Alcaracejos-Villanueva del Duque-Mina y Estación de El Soldado

Ruta por la Comarca de Los Pedroches, con principio y final en Alcaracejos, pasando por la vecina Villanueva del Duque y la mina de El Soldado (en su término municipal), un magnífico ejemplo de arqueología minera.

Llego a Alcaracejos por la N-502 (tomando primero desde Córdoba la N-432) y en mi callejeo por el pueblo paso junto a la Ermita de San Andrés (antigua iglesia hoy desacralizada y convertida en Centro Cultural), el Museo de la Matanza (donde se pueden conocer la manera tradicional de sacrificar el cerdo y los procedimientos para la elaboración de los diferentes productos obtenidos de este animal) y la Parroquia de San Andrés, construida en 1965 sobre la más antigua, arrasada durante la Guerra Civil: esta zona sufrió mucho durante la batalla de Pozoblanco, siendo el municipio destruido por las numerosas ofensivas lanzadas por ambos bandos, por lo que fue reconstruido en su totalidad mediante las inversiones de la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones. La población había tenido sus orígenes a partir de unos reducidos núcleos familiares que se asentaron en lo que hoy son las plazas del pueblo (que curiosamente son de forma triangular), agrupados en unos alcázares pequeños llamados coloquialmente “alcazarejos”, de donde, presumiblemente, vendría el nombre de Alcaracejos.
Sigo hasta la Plaza de Los Pedroches, donde se encuentra el Ayuntamiento (en cuya fachada destaca una portada de granito del siglo XVI, perteneciente
a la antigua Casa del Pavo), y luego hasta la de Andalucía, para salir del núcleo urbano por un camino junto a la A-422, en dirección noroeste hacia la Ermita de la Virgen de la Guía, situada al norte de Villanueva del Duque.

Esta ermita, típica construcción serrana con un estilo en la transición del románico al gótico, está considerada como una de las de mayor valor artístico de la Comarca de Los Pedroches. Por sus grandes dimensiones, algunos creen que fue una parroquia construida por los vecinos del antiguo poblado de El Allozo (Villanueva surgió a partir del siglo XIII tras la marcha de estos vecinos, huyendo de la peste, a su emplazamiento actual, llamado inicialmente El Retamal); aunque se piensa mayoritariamente que fue un convento-fortaleza templaria, por sus características arquitectónicas similares a las de otros monasterios (como el de San Pedro de Cardeña o el de San Bernardo), remontándose el templo primitivo al siglo XIII (en el XVII se añadieron las naves laterales).
Aquí se venera la imagen de la Virgen de Guía, patrona de Villanueva del Duque compartida por otros cuatro pueblos del suroeste y centro de la Comarca de Los Pedroches (Alcaracejos, Dos Torres, Fuente la Lancha e Hinojosa del Duque), por lo cual no permanece de continuo en la ermita (en cuyo altar hay otra imagen para su culto): la Virgen original era de bronce, hueca y con dos argollas para poder colgarse en la montura del caballo (“socia belli”: efigie de campaña llevada a la batalla por los caballeros, que después fundarían su ermita), desapareciendo durante la Guerra Civil (al parecer fue escondida en el hueco de una encina para evitar que la dañaran) y sustituyéndose por la actual, una estatuilla copia de la original en madera de pino y dorada; es muy singular por su reducido tamaño (unos 24 centímetros), ya que en España sólo hay dos vírgenes de medidas semejantes, la de Fernán González (propiedad de los Duques de Mompesier ) y la Virgen de las Batallas (que perteneció a Fernando III).
Durante la guerra, la ermita fue utilizado como almacén de intendencia, sin sufrir daños de consideración en su arquitectura (aunque las imágenes que custodiaba fueron destruidas), reabriéndose al culto en 1940. Años después, en 1955, realizando unas obras en un vano, se encontraron diversas tallas de madera policromada de la segunda mitad del siglo XIII (en estilo románico, las más antiguas de Andalucía), que representan a la Virgen de Guía (patrona de la localidad), a San Blas (titular de la parroquia del Allozo), a San Mateo (titular de la parroquia de Villanueva del Marqués), a Santa Lucía (cuya hermandad en Villanueva del Duque tiene cientos de años de antigüedad), a San Juan Bautista (patrón del poblado minero de “El Soldado”) y a la Virgen niña; son de estilo iconográfico Vasco-Leonés y aparecieron con restos de vestiduras y policromía y mutiladas, con huellas de incendio (quizá atribuible a las tropas napoleónicas). Actualmente se encuentran en el Museo de la Iglesia de San Mateo.

