A Pena da Maraleixa do Monte da Fraga Moura - O Salto do Can - Ribeira do río Landro - O Souto da Retorta.

El río Landro recorre 37 km. desde a Serra do Xistral hasta llegar al mar Cantábrico en la ría de Viveiro; la parte final de este recorrido, antes de abrirse al valle de Chavín y formar el estuario de Landrove, lo hace estrechamente encajonado entre dos montes, O Castelo y A Maraleixa. O Castelo es una de las rutas senderistas más típicas de Viveiro, pues a su incomparable atractivo paisajístico, añade una abundante lista de historias, leyendas y mitos; el segundo de esos montes es mucho menor, pero siempre ha sido una estampa inconfundible y mucho más en el pasado, cuando ni las vistas desde la carretera ni la parte alta de la ladera estaban entorpecidas por los eucaliptos. Ese casquete de piedra redondeada y calva, a Pena da Maraleixa, que corona el Monte da Fraga Moura me ha indicado siempre el final del camino en la vuelta a casa.

Hoy estoy acompañado por Suso do Galicia y Anxo quienes, pese a estar íntimamente relacionados con Chavín, no habían subido a este monte. Comenzamos la ruta en el parking do Souto da Retorta y subimos hasta la Iglesia de Santa María por la carretera. No conocía esta iglesia y me llamaron mucho la atención los amplios soportales anexos al edificio, amueblados con varios bancos y donde destaca una gran pila bautismal; también es reseñable el cementerio cercano, donde se alza el monumental mausoleo de la familia Barro. Continuamos ascendiendo por varios carriles de tierra rodeados de eucaliptos, alguno de los cuales está en bastante mal estado por culpa de los tractores que hacen las sacas de estos árboles, sin que los silvicultores se hagan cargo de los arreglos posteriores.

Tomamos varios desvíos en el laberinto de carriles de la ladera, hasta llegar al camino de Riaño, donde nos desviamos para la acometida final por un sendero con mucha maleza que se cierra totalmente antes de llegar a la modesta cima. Encontramos dos zonas que nos permiten buenas panorámicas, la cara noreste abre un claro entre la vegetación para dominar el valle de Chavín, la explanada de Naseiro y Landrove hasta la vía del tren, y sobre la propia pena da Maraleixa en la cara suroeste que nos ofrece unas preciosas vistas al serpenteante curso medio del río Landro (Merille, San Andrés de Boimente, etc.) con o Xistral al fondo y al majestuoso monte Castelo. Como curiosidad comento que encontré un interesante trabajo académico "Otra forma de ver el paisaje: paisaje sacro y topoastronomía en Viveiro" en el que se indica que el alineamiento de dos de los lugares visitados en esta jornada, el cenit solar sobre a Maraleixa visto desde la iglesia de Chavín marca el equinoccio de otoño, el Samaín; además, esa misma referencia, pero vista desde la iglesia de Valcarría, marca el ocaso del solsticio de invierno.

Bajamos por el camino de Riaño hasta la carretera Chavín-Miñotos y pronto encontramos un sendero que lleva hasta el canal de alimentación de la central hidroeléctrica de Chavín, que nace en o Salto do Can. Visitamos esta antigua cascada natural, que ahora han "industrializado" y volvemos por el lateral del canal hasta un gran peñasco con una curiosa historia: Don José Barro la dinamitó ladera arriba para que cayese rodando hasta el río y formar el embalse que diese origen a la central hidroeléctrica, pero quedó atascada a medio camino (todavía se puede ver la cicatriz que dejó su paso por la ladera) y allí la dejaron, haciendo la Central río abajo.

Bordeamos la inmensa roca cuando a Anxo se le ocurrió decir que los pescadores subían hasta allí por la ribera del río y que nosotros podíamos seguir aguas abajo. Dicho y hecho, pero con el inconveniente de que ya deben quedar muy pocos pescadores y que ese trayecto es una auténtica selva; fue una auténtica aventura, divertida pero muy trabajosa, tanto que Suso dejó para el arrastre su bastón con tanto golpe a ramas y zarzas y es que en realidad habríamos necesitado un machete para abrir algo el paso. A llegar al primer aliviadero del canal (el chorreón), ya vimos que lo que seguía era intransitable, con la suerte de que pudimos ir hacia arriba buscando el canal, por donde hicimos los últimos metros para bajar nuevamente al río por la senda de servicio de la tubería de la central. Si no se quiere recorrer todo este tramo "salvaje" de rio simplemente hay que seguir por el canal hasta el final. Desde ahí sólo tuvimos que deshacer el mil veces caminado Souto da Retorta hasta encontrar el coche.