Abantos por Hayedo Escondido.

Zambullirse en el interior de un hayedo es como pasear en medio del escenario de un cuento de hadas, tiene algo especial, regatos de aguas cristalinas, rocas tapizadas por espesos mantos de musgos, setas, una luz tamizada por el toldo de las hojas...solo faltan los duendes y las hadas.



Se dice que el Hayedo de Montejo de la Sierra es el más meridional de Europa. No es cierto, el más meridional del continente está en la isla de Sicilia. Tampoco es el más meridional de España; en Beceite, al sur de la provincia de Tarragona, pervive el hayedo español más sureño. Pero es que ni siquiera es el hayedo más meridional de Madrid, hay un bosquete de hayas todavía más sureño que cuelga de una de las laderas más umbrías del Monte Abantos, su secreto mejor guardado, en San Lorenzo de El Escorial.

No llega a ser un hayedo propiamente dicho, se trata más bien de un pequeño bosquete de unas 50 ó 60 hayas que fue plantado antaño, en medio del Pinar de Abantos, un pinar asediado por varios incendios forestales. Pero no deja de ser todo un lujo disponer de unas hayas tan cerca de casa, en un lugar donde no deberían existir, en unas montañas donde los hayedos desaparecieron hace mucho tiempo.

Para acceder al inicio del itinerario hay que llegar a la base de la presa del Romeral, ascendiendo, tanto en coche como andando, por la calle del Rey de San Lorenzo de El Escorial, que se transforma en calle Cabello Lapiedra. Desde ahí se siguen las indicaciones de Euroforum Felipe II y se llega al punto de partida.

Un amplio aparcamiento bajo la presa deja paso a una construcción hexagonal, construida con gruesos sillares de granito. Estamos ante el origen de la ruta, el arca del Romeral, una de los depósitos que abastecían y distribuían el agua del monasterio y de los edificios colindantes, y mandada construir por Felipe II.

Detrás de ella, la presa del Romeral, con su pared de la época de Alfonso XIII, pues se tuvo que aumentar la capacidad, y deja pequeñas las construcciones del XVIII de Carlos III y del XVI, aguas arriba, de Felipe II, y recoge las aguas del arroyo del Romeral.

Para ello, tras girar la carretera bajo la pared de la presa, a la derecha aparece el aliviadero de ésta, y justo al lado uno escalones de subida pegados a una valla. A los pocos metros el camino va a describir una curva cerrada a la derecha y va a seguir pegado a la valla de metal que guarda el embalse.

Se introduce, en fuerte subida en el pinar. Es una zona dura e incómoda de ascender, tanto por ser el comienzo como el tener que ir salvando las raíces y las rocas de gneis que dificultan nuestra subida. En esta parte, el pinar que nos va acompañar es de pino laricio y resinero, que ocupan las partes bajas del monte. Junto a ellos, plátanos y castaños de indias, multitud de jara pringosa y alguna encinilla.

Poco a poco el camino se desvía de la valla, hacia la izquierda y tenemos que sortear dos troncos enormes de pino caídos en medio de la ruta.

Tras una primera curva a la izquierda aparece un primer árbol que se distingue por sus ramas y su color verde claro, es un alerce, y junto a él dos hayas de buen porte. Estamos en la umbría del Trampalón, también conocida como Camino de los Gallegos.

Tras otra curva a la derecha aparece un buen rodal con unas treinta hayas, que en otoño adquieren un dolor dorado intenso, con su brillantes hojas amarillas destacando entre el verde pinar. Estas hayas, fruto de la repoblación efectuada el siglo pasado, se aprovechan de la humedad existente en la zona, umbrosa y del suelo profundo de ésta.

Toda la subida está llena de hayas, fácilmente reconocibles por su tronco de corteza lisa, y sus ramas horizontales, con sus hojas oboadas y con el margen ondulado y de color verde claro que pasa a un dorado intenso en otoño (a fines de octubre e inicios de noviembre presentan un color maravilloso).

Seguimos el suave ascenso y llegamos al grupo más grande de hayas, unas cuarenta, a ambos lados del camino, junto a varios alerces. Es un lugar que se puede considerar mágico, y en otoño destaca por sus colores verde y oro.