Continúo hacia el sur por el Camino de la Fuente de la Estrella para entrar, junto al polideportivo, en Villanueva del Duque. Esta localidad perteneció al condado de Belalcázar y hacia principios del siglo XVI tomó el nombre de Villanueva del Marqués, que mantuvo hasta 1680, año en el que definitivamente se queda con el nombre actual en agradecimiento al Duque de Béjar; vinculada en sus orígenes a Hinojosa del Duque, en 1631 recibió de manos de Felipe IV el título de Villa, por el que pagó cuatro mil ducados el propio Conde de Belalcázar y Duque de Béjar, independizándose de la vecina Hinojosa. Me dirijo al término de la calle Reyes Católicos, por donde entra el Camino Mozárabe (con tres puntos de partida -Almería, Málaga y Jaén-, se unifica en Baena, atraviesa toda la Campiña de Córdoba, Sierra Morena y Los Pedroches y por la provincia de Badajoz confluye en Mérida con la Vía de la Plata) y donde se alza la Cruz de la Fuente Vieja, una de las cruces de granito que señalaban tradicionalmente la entrada y salida de Villanueva del Duque, marcando los puntos cardinales (el este aquí):
son un símbolo cristiano protector frente a epidemias, plagas e incluso de la presencia demoníaca.

Sigo por la calle Reyes Católicos hacia el centro de la población, llegando a la Iglesia Parroquial de San Mateo Apóstol, templo del siglo XVI que fue incendiado también durante la Guerra Civil (durante la cual su nave sirvió de refugio frente a los continuos bombardeos). Tras visitar la plaza adyacente, donde se encuentra el Ayuntamiento, me encamino dirección sur hacia la Cruz de San Gregorio, junto a la ermita dedicada al Santo, situada en un altozano que constituye un perfecto mirador sobre buena parte del valle, desde Pozoblanco hasta Hinojosa del Duque y desde El Viso hasta Santa Eufemia. La ermita fue construida sobre la mitad del siglo XVI dando culto a San Gregorio hasta su derrumbamiento a consecuencia de los bombardeos durante la Guerra Civil, reconstruyéndose en la década de los cincuenta del siglo pasado (albergando además la imagen de San Isidro y la de Santa Bárbara, la última adquirida por la Hermandad de Santa Bárbara, integrada por los trabajadores de las minas); a los diez años de su reconstrucción, debido a una mala cimentación y al movimiento continuo de camiones que iban a las minas de El Soldado y de Las Morras, empezaron a aparecer grandes grietas en el ábside, por lo que se retiraron las imágenes antes de que se derrumbase a mediados de los sesenta. Hubo que esperar hasta 1994 para ser nuevamente reconstruida, empleando materiales pobres, como en la edificación original (arcilla cocida en la tejas, el suelo y los muros y yeso en la bóveda del ábside).

Retomo el Sendero PR-A 468 Vía Verde de la Minería (que sigue, desde la Estación de El Soldado, el recorrido del ferrocarril Peñarroya-Puertollano), para visitar las ruinosas instalaciones de la mina El Soldado. El batolito de Los Pedroches, con unos 200 kilómetros de longitud (una de las mayores masas graníticas del país, que se extiende desde la provincia de Jaén a la de Badajoz), durante el proceso de enfriamiento de la masa magmática que lo originó dio lugar a abundantes yacimientos minerales en la franja metamórfica que lo bordea. Ésta ha sido siempre una comarca minera de gran importancia, explotándose ya en el Paleolítico; en época romana era tal la importancia del filón de plomo de El Soldado-Las Morras que incluso el emperador envió un procurador para controlar la producción de estas minas (lo que quizá sea el origen del peculiar nombre El Soldado). Aunque sería a principios del siglo XX cuando Villanueva del Duque se convirtió en uno de los pueblos mineros más ricos del país, funcionando ininterrumpidamente la mina de El Soldado (de la que se extrajo galena, blenda y plata) desde 1906 hasta 1932 (aunque posteriormente se volvieron a procesar los materiales acumulados para, mediante mejores técnicas, extraer el mineral que pudiera haber quedado en el procesado anterior); pertenecía a la Compagnie Française des Mines et Usines d’Escombreras Bleyberg, que se fusionó en 1912 (tras la quiebra de la banca Roux que le daba soporte financiero) con la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya, empresa hegemónica en la comarca (principal zona carbonífera del sur de Europa, con presencia en los ricos yacimientos hulleros de Puertollano). La bonanza económica conllevó una fuerte inmigración para trabajar en los pozos mineros, llegando a contar este coto minero con una plantilla de casi dos mil hombres, que procedían en su mayor parte de Villanueva del Duque (siguiéndole Alcaracejos y, en menor proporción, Fuente la Lancha y otros pueblos más distantes), alcanzando su población, en el momento de mayor esplendor de estas minas, los nueve mil habitantes.

