cumbre. Para llegar a la tercera debemos bajar al cauce del Arroyo Gallinas. Tras vadearlo remontamos hasta la cota 1370 de Peña Castro. Recorriendo el cordal damos con la secundaria Cota 1331. Desde aquí una senda desciende al camino que nos devuelve al pueblo.

LA RUTA
Hacia el Alto del Barrancón caminando cerca del Arroyo de los Vallejos
Desde el pequeño pueblo de Villamartín [0.0 km] vemos las paredes de Peña Amaya inaccesibles y grandiosas. Enfrente se eleva Peña Castro, de no menos salvaje estampa.

Dejando atrás la iglesia marchamos por el camino que, a contracorriente del menguado Arroyo de los Vallejos se dirige al monte.

En el cielo abundan nubes grises entre las cuales, inesperadamente se cuela un rayo de sol que enciende de intenso rojo un ribete de amapolas.

Así llegamos al Alto del Barrancón, collado que, además de separar las dos loras objeto de esta ruta, es divisoria de aguas: Al Este, al Arroyo de los Vallejos; a poniente, al Arroyo Gallinas.
Por entre amarillentas aulagas y asombradas vacas, sin senda [3.0 km], encaramos la pendiente.

Fácil y exigente subida a Peña Amaya
Pasamos de una ladera de solo hierba a tramos de mayor inclinación en los que predomina la caliza.

Cada dos pasos nos detenemos, unas veces para tomar aire, y otras para escudriñar, aunque nos guiamos con el track, el itinerario más conveniente.

El estratificado relieve permite una subida cómoda [3.3 km]. Alcanzamos un primer escalón, una especie de terraza que da paso a un segundo nivel.

Peldaño a peldaño vamos ganado altura sin que tampoco, en esta subida [3.5 km], tengamos sensación de peligro.

Ahora es el momento de advertir que la roca hoy está seca, si se diesen otras condiciones, –lluvia, nieve, hielo…– entonces habría que tomar las oportunas precauciones.

Cerca del borde de la cornisa vemos como más fácil salida [3.7 km] una herbosa entalladura colonizada por un mostajo.

Peña Amaya
Superada esta vertiente norte de la Peña salimos a la claridad cegadora de un paraje mesetario.

Con rumbo NE vamos entre gamones, gayuba y tomillo. Damos con la cota 1370 msnm, Peña Amaya [4.4 km], marcada con vértice geodésico. Un hierro retorcido ocupa el lugar donde hubo un buzón. Cerca tenemos medio chozo que medianamente nos protegerá de los vientos del norte.

Avanzamos hasta la cornisa y vemos, casi en la vertical, los tejados de Villamartín. Más allá, los pueblos vecinos, Fuenteodra y Rebolledo Traspeña.

Nos alejamos de los cortados y caminamos, entre soledades, en busca del canal, brecha, entalladura o punto débil, por el que poder descender.

Descenso de Peña Amaya
Cerca del borde encontramos un mediano cairn. Asomándonos vemos una senda que baja [5.2 km]. Parece posible apearnos por este punto. Y así lo hacemos. Es un tramo abrupto pero sin riesgo alguno. Abriéndose paso entre impresionantes paredes, yendo de uno a otro lado, para cuando nos queremos dar cuenta el sendero sale [5.3 km] de la canal al pie del cantil.

Largo tramo al collado del Castillo
Al otro lado de la alambrada arranca una senda que durante casi dos kilómetros y medio, sin pérdida posible, avanza bajo el vuelo de la cornisa.

El trayecto puede resultar monótono cuando únicamente nos fijamos en lo más evidente, como los grandes bloques erráticos desprendidos cuando el tiempo se contaba por eras, o encontramos alguna oquedad en los verticales muros donde meter la cabeza; y solo caminamos y caminamos ajenos a la textura áspera de la roca, sordos al susurro del aire, huérfanos de olores… del tomillo y la lavanda, del pino y del aligustre.
¿Y el sentido del gusto?

Este tramo acaba en el collado [7.7 km] que separa Peña Amaya de Peña del Castillo.

Peña del Castillo
Desde el collado lo primero que llama la atención es la boca oscura y grande de una cueva [7.8 km]. En la senda que se dirige a la misma, sobre un roca, alguien ha colocado un cajón metálico, en su interior hay un bloc en el que escribir impresiones y experiencias.

Cuando la vista se acostumbra a la oscuridad percibimos que la cueva tiene más altura que desarrollo; tan poco desarrollo como una salita de VPO.

Subimos la herbosa vaguada aledaña a la cueva y, llegando a su parte superior avanzamos hasta dar con la máxima altura: 1309 msnm, Peña del Castillo [8.1 km].

Una superficie irregular muestra el lugar en el cual se ubicaban el aljibe y la torre del castillo.

Descendemos por la senda de la cara opuesta a la de arribada. Dejando a un lado los vestigios del asentamiento del Amaya legendario, atravesamos la que fue la entrada [9.3 km], tallada en la misma roca, al poblado.

Hacia el Arroyo Gallinas
Desde el aparcamiento de visitantes comenzamos la segunda y más desconocida parte de esta ruta.

