Alcazaba, Torrecilla, Cerro de los Valientes y Picacho de Fatalandar, desde el Camino de Tolox (Sierra de las Nieves)
near Parauta, Andalucía (España)
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Itinerary description
Trazado que nos permite recorrer parte de los caminos, sendas y trochas que se dibujan sobre el altiplano del Parque Nacional de la Sierra de las Nieves. En esta ocasión obligados a partir de la barrera de control de acceso junto al inicio del Camino de Tolox estando cerrado a la fecha el acceso en vehículo de este punto al Área de los Quejigales.
Durante el amplio recorrido circular anotamos las cotas de la Alcazaba_1.697m, Torrecilla_1.919m, Cerrete y Cerro de los Valientes_1.822m/1.743m y el Picacho de Fatalandar_1.693m. Además sumaremos la travesía íntegra de la cuerda del Torrecilla al Picacho de Fatalandar y el tramos de la Senda de las Tres Cañadas comprendido entre las Cañadas de las Ánimas y del Cuerno.
Aunque el trazado no deja de tener un aire moderado, al caminar buena parte por camino, senda o trocha más o menos definida, resalto dos puntos donde puede resultar un tanto difícil para quien no esté acostumbrado al avance fuera de pista.
El primero es el tramo de arista entre el Puerto de los Valientes, el Cerrete de los Valientes y el Picacho de Fatalandar, aunque su travesía aérea no se presenta compleja siempre tendremos la opción del avance a media ladera a nuestra izquierda según el sentido de la marcha.
El segundo, y quizás el que habría que tener en cuenta, es nuestra opción de descenso directo del Cerrete de los Valientes al Paso de los Valientes. Un fuerte descenso técnico con una mezcla de roca inclinada y pequeños canchales escurridizos de lascas.
Hoy, forzados a dejar el coche en aparcamiento junto a la barrera del Camino de Parauta_Tolox, no nos quedará otra que sumar la ida y la vuelta por el Carril de Quejigales, apenas dos km son los que nos separan del desvío al Carril del Puerto de los Pilones.
Nos decantamos por el ascenso a la meseta por el cómodo Carril del Puerto de los Pilones. Mientras una matinal marea de nubes se adentra en la sierra por el amplio valle de río Verde, nosotros ganamos altura con vistas sobre la Loma de las Turquillas y las estribaciones de Sierra Hidalga.
Por ahora las cotas altas de la sierra se esconden tras el cercano Cerro de los Pilones. Un último tramo de pista, dejando de lado el desvío a la cabecera de la Cañada del Cuerno a un lado nos planta sobre el Puerto de los Pilones. Al fin con vistas abiertas a la paste alta y a nuestro primer objetivo del día, el peñón de la Alcazaba.
Continuamos entonces la marcha por nuestro camino transformado en sendero, sendero de Quejigales al Torrecilla que sirve de eje central a todos los recorridos por esta parte de la sierra.
Serán un corto tramo de sendero el que nos separa de la trocha que nos lleva encarando al sur hacia la Alcazaba. Ahora la traza no es tan evidente, aunque el rumbo no da lugar a dudas sobra la aplanada loma que encauza la aproximación al muro norte de la Alcazaba.
Para coronar encontramos por el flanco derecho un fácil trepadero, tras el último quejigo de los que escoltan el amurallado morrón. Panorámica abierta a la cuerda de los Pilones, el Pilar de Tolox, y como no, al siempre agradecido pico del Torrecilla. Al sur, el mar de nubes nos limita la vista hasta el Pinsapar de la Yedra a nuestros pies.
Retomamos la marcha, previo descenso del morrón y deshaciendo nuestros últimos pasos en la aproximación. Atentos encontramos un acceso cómodo un pequeño valle de cabecera, adivinamos una trocha pisada de ganado que nos ayuda a remontar la vaguada. Unos metros por el flanco que llevamos y cambiamos al contrario sin abandonar la pisada, ésta busca remontar la ladera camino de la coqueta arista que se estiliza sobre las Hoyas del Pilar.