Entro por el lateral de una cancela en el interior del coto minero, que en su día se encontraba estructurado en tres barrios: Tripas, la Subestación y el Cerco; los dos primeros eran barrios obreros, conformados por manzanas de casas (de viviendas pequeñas de una sola planta, organizadas a ambos lados de un corredor central que desembocaba en la cocina) en torno a los pozos conocidas popularmente como “cuartelillos”, mientras que el último era el barrio de los ingenieros y empleados superiores (ya con grandes casas ajardinadas, algunas incluso con piscina y pista de tenis).
Además existían numerosos edificios públicos (cuartel de la Guardia Civil, escuelas, un hospital, el Sindicato Agrícola y una capilla dedicada a San Juan Bautista), economato, un cine, una fábrica de harina, un pósito, pequeños establecimientos (una zapatería, una carnicería, un estanco y, cómo no, varios bares) e instalaciones deportivas (campo de fútbol y pistas de tenis). Los días 8 de cada mes (día de paga) se celebraba
un mercadillo (que congregaba a vendedores de diferentes lugares) y en diciembre la feria de Santa Bárbara, patrona de los mineros, que empezaba la noche antes de su festividad con gran derroche de petardos y se seguía el día 4 con una misa, procesión y comida de Hermandad. En este poblado nació en 1927 Aurelio Teno, famoso escultor e Hijo Adoptivo de Villanueva del Duque.
De este pasado esplendor son testigos algunos edificios ruinosos, el Lavadero y, junto a la antigua térmica en ladrillo, la Subestación Eléctrica, realizada en hormigón armado (con rasgos estilísticos propios de la generación de arquitectos del Madrid de la década de 1920), que abastecía de energía a toda la maquinaria de las minas (hoy sigue proporcionando electricidad a Villanueva del Duque, Alcaracejos y Fuente la Lancha).
El declive llegó con la disminución de los filones y la bajada del precio del plomo, sustituido por el hierro, no queriendo ninguna compañía asumir riesgos ante la incertidumbre del mercado; se produjo un brusco descenso de población y una pérdida de servicios de los que disponía el municipio, que se convirtió, de receptor de mano de obra, en pueblo de emigrantes.
Hoy este coto es uno de los conjuntos mineros andaluces de mayor valor documental y patrimonial.

Salgo del coto (por un punto donde la malla está tumbada en el suelo) hacia la restaurada Estación de El Soldado. Las explotaciones mineras, mediante la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya, impulsaron la llegada del ferrocarril de vía estrecha (un metro entre raíl y raíl) a ambos lados de Sierra Morena, comunicando las cuencas carboníferas de Peñarroya-Pueblonuevo con Puertollano. En El Soldado había una estación del ferrocarril para dar salida a la producción minera hasta Peñarroya-Pueblonuevo. El 5 de agosto de 1906 se produjo la primera comunicación en tren desde Peñarroya hasta Pozoblanco, en un trayecto con 8 estaciones, 3 pertenecientes al término municipal de Villanueva del Duque: Peñas Blancas, El Soldado y Villanueva del Duque-Alcaracejos, más conocida como Las Viñas (por ellas pasaban seis trenes: dos correos mixtos y cuatro de mercancías, dos sin viajeros y otros dos con viajeros). En 1956, al no serles rentables las minas, la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya cedió la tutela del ferrocarril al Estado, que en 1970 acabó cerrando la línea.
Hoy el término de Villanueva del Duque dispone de 15 kilómetros de la antigua vía estrecha del ferrocarril (la mayoría de propiedad municipal, siendo de los pocos municipios de la comarca con tantos kilómetros de vía que no están en manos privadas).

Desde la Estación de El Soldado continúo por el antiguo trazado del ferrocarril algo menos de un kilómetro, hasta un panel informativo sobre la minería en la zona; desde aquí se divisa la mina de El Soldado, destacando en el paisaje adehesado los relaves (acúmulos sobrantes del lavado del mineral). Desando el camino hasta la estación por la Vía Verde de la Minería y luego sigo por un camino a la derecha, el de la Fuente de la Unhuesa, hasta casi llegar a la N-502. Me desvío por otro camino que sale a mi izquierda, pasando también junto a las ruinas de una mina y de una casilla ferroviaria antes de llegar a una pista asfaltada, el Camino de la Chorrera; la cruzo y sigo por otro camino por donde iba la línea férrea, hasta conectar con el Camino Mozárabe por el que entro en Alcaracejos (en cuyo skyline destaca el antiguo almacén de grano, hoy convertido en un moderno Centro Termal).

La ruta, que discurre por caminos rurales y la Vía Verde, no entraña ninguna dificultad técnica y tampoco presenta desniveles significativos, calificándola de dificultad moderada solo por su longitud.