Aitzondo ur-jauzia y túneles de Askain (Irun)

En una mañana fresca, a punto de terminar este otoño, con Enrique y Javier, y con muy buenas aportaciones fotográficas de ambos para este track, llegamos por el barrio Meaka de Irun, tras la sidrería Ola, al punto de inicio de la caminata, junto a los hornos de Irugurutzeta y llegaremos hasta la cascada de Aitzondo. En total, 11 km y 425 m de desnivel acumulado (el WL no ha funcionado del todo bien...).
Buena mañana en contacto con la Naturaleza. Subimos por una fuerte pendiente, atravesando el bosque de robles de Enbido, y recorriendo el trazado de vías de vagonetas, atravesamos varios túneles de las minas de Askain y Meazuri. Ahí nos encontramos al frente la cascada de Aitzondo (también llamada Irusta) y vistas de la bahía de Txingudi, con los cascos urbanos de Irún, Hondarribia y Hendaya, así como de parte de Jaizkibel y del Cantábrico.
Bajamos, de nuevo por el bosque, y seguimos la regata de Irusta (o Aitzondo), y que atravesamos por un renovado puente. Durante todo el recorrido, vamos viendo los numerosos vestigios de la intervención antrópica, con abundantes restos de la actividad minera, bocaminas, túneles excavados, trazados en los que hubo raíles para vagonetas, restos de construcciones que demuestran que también hubo trasporte aéreo de material mineral extraído de las entrañas de la tierra, ruinas de edificios que sirvieron para alojar a los trabajadores (invadidas por la vegetación y cubiertas de hiedra y musgo, lo cual les da un aire ‘romántico’), entre otros muchos restos. Y tras una empinada subida por escaleras bastante irregulares (con pasamanos de ayuda incluido), dejamos a la derecha del camino los escasos restos del caserío Irusta, y alcanzamos la entrada de otra mina, anegada de agua (de varias alturas, cerrada con verja), y por fín, al pie de la cascada. Desde ahí, iniciamos el regreso.
Recorrido el de hoy no solo de interés naturalísimo, por la vegetación (se nota lo avanzado del otoño que termina) y el agua de varias cascadas y la regata de Aitzondo (y de un “improvisado geyser” por la rotura de una de las tuberías en el camino), sino también paisajístico, y por los restos de actividad minera e industrial. Y como curiosa casualidad, citar que en noviembre de 2018 hicimos este mismo recorrido, y también nos encontramos, como hoy, con Ana, antigua compañera de trabajo.