ALDEIRE--Aldea de los Canos--Barrancos de Escomite, Serval y Cortijuelo--Encina la Peana--Aldeire - (Sierra de Los Filabres)

Ruta en la que vamos a recorrer nuevamente la maravillosa Sierra de Los Filabres. Nos vamos a encontrar en nuestro camino ríos, poblados abandonados y diversa fauna y flora.
Los dos atractivos principales y focos de la ruta son las encinas milenarias, sobre todo la de la Peana, y el poblado abandonado de Los Canos.

ALDEA ABANDONADA DE LOS CANOS:

Los Canos es una aldea abandonada en lo más profundo de la Sierra de los Filabres dentro del municipio de Serón, cuyas casas estás diseminadas en un cerro situado entre dos escarpados barrancos. La manera más accesible de llegar hasta el pueblo es a través de un sendero que parte desde la barriada de Aldeire, que pertenece al término municipal de Alcóntar. Este camino, en algunos tramos empedrado, es un paraíso natural que discurre por la ribera del Río de las Casillas, que tiene caudal todo el año.
La Historia de Los Canos se remonta a comienzos del s.XX, debido a las numerosas encinas que había en la zona atrajeron a los carboneros que construyeron las primeras chozas y boliches para almacenar el carbón. Poco a poco fueron asentándose en el lugar, construyendo ya las casas con los materiales de la zona: piedras, pizarra y launa. Las primeras familias procedían de la zona de Baza, atraídas por las explotaciones mineras de Serón y Bacares. El nombre de la barriada procede del apellido más común entre las estas familias: Cano. De hecho a veces debían pedir dispensa al Papa para casarse entre primos, que en tiempos costaba la friolera de 500 pesetas, una cantidad muy elevada para la época y más para una familia humilde.
La vida en la aldea era bastante dura. Debemos tener en cuenta que no existía ninguna carretera de acceso, y cualquier desplazamiento se eternizaba por los senderos, andando o a lomos de alguna bestia. Se tardaba casi cinco horas en recorrer el trayecto que iba desde Serón hasta Los Canos. En invierno si se partía a las 12 del mediodía, había que subir atravesando otras pedanías como La Jordana, El Marchal del Abogado, La Loma, El Serval y después de varios descansos para que la burra bebiera agua, se llegaba hasta el pueblo ya casi anocheciendo. La mayoría de los hombres iban a trabajar a las minas, y el que no lo hacía se dedicaba a picar esparto, recoger leña, cuidando de los animales o cultivando la tierra. Como muchos otros pueblos aislados, Los Canos era autosuficiente, puesto que había animales, se producía centeno, cebada y trigo que guardaban en los trojes, también tenían hortalizas, patatas, habichuelas, almendros y algunos olivos y árboles frutales.
La escuela estaba situada en la parte más alta del pueblo, donde solían asistir a clase los muchos niños que vivían en Los Canos, ya que cada familia tenía de cinco a ocho hijos, y los maestros y maestras que venían desde otros pueblos enseñaban lo más básico, como lectura, escritura y matemáticas. Era una clase unitaria, en donde se mezclaban niños y niñas de todas las edades, impartiéndose clases mañana y tarde.
El abandono comenzó a gestarse en los años 50 y 60 cuando cierran las minas de Las Menas. Las últimas generaciones nacidas en el pueblo empujaban a sus mayores a marcharse, debido al paro y las duras condiciones de vida, ya que ni siquiera había luz o agua corriente en las casas, y estas colgaban del barranco que estaba muy escarpado. Los Canos quedó prácticamente desierto en 1968, resistiéndose sólo una familia que poco tiempo después también acabaría marchándose.

https://youtu.be/lmc8fJuwU_A



ENCINA DE LA PEANA:

Esta encina es considerada, según los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, el árbol de mayor porte y uno de los de mayor antigüedad de todos los catalogados hasta la fecha en la comunidad autónoma. De enorme belleza, este ejemplar destaca por el tamaño de su fuste y copa que están proporcionados y conforman una estructura muy equilibrada. La cruz es muy amplia y está formada por cuatro ramas maestras que se subdividen en una tracería constituyendo una copa perfectamente redondeada. El nombre local es debido a una gran peana de casi 15 metros de perímetro que presenta la base y que hace que ésta actúe como un pedestal resaltando su perfección, alcanzando cerca de los 19 metros de altura. La Encina de la Peana se localiza en una ladera de orientación oeste y con gran pendiente junto a otras encinas dispersas. En las proximidades sobreviven otros ejemplares centenarios de esta especie, como la encina de la Ermita de La Loma, la encina del Marchal del Abogado o la del paraje Los Sapos.




NOTA IMPORTANTE:


* No vamos a resaltar ningún punto negativo de la ruta, pero si debemos advertir que hay zonas de la senda arriera muy voladas y verticales que dan al barranco y siendo esta una ruta sencilla. Para los senderistas ocasionales deberían subir un nivel, para las personas con experiencia no supondrá ningún problema.
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La ruta aquí descrita, así como los tracks para GPS son orientativos. Queda bajo la responsabilidad de quién la realice, tomar las medidas de seguridad apropiadas para el itinerario, que dependerán de las condiciones climatológicas, así como la preparación tanto técnica como física de la persona que la lleve a cabo. Quede bien claro que todo lo indicado (track y comentarios) es meramente a nivel informativo y sin ningún otro tipo de ánimo, eximiéndose el autor de responsabilidad alguna, ante cualquier percance que pudiera sufrir quién por voluntad propia o inducida realice la ruta.