Se continua el camino en la curva a la derecha y vuelven a aparecer más hayas, mezcladas con pinos albares. El camino se hace casi horizontal, con enebros rastreros, más alerces y más hayas, unas veinte en este caso. Junto a ellos, aparece algún arce de Montpellier.

Llegamos a una pista bastante ancha y concurrida de ciclistas que cogeremos a la derecha para ir en busca del siguiente punto de nuestra ruta La Cruz de Rubens

El pintor Peter Paul Rubens, uno de los máximos referentes de la pintura flamenca, vivió unos nueve meses en Madrid durante el año 1629, razón por la cual se conservan en España varias de sus obras.

En ese período visitó las inmediaciones del espléndido monasterio El Escorial, para pintar un célebre cuadro del famoso complejo. Para ello, escaló una colina cercana.

Allí, una cruz blanca recuerda el punto elegido por el pintor para realizar su obra, al menos la tradición así lo indica, se la llama cruz de Rubens.

Tenemos desde este maravilloso mirador unas estupendas vistas del Monasterio del Escorial y las Machotas.

Y también en días despejados como el de hoy de la sierra de Gredos al fondo.

Continuamos para ir en busca del techo de la ruta de hoy, El Monte Abantos

Es uno de los más importantes de la sierra de Guadarrama. Tiene una altitud de 1753 metros. La vertiente norte de la montaña está en el valle de Cuelgamuros. Una pequeña parte del monte al oeste de la cima pertenece a la provincia de Ávila (Castilla y León).

El Monte Abantos se denomina así por el ave alimoche o abanto, también conocido como buitre egipcio, ya que en esta parte de la sierra, en tiempos del rey Felipe II, era habitual divisarlos.

Desde su cima hay unas inmejorables vistas de todo el cordal de la sierra de Guadarrama.

Iniciamos la bajada por un camino zigzagueante con mucha piedra suelta que nos hará extremar la precaución durante todo el trayecto.

La bajada es constante y en todo momento tendremos unas buenas vistas panorámicas del entorno del Escorial.

Llegamos a las ruinas de La Casa del Renegado

Según cuenta la historia, un tipo harto del mundo, decidió aislarse en este apartado paraje y no saber nada más de sus congéneres.
Podéis ver más información, gracias al enlace que me ha pasado mi compañero Rafa, sobre un interesantísimo articulo escrito por Andrés Campos en el periódico El País.

Nos paramos a descansar en un par de miradores de reciente construcción realizados por los alumnos de la escuela taller del ayuntamiento.

Volvemos a tener unas impresionantes vistas del Monasterio del Escorial.

Llegamos a las inmediaciones del embalse del Romeral y en vez de volver callejeando por las calles cercanas, nos vamos aguas arriba del embalse para llegar a él desde arriba, pasando por encima de una especie de conducción de agua que nos llevará hasta un paraje muy bello, junto a la fuente de la Currutaca.

El Otoño está en todo su esplendor y nos ofrece unas bellas estampas de este lugar.

Solo nos queda subir un pequeño repecho justo al lado de la valla que nos separa del embalse, para llegar de nuevo a las escaleras y al aparcamiento donde comenzamos la ruta.

Espero que os guste.






Distancia total: 11.79 Km
Desn. de subida acumulado: 779.3 m
Desn. de bajada acumulado: 779.2 m
Altura máxima : 1753.9 m
Altura mínima : 1118.9 m
Altura en inicio: 1118.9 m
Altura en final: 1119.3 m
Ratio de subida: 12.95 %
Ratio de bajada : 14.2 %
Desnivel positivo por Km: 66.1 m
Desnivel negativo por Km: 66.09 m
Tiempo total : 6:15:34 h
Tiempo en movimiento: 4:23:33 h
Tiempo parado : 1:52:01 h
Velocidad media total: 1.88 Km/h
Velocidad media en movimiento: 2.68 Km/h
Velocidad máxima sostenida: 6.13 Km/h

Fuente:
http://www.madrid.org/cs/Satellite?blobcol=urldata&blobheader=application%2Fpdf&blobkey=id&blobtable=MungoBlobs&blobwhere=1310735022180&ssbinary=true

http://treparriscosfieldnotebook.blogspot.com/2012/11/el-secreto-mejor-guardado-del-abantos.html