Alayos- Picaho Alto, Corazón de Sandía y Los Castillejos

La majestuosidad de las altas cumbres que conforman Sierra Nevada, con picos que superan los 3.000 m de altitud, ha ensombrecido u ocultado otros parajes serranos que encierran unos enormes valores paisajísticos y ecológicos. Este es el caso de una agreste sucesión de picos que constituyen los conocidos como Los Alayos de Dílar, una minicadena montañosa formada por rocas ricas en carbonato de calcio (calizas) o de calcio y magnesio (dolomías) que contrastan con las rocas metamórficas, compuestas principalmente por micaesquistos y cuarcitas, que ocupan gran parte de la Sierra.

Los Alayos componen una curiosa formación montañosa que destaca en la media montaña nevadense en su parte occidental. Forman una especie de submacizo calcáreo y dolomítico, una cadena de cumbres cercana a los 2.000 metros de altitud que constituye, junto al emblemático pico del Trevenque, uno de los elementos más representativos y singulares del parque nacional de Sierra Nevada.

Las rocas calizas y calizo-dolomíticas son fácilmente erosionables. Debido a los procesos erosivos que durante años ha causado la escorrentía del agua de lluvia, los paisajes que se forman tienen grandes contrastes con rocas abruptas y agujas de piedra que coexisten con barrancos profundos rellenos de sedimentos que se deshacen prácticamente sólo con pisarlos.

Los Alayos, palabra transformada por el pueblo de su original y primitiva Galayos, con su escenografía agresiva, multicolor y lujuriante, forman un conjunto de la más rara belleza alpina.

Los picos más sobresalientes de Los Alayos son: Picacho Alto (1.776 m), Corazón de la Sandía (1.885 m) y Los Castillejos (1986 y 1978 m).

En todoterreno, y desde la localidad de Marchena, tomaremos la Colada de Blas de Haro que nos conducirá hasta el punto de inicio de nuestra andadura, el Barranco de Prado Seco, donde hay un espacio para poder aparcar sin invadir el carril. El track de este trayecto (Enlace con los Alayos) lo podéis encontrar en: https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=20823394

Iniciamos nuestra andadura ascendiendo por el arenoso y pedregoso Barranco de Prado Seco, rodeados de pinos; algunos de ellos de unas dimensiones considerables. A unos 500 m. nos desviaremos a la izquierda por un sendero que pronto llega hasta una bifurcación, tomando el sendero de la izquierda que nos conducirá hasta Picacho Alto.

Este tramo, al igual que el resto de la ruta, es un continuo sube baja intentando ir lo más cercano a la cuerda. Después de un exigente y algo técnico ascenso llegamos al Picacho Alto.

PICACHO ALTO:

Es el más occidental de la cadena. El mirador que forma el Picacho es de privilegio, nuestra vista puede alcanzar 360º, sucediéndose los planos y paisajes más variados. Desciende en vertical sobre las lomas que alcanzan vega granadina. Uno queda cautivado por esta combinación de montes, cultivos, tajos, nieve y cielo. Veremos los Atalayones del sur, como baluartes o defensas de estas zonas, los caminos de la costa y las sierras que se sitúan cerca del mar: Alhama, Tejeda, Almijara. Frente a nosotros Granada, Sierra Elvira, Parapanda y la Sierra de la Alfaguara.

Los fuertes contrastes cromáticos, calizo arenoso, prados, negros, allí donde la vegetación oscurece el paisaje, todo pasa ante nuestra vista.

Tras volver a la realidad después de la estupefacción que nos produjo la panorámica, deshacemos lo andado hasta la bifurcación antes mencionada. Al llegar, tomamos el ramal que sigue hasta el Corazón de Sandía. La rampa por donde ascendemos tiene un fuerte desnivel, que a veces supera los sesenta grados. En esta ocasión nos separamos de la cuerda siguiendo el sendero más marcado y transitado. Y llegamos al Corazón de Sandía.

Resaltar que en este tramo pudimos ver muchos frutos de otoño de la Gayuba o uva de oso; Arctostaphylos uva-ursi. Planta rastrera que por aquí abunda en forma de arbusto y que pertenece a la familia de las ericáceas.

CORAZÓN DE SANDÍA:

Está enclavado en el centro neurálgico de la Cadena de los Alayos. Desde su encumbrada orografía se admira la curiosísima disposición de los alayones y atalayones.

Aunque no supera los 2000 m. la subida hasta la cima del gran peñón es algo complicada, técnica y aérea por lo cual solo la aconsejamos a personas con experiencia y sin vértigo.

Sus calizas trituradas y desechas por la erosión muestran su especial estructuración en los agudos y profundos desniveles y canchales. Una tormenta en estos parajes debe ser sorprendente. Esa gran grieta entre ese par de moles rocosas es digna de admiración. En la vertiente que cae vertiginosa y diabólicamente hasta el Río Dïlar, podemos observar una multitud de agujas a modo de estalagmitas que se resisten a la gran erosión de estos terrenos y que parecen un ejército de centinelas que custodian la cima.

Hicimos un intento de descender directos del Corazón de Sandía hacia los Castillejos por la cuerda, pero lo accidentado del terreno y la falta de sendero nos hizo retroceder unas decenas de metros hasta la bifurcación que encontramos en el ascenso hasta la muela que parece el Corazón de Sandía y volvimos a tomar ese estrecho sendero que faldea la cuerda de los Alayos.

Pronto llegamos a un collado desde el que podremos observar el agresivo y agreste Tajo Blanco, una magnífica panorámica del Corazón de Sandía, nuestro siguiente objetivo Los Castillejos y hacia el sur, los cuatro picos de los Gallos.

Seguiremos este atractivo sendero aunque en ocasiones, y debido a la erosión pasa por pequeños canchales que son algo delicados de cruzar. A un lado la gran cadena de los Alayos, a otro una caída casi vertical que conduce al Río Dúrcal y el sendero poco consistente arenoso y algo resbaladizo nos hacen concentrarnos a cada paso. Estamos a un paso de Los Castillejos.

LOS CASTILLEJOS:

La senda nos conduce hasta las inmediaciones de Los Castillejos donde los Alayos tienen su cota máxima con sus dos picos más altos de 1986 y 1978 m. Debido a la falta de tiempo y para que no se nos hiciera de noche, decidimos no subir hasta la cima e iniciamos el regreso. Nos quedamos con las ganas de haber hecho cima y haber podido disfrutar de sus sin duda magníficas panorámicas. Buena escusa para volver otro día.

En esta bella ruta nos llamó la atención los cambios de temperatura que teníamos al cambiar de vertiente; ya que al ir por la cuerda de los Alayos, cuando caminábamos por la solana disfrutábamos de un calorcito muy agradable y cuando lo hacíamos por la umbría soplaba un viento gélido con el que se te caía hasta el moco. También resaltamos satisfactoriamente que hemos podido ver muchas cabras montesas.

Ruta muy recomendable aunque, en algunos tramos, algo peligrosa por ello la catalogamos de difícil. Sería recomendable una mejora en estos bellos senderos; nos ofrecemos para colaborar en cualquier iniciativa para ello.

En el regreso disfrutamos de una inigualable puesta de sol.

¡¡¡Preciosa!!!.