AFUR TAGANANA TAMADITE AFUR

Esta ruta tiene su inicio y final en el aparcamiento del caserío de Afur , en el que termina la carretera de Afur (TF-136). Para llegar a este pequeño pueblo es necesario tomar la carretera de Anaga y tomar en Casas de la Cumbre el desvío que indica “Roque Negro y Afur” que nos lleva directamente a Afur. Se encuentra a 35 kilómetros del centro de la capital, entre las cimas de El Frontón y La Cumbrecilla, y está rodeado de la belleza natural de árboles y montes que tiñen el paisaje de distintos tonos de verde. La Plaza de Afur, situada en lo más profundo del valle, es donde se congrega la mayor parte de la actividad del pueblo. Unas pocas casas, un camino de piedras y la Iglesia de San Pedro forman una imagen tan hermosa que es digna de ser estampada. Flores, dragos y otras pocas plantas rodean este pequeño espacio que preside el templo parroquial dedicado a su patrón, San Pedro. En los alrededores del pueblo se localiza uno de los últimos bosques termófilos de Anaga bien conservados: el sabinar de Afur, con ejemplares que pueden llegar a alcanzar considerables dimensiones.
Iniciamos la ruta ascendiendo con dirección a Encherés. Continuamos hasta la Casa Forestal del Parque Rural de Anaga, donde continuaremos por el PR-TF 8 para entrar en el Camino las Vueltas (832 metros de altitud), un camino Real que nos llevará hasta la preciosa localidad de Taganana. El cutivo de la caña de azucar dio lugar a la construcción del Camino de Las Vueltas para sacar la producción. Este camino fue la vía de comunicación más importante del macizo, al unir la población de Taganana con San Cristóbal de La Laguna, capital de la isla por ese entonces. Atravesaba las cumbres de Anaga, partiendo de él ramales que conectaban con el resto de valles del macizo de Anaga. El Camino es de tierra escalonado entre muros de raíces y musgos que nos indican la presencia inequívoca de los vientos Alisios y su humedad casi permanente, lo que hace que el suelo se encuentre algo resbaladizo. Se recomienda llevar calzado apropiado y chubasquero. Asciende entre densas masas de fayas y brezos hasta las proximidades de una cueva situada en su margen derecho. A partir de este punto comienza a descender, al tiempo que aumenta en su entorno la presencia de especies de la laurisilva y de emanaciones de agua. El trazado muestra el empedrado original en varias ocasiones, y sigue un recorrido lleno de curvas, origen del nombre de Camino de las Vueltas.Pasado este tramo, la densidad arbórea desaparece de forma progresiva, dejando ver espectaculares vistas de la costa. El empedrado se va haciendo cada vez más visible y empiezan a aparecer muros de piedra seca y bancales abandonados o cultivados de papas y viñas. A partir de este punto, el sendero avanza hasta la carretera de Los Naranjos, la cruza y, tras recorrer algunos metros, toma a la izquierda un camino empedrado que desemboca en el barrio de Portugal, ya en Taganana, un interesante núcleo en el que destaca la arquitectura tradicional de sus casas. Llegamos a Taganana, que para los guanches significaba Lugar de los Roques. Destacan las construcciones de carácter tradicional con tejados a cuatro aguas, carpinterías pintadas y gruesos muros de piedra y barro. Alrededor del pueblo abundan los bancales y huertas con cultivos tropicales, papas, millo, batatas, etc. Décadas atrás, este paisaje estaba cubierto de grandes viñedos, cultivo muy importante en la economía de Taganana. Así lo demuestran los lagares excavados en la tosca (roca volcánica), empleados para elaborar los caldos, tan valorados en otros tiempos cuando se exportaban fuera de la isla. Hoy en día sus terrenos albergan la mayoría de las variedades de viña que existen en Canarias, convirtiéndose en la reserva de buen número de ellas desaparecidas en otros lugares.
Seguimos rumbo a El Chorro (o los Auchones): un pequeño caserío de Taganana asentado en las laderas de Los Auchones, voz aborigen que indica asentamiento, a 300 metros sobre el nivel del mar. Los Auchones es un enclave pintoresco, muy rural, que posee interesantes atractivos naturales, paisajísticos, agrónomos y especialmente culturales, esto último se relaciona con el profundo arraigo de la cultura del vino. En el caserio se mantiene el antiguo sistema de reparto de agua, propio del Antiguo Régimen, denominado “dulada” por el que cada propietario tiene derecho al agua un número determinado de días, en función de las parcelas que posee.
Continuamos el sendero bordeando la costa hasta que llegamos a la playa de Tamadite, con una longuitud de 250 mts. y un ancho de 40, de composición grava/arena de color oscuro. La playa, por su fuerte oleaje y corrientes, no suele ser apta para el baño; pero las vistas hacia los acantilados cercanos y hacia el Roque Marrubial son espectaculares. Nosotros, con mucha precaución, no nos pudimos resistir al placer de refrescarnos en sus bravas aguas.
El tramo final de la ruta consistió en ascender por el barranco de Afur. Entre cañas, juncos y carrizos llegamos al Charco de la Posada: un pequeño salto de agua sobre un dique, tras el cual se forma una poza. En este lugar se cuenta que antiguamente se pescaban anguilas. El Charco de la Pasada se vio afectado por una riada en 2010 que cubrió gran parte de la poza con piedras. En el aspecto geológico es un sendero muy rico, son varios los roques que podemos observar a los alrededores de Afur, como Roque Negro, Roque de Taborno, Roque del Fraile. Además, constantemente encontraremos diques atravesando el cauce del barranco, erosionados por el agua, que han formado saltos de agua. El cauce es bastante rico en cuanto a vegetación, contando con una sauceda en algunos puntos. También destaca en las laderas del barranco la existencia de sabinas. En algunos tramos del barranco se hace irresistible refrescarse con el agua que, aún estando en pleno verano, mantiene un buen caudal. Parte del recorrido se ha acondicionado recientemente con nuevas barandas. Poco a poco nos acercamos al aparcamiento y con ello ponemos fin a esta hermosa ruta.
La duración 8 horas. Precaución en las zonas de Encherés y Camino las Vueltas por lo resbaladizo de algunos tramos, por lo que es conveniente el uso del palo.