Nuestra trocha va a parar a un pequeño abrigo natural encastrado en las rocas de la arista, premiados con una panorámica estética sobre la línea de monte que va a parar hasta la misma Alcazaba.
Tras el obligado receso, rodeamos ahora la arista por la cara que apunta al Torrecilla y la flanqueamos hasta enlazar con la senda de las simas. Definida y acotada por algún que otro hito, sin pérdida, nos deja en pocos metros sobre el Sendero de Quejigales al Torrecilla cercanos al conocido paraje del Pilar de Tolox.
A pesar del largo estío, de ser primeros de octubre y las escasas lluvias en muchos meses, el manantial aún ofrece un hilo de agua suficiente para aliviar las inusuales temperaturas.
Desde el pilar afrontamos el ascenso final al Torrecilla por el sendero oficial, recientemente reacondicionado, definido y balizado, a fin de evitar el deterioro del terreno y eliminar la infinidad de trochas y atajos creados durante años.
Como otras tantas veces, al ascenso a cumbre de tan querida cumbre por cualquier senderista a estas latitudes de Andalucía siempre resulta un disfrute particular.
Ascenso acusado que permite coronar el pico Torrecilla en plena soledad, a diferencia de su visitada cumbre en cualquier fin de semana. Por cierto, el restaurado hito de cumbre engalana más si cabe uno de los ascensos codiciados del occidente andaluz.
Situados en cotas altas de la sierra, con la amplia panorámica circulas sobre la Sierra de las Nieves, dibujamos con la mirada nuestros próximos pasos, y estos no son otros que los encaminados a sumar el trío de cumbres que definen el extremo norte de la cuerda del Torrecilla, el Cerrete de los Valientes, el Cerro de los Valientes y el Picacho de Fatalandar, según este mismo orden.
Para ello, de primeras, recorremos en travesía la cuerda, en suave descenso y sin objeciones hasta el Puerto de los Valientes. Justo al inicio, una vez dejada atrás la cota del Torrecilla, dejamos de lado la senda que vuelca al este en dirección a la Loma del Pino y en consecuencia a los bajos de Cerro Corona. Magnífica y estética senda que nos permite uno de los ascensos prácticos desde la vertiente de Tolox.
Pisamos ya la divisoria del Puerto de los Valientes, con el corto y directo ascenso al cerrete al frente. En caso de desestimar su travesía, y enlazar con la senda que nos devuelve al Puerto del Pozuelo, tenemos la opción de sobrepasarlo a media ladera volcando a nuestra izquierda sobre la Cañada de Froncaire.
Pero nuestro objetivo hoy es sumar su cota. Tras el corto ascenso y un coqueto cresteo anotamos el paso por el Cerrete de los Valientes, ahora con vistas a las dos morrones que rematan la cuerda antes de precipitarse hacia la Cañada de las Carnicerías.
Como no, la alargada cuerda a nuestra espalda nos muestra un Torrecilla lejano, dando forma sus estribaciones orientales a la no tan conocida Loma Larga, extensa loma cuyo único fin es tocar las aguas de río Verde.
Decididos ahora a enlazar por la directa con el Cerro de los Valientes, encaramos la rampa este del cerrete con el punto de mira en el collado que nos separa. Opción que parecía medianamente asequible, pero que durante el fuerte descenso se torna en tramos algo técnicos con roca en plano inclinada y mucha lasca que deja poco margen de maniobra. Así, tras el trecho más trabajado del recorrido, enlazamos con senda por el Paso de los Valientes en dirección al cerro.
Será un ascenso corto y sin mucha historia al Cerro de los Valientes, subiendo en rodeo por el sur y bajando algo escorados al norte para volver a nuestra pisada en el collado. Ahora sí, tomando la traza, escueta pero con hitos, nos ayuda a no perder el rumbo para recuperar la cota de la cuerda principal. Por fin ponemos el ojo sobre nuestro último objetivo.
