Abrigos de Tozal de Mallata - Gallinero - Lecina Superior - Covachos de Barfaluy. Camino de las Escaleretas de Lecina

Ruta muy completa para visitar un importante grupo de pinturas rupestres en un entorno fabuloso dentro del cañón del río Vero. A la vez, la circular realizada nos permite recorrer el camino de las Escaleretas de Lecina, recientemente re equipado con numerosas sirgas, grapas y pasarelas de madera, entre otros elementos de seguridad.

Se parte del estacionamiento llamado "Aparcamiento del Portiacha" ya que es el punto desde el que se accedería al espectacular y corto barranco de La Portiacha. En este barranco deportivo solamente se realizan dos rápeles volados de 30 y 26 metros de altura pero en nuestro caso, no tenemos que hacer nada de eso sino que iremos por una buena senda.

Partiendo de la zona de aparcamiento, nos dirigimos en primer lugar al llamado "Mirador del Vero", un espectacular punto desde el cual se puede ver enfrente el recorrido casi íntegro que realizaremos. Las vistas son para quitar el hipo, no tanto por lo vertiginosas sino por lo paisajístico.

Retrocedemos hasta donde teníamos el coche para tomar la senda indicada al Tozal de Mallata, hay un par de paneles informativos.
Perdemos algo de desnivel que enseguida recuperamos suavemente hacia el llamado "punto de encuentro" que es el sitio donde suele esperar el/la guía que acompaña a los grupos de visitantes a las pinturas rupestres de las proximidades.

Desde la intersección se gira a derecha para seguir la senda que de nuevo se divide en dos: por la derecha vamos a los abrigos del Tozal de Mallata, muy bonitos y accesibles mediante unas grandes escaleras metálicas. Son tres abrigos, uno de ellos queda debajo de la senda y es menos accesible por lo que no lo visitamos. Los otros dos sí los vimos porque tienen pinturas muy representativas y hermosas, si bien las verjas impiden en el primero poder ver la mayor parte de las pinturas rupestres.

Volvemos al cruce de sendas (WP05) para tomar la que antes dejamos, es un sendero limpio, ancho y cómodo que desciende sin cesar hasta el mismo cauce del río Vero. Es un recorrido espectacular que siempre merece la pena.

Llegados al río tendremos que descalzarnos, ya que aunque no lo parezca, el agua nos llegará a la rodilla. Es muy recomendable llevar chanclas de agua de las de atar, ya que en esas condiciones podremos seguir andando un rato y cruzar un par de veces más el río.

Poco después de cruzar el Vero encontraremos por la derecha una sendita que nos lleva en apenas 100 m. a la ermita de San Martín de Lecina. Destaca este edificio religioso por el curioso y hermoso empedrado con cantos rodados en su interior, formando un rosetón y otras figuras.

Regresamos a la senda del cauce para ascender el curso del agua, que bordeamos pero es inevitable cruzar otro par de veces. Justo después de éste terceer vadeo hay un poste indicador: entramos en el Camino de las Escaleretas de Lecina, una senda que hace pocos años era una auténtica aventura tanto por la vegetación que impedía andar con comodidad, como por las dificultosas paredes, covachos y pasos aéreos que hacían de este lugar una auténtica y emocionante aventura, no carente de cierto riesgo.

Actualmente se ha re - equipado todo el recorrido, se ha limpiado la senda y se han colocado todo tipo de peldaños, escalones tallados, escaleras y pasarelas de madera para facilitar el recorrido, convirtiendo lo que antaño era un paso de aventura real en un lugar de ocio sin apenas riesgo y que carece de dificultades intrínsecas salvo que se padezca de vértigo real.
En mi modesta opinión, este recorrido actual ha perdido toda la gracia que tenía, si bien segurísimo que atraerá a una enormidad de visitantes ya que el lugar es impresionante y lleno de rincones donde deleitarse. No puedo votar a favor de esta instalación que se encuentra en el mismo corazón de Guara y que contraviene cualquier normativa de protección medioambiental.

A mitad de ascensión por el camino equipado, unas grandes escaleras nos permitirán subir hasta los abrigos del Gallinero. Otro importantísimo lugar donde las pinturas rupestres alcanzan insospechados límites, tanto por su situación como por su calidad. Visitaremos el abrigo principal, al borde mismo de una cueva, y dejamos de lado otros dos más a la izquierda por su dificultosísimo acceso, que no haré sin ayudarme de medidas de seguridad adicionales.

Descendemos la escalinata metálica para retroceder unos metros y, bordeando el acantilado, superar varios pasos por medio de peldaños, pasarelas y siempre con la sirga nueva de seguridad al lado.

IMPORTANTE: en este tramo se puede considerar que sería conveniente para personas con poca agilidad o niños, llevar un arnés y doble baga con disipador para prevenir caídas. Aunque es muy difícil sufrir un percance, no seré yo quien deje de la mano la seguridad de un buen equipamiento. Incluso llevar casco puede ser aconsejable.

Superada una pasarela, la senda entra en un covacho donde existe un agujero precioso. Primero ascendemos hasta una cueva superior ya sin equipamiento, luego regresamos a este covacho del cual salimos por el agujero. Es un lugar espectacular, porque salimos al vacío y continuamos por una pasarela colgada, eso sí perfectamente equipada con la sirga.

Un paso más por una cárcava (donde existen más y más pintadas desperdigadas) para, al fin, salir a una senda ya sin peligro.

Continuamos ascendiendo, encontramos un paso en roca con otro pequeño tramo de sirga de seguridad (jolin, ni un punto de peligro hay ) y la senda se va suavizando.

Por la derecha, viendo una nueva escalera metálica, podremos descender a los abrigos de Lecina Superior cerrados a cal y canto por unas verjas, que de facto impiden la entrada a la cueva y por tanto la visualización de más y más pinturas rupestres. Una pena no llevar el guía en este hermoso lugar, para otra ocasión será puesto que apenas podemos ver unas pocas figuras en el borde más próximo.

De nuevo ascenderemos las escaleras hasta el sendero que va coronando el tozal, es la senda de Lecina. En la primera intersección tomamos el caminito de la izquierda (ida y vuelta) para visitar los Covachos de Barfaluy, tres abrigos estupendos con sus colmenares, colgados del barranco de La Choca. El lugar es impresionante y las pinturas de dos de los abrigos son una auténtica joya. Las del que está en primer lugar son pinturas negras y no conseguimos localizarlas.

Regresamos al sendero de Lecina, pasamos los restos de antiguas carboneras y alcanzamos el barranco de Básender. Abandonamos el sendero para adentrarnos en el cauce que también abandonaremos más adelante (WP27) pues seguir el barranco requiere de equipamiento específico (cuerda, arnés, casco, 8, bagas, etc.)

Por sendero nos dirigimos a la senda del Molino de Lecina, la fuente y el paso sobre el Vero donde aproveché a bañarme.

Ya bien frescos, ascendemos por el sendero que pasa bajo el aparcamiento inferior y luego de cruzar el barranco Argatín, solo nos qued aun último repecho hasta el estacionamiento de La Portiacha, donde dejamos el coche por la mañana.

Fantástica excursión la de esta jornada que pese al calor que hizo nos ha trasladado al pasado por un auténtico repertorio de abrigos rupestres, puntos de interés geológico y un entorno natural excepcional, propios del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara.