Alcuneza-Guijosa-Cubillas-Horna-Nacimiento del Henares
near Alcuneza, Castilla-La Mancha (España)
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Trail photos
Itinerary description
28-XII-2013. Por estos parajes la madrugada fue blanca, aunque la lluvia posterior regaló la nieve. Era la manera que el cielo tenía de celebrar el día de los Santos Inocentes, que son esos millones de criaturas españolas que han padecido la crisis sin haber tenido ninguna culpa en que se produjera, y ahora no tienen ingresos, ni luz para alumbrarse, ni gas para calentarse, ni comida para ir subsistiendo...y además no saben si esto se solucionará algún día.
Comenzamos en Alcuneza (La Iglesia, en árabe), subiendo no sin esfuerzo por el camino de la Fuente de la Noguera al cerro desde donde se divisa el valle del río Quinto, donde abrevan las huertas de Guijosa. En este pueblo el castillo restaurado dibuja una estampa medieval y guerrera. En realidad parece que la alcazaba no sirvió más que como refugio de amantes de reyes y casa de servidores de la corte del Ducado de Medinaceli, pero es bonita en el paisaje mortecino del invierno castellano.
El camino nos lleva a Castilviejo, el castro que fue guerrero desde la edad del bronce hasta la era hispanomusulmana (o sea, casi dos mil años).
En el norte una pared inexpugnable, en el sur una explanada de piedras hincadas que marcan una forma de defensa inteligente contra los ataques por sorpresa; claro que lo más disuasorio son los muros de casi siete metros de espesor. Al costado de los muros, restos de casas y refugios. Una delicia para visitar con calma, y desde allí ver el valle que luego recorreríamos hasta Horna.
En Guijosa, a dos tiros de piedra del castro, una iglesia románica chiquita y coqueta, pero como en los demás sitios no hay nadie en las calles. Todo un símbolo de lo que son estos pueblos en invierno. Así que cruzamos el valle hasta Horna, y en el camino saludamos a dos buitres que andaban buscando un improbable almuerzo esa mañana soleada de cielo y mojada de suelo.
En Horna tampoco nadie. Visitamos las plazas, la iglesia por fuera y el torreón al que han adosado un centro social. Unos cientos de metros más allá el nacimiento del Henares, señalado por un cartel donde aprovechan para prohibir no se qué. El nacimiento se puede ver mejor si uno se encarama a los peñascos que hay al norte, desde donde se observa una lengua plateada de agua que corre hacia el valle. Allí almorzamos en el carasol.
Desde el nacimiento nos dirigimos hacia arriba, a El Chaparral, por hacernos otro montecito en esta excursión de más valle que montaña. Al rato llegamos a Mojares, con su torreón medieval arruinado, con su iglesia y su fuente (el Pozo) ahora seca. A unos cientos de metros del pueblo, en dirección a Alcuneza, una sorpresa en forma de nacedero de agua límpia y cristalina (Fuente de Mojares) que ahora en invierno se escapa al Henares pero en el buen tiempo riega las huertas e invernaderos adyacentes.
Tras un ratito alcanzamos nuesto destino, Alcuneza, con tejera arrumbada, con iglesia y con molino que ahora es casa rural.
Una excursión tranquila por la soledad de los campos, los castillos y los pueblos. Terminamos justo a la hora de comer, y vaya si lo hicimos. Las migas y el cordero asado de las fotos, y mucho más nuestros estómagos, dan cuenta de ello.
Comenzamos en Alcuneza (La Iglesia, en árabe), subiendo no sin esfuerzo por el camino de la Fuente de la Noguera al cerro desde donde se divisa el valle del río Quinto, donde abrevan las huertas de Guijosa. En este pueblo el castillo restaurado dibuja una estampa medieval y guerrera. En realidad parece que la alcazaba no sirvió más que como refugio de amantes de reyes y casa de servidores de la corte del Ducado de Medinaceli, pero es bonita en el paisaje mortecino del invierno castellano.
El camino nos lleva a Castilviejo, el castro que fue guerrero desde la edad del bronce hasta la era hispanomusulmana (o sea, casi dos mil años).
En el norte una pared inexpugnable, en el sur una explanada de piedras hincadas que marcan una forma de defensa inteligente contra los ataques por sorpresa; claro que lo más disuasorio son los muros de casi siete metros de espesor. Al costado de los muros, restos de casas y refugios. Una delicia para visitar con calma, y desde allí ver el valle que luego recorreríamos hasta Horna.
En Guijosa, a dos tiros de piedra del castro, una iglesia románica chiquita y coqueta, pero como en los demás sitios no hay nadie en las calles. Todo un símbolo de lo que son estos pueblos en invierno. Así que cruzamos el valle hasta Horna, y en el camino saludamos a dos buitres que andaban buscando un improbable almuerzo esa mañana soleada de cielo y mojada de suelo.
En Horna tampoco nadie. Visitamos las plazas, la iglesia por fuera y el torreón al que han adosado un centro social. Unos cientos de metros más allá el nacimiento del Henares, señalado por un cartel donde aprovechan para prohibir no se qué. El nacimiento se puede ver mejor si uno se encarama a los peñascos que hay al norte, desde donde se observa una lengua plateada de agua que corre hacia el valle. Allí almorzamos en el carasol.
Desde el nacimiento nos dirigimos hacia arriba, a El Chaparral, por hacernos otro montecito en esta excursión de más valle que montaña. Al rato llegamos a Mojares, con su torreón medieval arruinado, con su iglesia y su fuente (el Pozo) ahora seca. A unos cientos de metros del pueblo, en dirección a Alcuneza, una sorpresa en forma de nacedero de agua límpia y cristalina (Fuente de Mojares) que ahora en invierno se escapa al Henares pero en el buen tiempo riega las huertas e invernaderos adyacentes.
Tras un ratito alcanzamos nuesto destino, Alcuneza, con tejera arrumbada, con iglesia y con molino que ahora es casa rural.
Una excursión tranquila por la soledad de los campos, los castillos y los pueblos. Terminamos justo a la hora de comer, y vaya si lo hicimos. Las migas y el cordero asado de las fotos, y mucho más nuestros estómagos, dan cuenta de ello.
Waypoints
Ruins
3,771 ft
Castilviejo-Castro Edad del Hierro
Impresionante y bien restaurado. Las piedras que evitan los ataques de la caballería son lo más curioso. Los gruesos muros lo más interesante y las casas adosadas al muro son lo más sugerente. Las vistas sobre el valle, en el ocre del invierno, marcan el paisaje de la zona.
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