Volvemos a la tónica de recorrer la cuerda sin perder su parte alta, en descenso, e igualmente asequible para cualquier caminante acostumbrado a las fuera de traza. Imponente la estampa del Picacho de Fatalandar cuando ganamos su acceso final, enormes las vistas a toda la cuerda recorrida, a la Cañada de las Carnicerías y los tajos que recortan la vertiente de Yunquera.
Marcamos sobre este formidable peñón el inicio a nuestro cierre de ruta, eligiendo ya el enlace con las trazas clásicas que parten desde Quejigales. Pero primero habrá que remontar el trecho de cuerda hasta la base del Cerrete de los Valientes, allí volcamos por senda en relativo descenso hacia el Puerto del Pozuelo y vuelta al Pilar de Tolox.
Lugar y momento de reponer fuerzas a la sombra de sus paredones a resguardo del implacable sol de media tarde. Volvemos a la marcha en retorno por el Sendero de Quejigales al Torrecilla.
Obviamos el desvío hacia Puerto Saucillo (Yunquera) y pasamos a desviamos hacia el cercano Pozo de Nieve y la Cañada de las Ánimas. Senda clara que se interna en la cañada por el flanco izquierdo. Durante el descenso, en un pequeño collado y encrucijada, barajamos las dos opciones de retorno, quedándonos esta vez con la Senda de las Tres Cañadas.
Viramos y atravesamos el pinsapar de la Cañada de Enmedio. La senda en algún punto se desdibuja o la corta un pinsapo caído, pero rápidamente volvemos a la traza casi llaneando la ladera. Cuando ésta comienza a adentrarse en la Cañada del Cuerno tiende a descender a la busca del enlace con la senda que la recorre.
Aquí si encontramos una senda menos dibujada, clara para el avance, donde el matorral te puede hacer perder la marca si no tenemos claro el sentido de la marcha.
El aliviado enlace con el Sendero de Quejigales al Torrecilla por la Cañada del Cuerno nos hace relajar el paso y dejarnos caer por la cañada de forma rápida. Senda conocida y pisada que tras el paso por el pinsapar nos deja sobre la comodidad del Camino de los Quejigales.
Sólo nos resta caminar por el carril de acceso, dejar atrás el paraje y Área Recreativa de los Quejigales, y desandar el par de km que nos separan de nuestro punto de partida.
Nos vemos en las montañas.
***Nuestras rutas en Facebook***
Durante el amplio recorrido circular anotamos las cotas de la Alcazaba_1.697m, Torrecilla_1.919m, Cerrete y Cerro de los Valientes_1.822m/1.743m y el Picacho de Fatalandar_1.693m. Además sumaremos la travesía íntegra de la cuerda del Torrecilla al Picacho de Fatalandar y el tramos de la Senda de las Tres Cañadas comprendido entre las Cañadas de las Ánimas y del Cuerno.
Aunque el trazado no deja de tener un aire moderado, al caminar buena parte por camino, senda o trocha más o menos definida, resalto dos puntos donde puede resultar un tanto difícil para quien no esté acostumbrado al avance fuera de pista.
El primero es el tramo de arista entre el Puerto de los Valientes, el Cerrete de los Valientes y el Picacho de Fatalandar, aunque su travesía aérea no se presenta compleja siempre tendremos la opción del avance a media ladera a nuestra izquierda según el sentido de la marcha.
El segundo, y quizás el que habría que tener en cuenta, es nuestra opción de descenso directo del Cerrete de los Valientes al Paso de los Valientes. Un fuerte descenso técnico con una mezcla de roca inclinada y pequeños canchales escurridizos de lascas.
Hoy, forzados a dejar el coche en aparcamiento junto a la barrera del Camino de Parauta_Tolox, no nos quedará otra que sumar la ida y la vuelta por el Carril de Quejigales, apenas dos km son los que nos separan del desvío al Carril del Puerto de los Pilones.
Nos decantamos por el ascenso a la meseta por el cómodo Carril del Puerto de los Pilones. Mientras una matinal marea de nubes se adentra en la sierra por el amplio valle de río Verde, nosotros ganamos altura con vistas sobre la Loma de las Turquillas y las estribaciones de Sierra Hidalga.
