5 colinas de Cartagena

las 5 Colinas de la Trimilenaria Cartagenateatro ro.ano de cartagena, con el anhelo de rememorar los anales de nuestra historia. Levamos anclas y, desde la Casa Zapata, surcamos Cardus y Decumanos para atracar junto al Barrio del Foro Romano. Cristóbal, nuestro guía, nos puso en antecedentes de los lugares que íbamos a visitar.

Abandonamos el Decumano Maximus, termas, edificios del erario público y la curia, para, por los azules balcones de la calle, elevamos a los 36 metros de la cumbre de El Molinete, mientras nuestra cavidad nasal aspiraba las sustancias aromáticas de la lavanda, nuestras neuronas olfativas se excitaban y transmitían a nuestro cerebro, a través de nuestro sistema límbico, esa sensación de encontrarse bien con uno mismo, de estar a gusto con los amigos. La Ermita de San Cristóbal, la envoltura de un molino, el hipotético templo del emperador Augusto y parte de la muralla de Antonelli o Felipe II, puedes admirar en esta primera colina.
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Atravesamos San Vicente, saludamos a La Caridad en su Menor Basília, la que llegó a nuestra ciudad en 1723, se ubica en este templo desde 1893 y suele salir en contadas ocasiones de él. Enfilamos Lizana, donde ya no existe esa carismática bodega en la que servían esos particulares y deliciosos callos, michirones y patatas con ajo, que acompañábamos con un rasposo vino de Jumilla. No está la bodega, ni edificio alguno en su cara norte. En realidad solamente encontramos a un equipo que trabajaba en algunas excavaciones, buscando indicios de nuestros ancestros.

Junto a la Muralla de Tierra, ascendimos a los 47 metros de altitud de la segunda colina. Monte Sacro, Saturno o Cantarranas, en el que se dice que estuvo el Templo de Baal Hammon, el dios fenicio que se asemejaba con el Cronos griego y el propio Saturno romano. En su nombre se hacían sacrificios humanos, conocidos como “molk” en la cultura fenicia, en la cananea y en la hebrea. El rito consistía en el sacrificio por cremación de un hijo recién nacido en perfectas condiciones.

Raudos bajamos hacia la verja del antiguo Club Santiago, en la que un guardia de seguridad, tras las autorizaciones pertinentes, que agradecemos al Vicerrectorado de Infraestructuras, Equipamiento y Sostenibilidad, nos abrió la cancela para que pudiéramos situarnos en los 45 metros de la tercera colina. Monte Aletes o de San José, en el que aún se conserva la insignia del club antes nombrado, donde practicamos el postureo. Abajo, en su cara sureste, los restos de la Cripta Funeraria de la ermita de San José y la Muralla Púnica. Sobre nuestras cabezas, una escena que muy bien pudiera representar un fotograma de la película de Alfred Hitchcock, decenas de gaviotas temían por la profanación de su morada.

San Diego nos vio pasar y antes de sobrepasar las Puertas de San José, viramos al sur para enfrentamos, a los 55 metros del Monte de Despeñaperros o nuestra cuarta colina. Monte Hefesto (Mons Vulcanus), también conocido como Cabezo de la Cruz o Cabezo de las Bruxas. Entre este monte y el monte “Aletes”, el de las gaviotas, se encontraban las puertas dichas. Dicen que en él tuvo su templo el dios romano Vulcano, que podía ser adorado por los púnicos bajo la advocación de "Chousor", el dios del fuego, hierro y de las herrerías o fraguas, entendido en oráculos y conjuros. También es identificado con el dios griego "Hefestos". En el siglo XIX, se construyó en su cumbre un fuerte dotado de artillería, con la misión de proteger Las referidas puertas de San José y el Castillo de Los Moros. Abajo, se llevaban a cabo los preparativos para guerra entre cartagineses y romanos que se llevaba a cabo esta tarde.

Por último, remontamos los 68 metros del Castillo de la Concepción, Monte Asclepio o Eshmún (Mons Esculapii). En él se construyó un templo a Asclepio para los griegos o Esculapio para los romanos, el dios de la medicina y la curación. Al ser un día de puertas abiertas de museos, nos regocijamos en visitar las dependencias de este castillo, también llamado de Los Patos, en el que no vimos ninguno de ellos.

Nos deleitamos con el Teatro Romano, el que se construyó entre el año 5 a.C. y el año 1. Bajamos por la Catedral Vieja y nos fuimos raudos a practicar el culto a la rubia. Acompaño un breve paseo por los anales de la historia de la ciudad de Cartagena, y una Guía Didáctica preparada por el Museo del Teatro Romano, por si es de tu interés.