FICHA DE LA RUTA:




Hora Inicio: 10:27 10 oct. 2021
Hora Fin: 15:15 10 oct. 2021
Distancia recorrida: 13,3 km (04:47)
Tiempo en movimiento: 04:01
Velocidad media: 2,77 km/h
Vel. en Mov.: 3,31 km/h
Velocidad Máxima: 7,04 km/h
Altura Mínima: 1001 m
Altura Máxima: 1401 m
Velocidad Ascenso: 319,2 m/h
Velocidad Descenso: 263,8 m/h
Ganancia Altitud: 579 m
Pérdida Altitud: 601 m
Tiempo Ascenso: 01:49
Tiempo Descenso: 02:16






DESCRIPCION DE LA RUTA:




Vamos a comenzar nuestra aventura en el pequeño pueblo de Aldeire, término municipal de Alcóntar, seguimos por un caminos que tras pasar junto a una era, habrá que abandonar a la izquierda para bajar al barranco donde confluyen dos arroyos el de Los Marcos y el de Casillas. Conforme habíamos ido bajando justo en frente hemos observado la senda que vamos a tomar en ascenso. Trepamos por unas rocas y instantáneamente nos encontramos la senda arriera que nos va a conducir a los Canos. Durante todo el recorrido de este sendero hasta llegar a la aldea lo vamos a disfrutar de lleno; es precioso, toda una maravilla. Progresaremos junto al barranco de las Casillas, atravesando antiguas terrazas de cultivo con almendros. Grandes álamos están repartidos a lo largo del barranco lo que nos va ofreciendo los colores otoñales que ya empiezan a mostrarse en nuestras sierras. Una vez descendemos al río y lo cruzamos, nos vamos a la vertiente contraria y empezamos a ascender por senda, dando ya con las primeras casas de Los Canos.


Ascenderemos a lo largo de la espina dorsal de toda esta loma, curioseando de aquí para allá. Pronto nos damos cuenta de la importancia y gran presencia de este lugar quedando fascinados por la gran cantidad de casas que jalonan este punto, estas pueden pasar desapercibidas en la distancia por tener el mismo color que el terreno sobre el que se asientan, por estar construidas con las mismas piedras y tierra del terreno. Además, a diferencia de otros despoblados de la sierra, este tiene un tamaño considerable, dicen que en su día llego a albergar más de cincuenta familias. Sin duda es un lugar misterioso y con el encanto de los lugares abandonados. Además de viviendas, podremos encontrar múltiples eras y paratas o terrazas de cultivo, en la parte más baja cercana al barranco de las Casillas así como a espaldas de Los Canos, en la ladera que da al barranco del Escomite, donde además serán más frecuentes las encinas. Tenemos que desistir pues no se puede explorar toda la aldea y tomamos la directa hacia el cortafuego que observamos a nuestro frente. El camino está claro casi todo el rato y tenemos la referencia de nuestro próximo destino de frente así que es fácil seguir, llegamos a una senda que nos lleva; una vez esta termina, a una pista forestal. Si continuamos por la senda; por la derecha, esta nos llevaría al Molino Longaniza.


Continuamos por la pista en dirección al Cortijo del Serval y pasamos por el Barranco del Escomite, muy vestido con el traje otoñal; sin duda el punto con mas colorido de esta temprana ruta otoñal. Continuamos y tras cruzar un pequeño pinar dejamos atrás el Barranco del Serval y desde abajo por la pista podemos observar el cortijo del mismo nombre, aquí comenzamos a ver unas buenas encinas de gran porte, abandonamos el carril por la izquierda, nos adentramos poco después en el Barranco del Cortijuelo y nos vamos a dirigir en este punto a la Encina de la Peana. Esta encina milenaria es uno de los árboles supervivientes del antiguo bosque mediterráneo que cubrió la Sierra de los Filabres, que ha sido talado en varias ocasiones durante la historia y sustituido, a mediados del pasado siglo, por pinares de repoblación intensiva. Se da la circunstancia de que estos pinares intensivos sufren ahora problemas de sequía y decaimiento que no sólo responden a la densidad de esta plantación, que estrangula sus posibilidades de desarrollo, sino al impacto del cambio climático.
Técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía han catalogado recientemente esta encina milenaria de la Sierra de los Filabres (Almería) como “el mayor árbol” de la comunidad andaluza.
Se trata de una encina de unos 16 metros de circunferencia de base y unos 25 de altura, situada en el valle de La Loma, que discurre paralelo a la carretera local que conduce de Serón al antiguo poblado minero de Las Menas, en la ladera norte de la Sierra de los Filabres.


Después de observar como a la encina le han puesto una gran cantidad de puntales, sin duda, para que sus ramas no se partan, buscamos la pista que esta un poco mas abajo de nuestra posición. Desde aquí ya todo el camino se hará por pista, por lo que puede ser menos interesante y monótono, esta es la pista que viene de los Sapos o la Loma Alta. En el horizonte tendremos vistas del Calar de Los Sapos, la Sierra de Baza, las sierras de Cazorla, Castril y la Sagra. Aquí el paisaje será poco frondoso, con vegetación de tipo arbustivo hasta que llegamos a un rodal de pinos de repoblación a la altura del Espolón con bastantes pinos muertos o en mal estado. En el resto de tramo de pista se alternan los cultivos de almendro principalmente con pequeños rodales de pinos repoblados. Hay que ir ignorando caminos secundarios que salen de esta pista principal y tendremos siempre la referencia de Aldeire abajo en el valle. Cruzaremos nuevas ruinas y encinas de gran porte hasta que por fin llegamos al arroyo de los Marcos, que más abajo pasa a llamarse Río de las Herrerías, que surte así mismo al Almanzora. Nuevamente disfrutamos de este bonito paraje antes de llegar a pocos metros al pueblo, al que ascenderemos en busca del lugar donde dejamos el coche.