Por ahora las cotas altas de la sierra se esconden tras el cercano Cerro de los Pilones. Un último tramo de pista, dejando de lado el desvío a la cabecera de la Cañada del Cuerno a un lado nos planta sobre el Puerto de los Pilones. Al fin con vistas abiertas a la paste alta y a nuestro primer objetivo del día, el peñón de la Alcazaba.
Continuamos entonces la marcha por nuestro camino transformado en sendero, sendero de Quejigales al Torrecilla que sirve de eje central a todos los recorridos por esta parte de la sierra.
Serán un corto tramo de sendero el que nos separa de la trocha que nos lleva encarando al sur hacia la Alcazaba. Ahora la traza no es tan evidente, aunque el rumbo no da lugar a dudas sobra la aplanada loma que encauza la aproximación al muro norte de la Alcazaba.
Para coronar encontramos por el flanco derecho un fácil trepadero, tras el último quejigo de los que escoltan el amurallado morrón. Panorámica abierta a la cuerda de los Pilones, el Pilar de Tolox, y como no, al siempre agradecido pico del Torrecilla. Al sur, el mar de nubes nos limita la vista hasta el Pinsapar de la Yedra a nuestros pies.
Retomamos la marcha, previo descenso del morrón y deshaciendo nuestros últimos pasos en la aproximación. Atentos encontramos un acceso cómodo un pequeño valle de cabecera, adivinamos una trocha pisada de ganado que nos ayuda a remontar la vaguada. Unos metros por el flanco que llevamos y cambiamos al contrario sin abandonar la pisada, ésta busca remontar la ladera camino de la coqueta arista que se estiliza sobre las Hoyas del Pilar.
Nuestra trocha va a parar a un pequeño abrigo natural encastrado en las rocas de la arista, premiados con una panorámica estética sobre la línea de monte que va a parar hasta la misma Alcazaba.
Tras el obligado receso, rodeamos ahora la arista por la cara que apunta al Torrecilla y la flanqueamos hasta enlazar con la senda de las simas. Definida y acotada por algún que otro hito, sin pérdida, nos deja en pocos metros sobre el Sendero de Quejigales al Torrecilla cercanos al conocido paraje del Pilar de Tolox.
A pesar del largo estío, de ser primeros de octubre y las escasas lluvias en muchos meses, el manantial aún ofrece un hilo de agua suficiente para aliviar las inusuales temperaturas.
Desde el pilar afrontamos el ascenso final al Torrecilla por el sendero oficial, recientemente reacondicionado, definido y balizado, a fin de evitar el deterioro del terreno y eliminar la infinidad de trochas y atajos creados durante años.
Como otras tantas veces, al ascenso a cumbre de tan querida cumbre por cualquier senderista a estas latitudes de Andalucía siempre resulta un disfrute particular.
Ascenso acusado que permite coronar el pico Torrecilla en plena soledad, a diferencia de su visitada cumbre en cualquier fin de semana. Por cierto, el restaurado hito de cumbre engalana más si cabe uno de los ascensos codiciados del occidente andaluz.
Situados en cotas altas de la sierra, con la amplia panorámica circulas sobre la Sierra de las Nieves, dibujamos con la mirada nuestros próximos pasos, y estos no son otros que los encaminados a sumar el trío de cumbres que definen el extremo norte de la cuerda del Torrecilla, el Cerrete de los Valientes, el Cerro de los Valientes y el Picacho de Fatalandar, según este mismo orden.
Para ello, de primeras, recorremos en travesía la cuerda, en suave descenso y sin objeciones hasta el Puerto de los Valientes. Justo al inicio, una vez dejada atrás la cota del Torrecilla, dejamos de lado la senda que vuelca al este en dirección a la Loma del Pino y en consecuencia a los bajos de Cerro Corona. Magnífica y estética senda que nos permite uno de los ascensos prácticos desde la vertiente de Tolox.