Tenemos que llegar el fondo del valle. Atajamos [9.5 km] una curva, pasamos una portilla, un abrevadero y, entre asustadizas vacas alcanzamos y vadeamos el Arroyo Gallinas [11.0 km].

Escalonado ascenso a Peña Castro
Entrando a un pinar el ancho camino comienza a remontar para, posteriormente, convertirse en senda que nos lleva a un fangal [11.4 km]. Damos vueltas hasta conseguir evitarlo por terreno seco.

De nuevo en la senda, esta trepa sesgando una ladera de derrubios y aproximándose al cantil calizo.

Vamos directos a un paso entre rocas, una terrosa cuesta por la cual podría subir [12.0 km] sin dificultad un rebaño de ovejas.

Superado este tramo nos movemos unos metros al Este, situándonos en la vertical de un pliegue en el que se adivina un posible punto de acceso.

Efectivamente, primero entre hierba, luego por alguna cascajera, y los últimos metros a través de un tumbada entalladura.

Superado cómodamente este escalón, salimos [12.4 km] al vasto cordal, con nuevos paisajes y el horizonte azulado de la cordillera Cantábrica, el Curavacas y el Espigüete. Más cerca asoman los tejados de Rebolledo de la Torre arrullado en el congosto de la Lora de Peña Mesa.

Marchamos al Este, a lo largo del cordal.

Peña Castro y su cordal
Sin nada que la señale pronto damos con la cota 1370 msnm, cima de Peña Castro [12.9 km], al borde del cantil.

Según progresa el cordal tórnase arista, pero solo será en sus metros más orientales cuando tengamos que medir nuestros pasos. Metros que se pueden eludir perdiendo algo de altura.

Así llegamos a un falso collado; al otro lado se eleva lo que algunos llaman Peña Castro Oriental, pero que para nosotros es la cota 1331 msnm [14.4 km].

Vamos terminando. Campo a través buscamos la bajada que nos acerque al pueblo. Entre las encinas se evidencia una senda [15.0 km] que nos guía en la buena dirección.

Sencillo descenso de Peña Castro. Regreso a Villamartín
Damos con el indudable tramo de bajada [15.2 km]. Un senda desciende y busca el mejor paso, entre encinas y pequeños escalones, ganando, sin mucho esfuerzo, una ladera en la que las matas de aulaga hacen de potenciales trampas para trastabillarnos y caer.

El camino se ve cerca, pero nos cierra el paso una alambrada de espino. Caminamos hacia el punto donde se adivina un portón [15.9 km]. Superado este solo nos queda el ya conocido camino a Villamartín.

Damos por finalizada esta feliz ruta, más moderada de lo que pensábamos, a través de un paisaje extraordinario y en un entorno que pide ser disfrutado con los cinco sentidos.

¿Y el sentido del gusto?
– Ahora, finalizando la ruta damos cuenta de las sabrosas viandas, del caldo, del vino y del café.

PASO A PASO | WAYPOINTS
[0.0 km] Villamartín de Villadiego | VILLAMARTIN
[3.0 km] Alto del Barrancón | SIN SENDA
[3.3 km] Subida a Peña Amaya | SUBIDA
[3.5 km] Segundo escalón | SUBIDA
[3.7 km] Salida a meseta | SALIDA
[4.4 km] Cima de Peña Amaya | PEÑA AMAYA
[5.2 km] Bajada de Peña Amaya | BAJADA
[5.3 km] Salida de la canal | SALIDA
[7.7 km] Collado del Castillo | COLLADO
[7.8 km] Cueva | CUEVA
[8.1 km] Cima Peña del Castillo | PEÑA DEL CASTILLO
[9.3 km] Histórico acceso al castro | ENTRADA
[9.5 km] Bajando al camino | ATAJO
[11.0 km] Arroyo Gallinas | VADO
[11.4 km] Terreno encharcado | FANGAL
[12.0 km] Subida a Peña Castro | SUBIDA
[12.4 km] Salida a cordal | SALIDA
[12.9 km] Cota 1370 de Peña Castro | PEÑA CASTRO
[14.4 km] Cota 1331 | COTA 1331
[15.0 km] Senda entre encinas | SENDA
[15.2 km] Bajada de Peña Castro | BAJADA
[15.9 km] Enlace con camino | PORTON
Fin: 17.1 km

LOCA TOPONIMIA
Amaya 1370 msnm >Peña Amaya >Peñas de Amaya
Castillo 1309 msnm >Castillo de Peña Amaya
Peña Castro 1370 msnm >Alto del Cueto
Gallinas, Arroyo de >Valdeamaya

TIEMPOS
Avance 6 h 01
Pausa 1 h 39

INDICE IBP
El resultado del análisis IBP es de 93 esto quiere decir que se trata de una ruta de dificultad dura para una preparación física media. Climatología, ritmo de marcha y estado físico son otros factores a tener en cuenta.

COMPOSICION DE LA RUTA
34% Sendas y Trochas
32% Pistas y Caminos
30% Sin senda
04% Cemento o Asfalto
(Atención, en esta ruta las sombras son como unicornios, más difíciles de encontrar que hacer fuera de juego en un futbolín

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