Pisamos ya la divisoria del Puerto de los Valientes, con el corto y directo ascenso al cerrete al frente. En caso de desestimar su travesía, y enlazar con la senda que nos devuelve al Puerto del Pozuelo, tenemos la opción de sobrepasarlo a media ladera volcando a nuestra izquierda sobre la Cañada de Froncaire.
Pero nuestro objetivo hoy es sumar su cota. Tras el corto ascenso y un coqueto cresteo anotamos el paso por el Cerrete de los Valientes, ahora con vistas a las dos morrones que rematan la cuerda antes de precipitarse hacia la Cañada de las Carnicerías.
Como no, la alargada cuerda a nuestra espalda nos muestra un Torrecilla lejano, dando forma sus estribaciones orientales a la no tan conocida Loma Larga, extensa loma cuyo único fin es tocar las aguas de río Verde.
Decididos ahora a enlazar por la directa con el Cerro de los Valientes, encaramos la rampa este del cerrete con el punto de mira en el collado que nos separa. Opción que parecía medianamente asequible, pero que durante el fuerte descenso se torna en tramos algo técnicos con roca en plano inclinada y mucha lasca que deja poco margen de maniobra. Así, tras el trecho más trabajado del recorrido, enlazamos con senda por el Paso de los Valientes en dirección al cerro.
Será un ascenso corto y sin mucha historia al Cerro de los Valientes, subiendo en rodeo por el sur y bajando algo escorados al norte para volver a nuestra pisada en el collado. Ahora sí, tomando la traza, escueta pero con hitos, nos ayuda a no perder el rumbo para recuperar la cota de la cuerda principal. Por fin ponemos el ojo sobre nuestro último objetivo.
Volvemos a la tónica de recorrer la cuerda sin perder su parte alta, en descenso, e igualmente asequible para cualquier caminante acostumbrado a las fuera de traza. Imponente la estampa del Picacho de Fatalandar cuando ganamos su acceso final, enormes las vistas a toda la cuerda recorrida, a la Cañada de las Carnicerías y los tajos que recortan la vertiente de Yunquera.
Marcamos sobre este formidable peñón el inicio a nuestro cierre de ruta, eligiendo ya el enlace con las trazas clásicas que parten desde Quejigales. Pero primero habrá que remontar el trecho de cuerda hasta la base del Cerrete de los Valientes, allí volcamos por senda en relativo descenso hacia el Puerto del Pozuelo y vuelta al Pilar de Tolox.
Lugar y momento de reponer fuerzas a la sombra de sus paredones a resguardo del implacable sol de media tarde. Volvemos a la marcha en retorno por el Sendero de Quejigales al Torrecilla.
Obviamos el desvío hacia Puerto Saucillo (Yunquera) y pasamos a desviamos hacia el cercano Pozo de Nieve y la Cañada de las Ánimas. Senda clara que se interna en la cañada por el flanco izquierdo. Durante el descenso, en un pequeño collado y encrucijada, barajamos las dos opciones de retorno, quedándonos esta vez con la Senda de las Tres Cañadas.
Viramos y atravesamos el pinsapar de la Cañada de Enmedio. La senda en algún punto se desdibuja o la corta un pinsapo caído, pero rápidamente volvemos a la traza casi llaneando la ladera. Cuando ésta comienza a adentrarse en la Cañada del Cuerno tiende a descender a la busca del enlace con la senda que la recorre.
Aquí si encontramos una senda menos dibujada, clara para el avance, donde el matorral te puede hacer perder la marca si no tenemos claro el sentido de la marcha.
El aliviado enlace con el Sendero de Quejigales al Torrecilla por la Cañada del Cuerno nos hace relajar el paso y dejarnos caer por la cañada de forma rápida. Senda conocida y pisada que tras el paso por el pinsapar nos deja sobre la comodidad del Camino de los Quejigales.
Sólo nos resta caminar por el carril de acceso, dejar atrás el paraje y Área Recreativa de los Quejigales, y desandar el par de km que nos separan de nuestro punto de partida.
Nos vemos en las montañas.
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Comments (1)
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Qué me alegra veros de vuelta!